Saliendo de tus círculos viciosos. Matías Azarola

Saliendo de tus círculos viciosos - Matías Azarola


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haciendo lo necesario, luego aquello que sea posible y acabarás haciendo lo imposible” -Anónimo-

      La gradualidad jugará otro importante papel en el desarrollo de este libro. No solo hay que dividir los problemas, sino también ir enfrentándolos gradualmente, desde los más fáciles a los más complejos.

      Esta estrategia resulta de gran utilidad para superar retos y sus beneficios se aplican a una enorme diversidad de situaciones.

       “El compromiso es un acto, no una palabra” Jean Paul Sartre

      Ahora que ya hemos visto las herramientas principales para poder romper la inercia, cabe destacar que toda intención genuina de ir tras una meta debe ir acompañada de un compromiso a esforzarnos en conseguirlo. Sin esfuerzo no hay resultado, o por lo menos ninguno que valga la pena.

      El compromiso implica la actitud de ir tras lo que deseo, pese a sentir miedo y pese a la flojera que implica esforzarme. Como habíamos visto anteriormente, algunas veces se piensa que uno sólo puede actuar cuando las emociones están en consonancia con su deseo. Solo me voy a esforzar cuando tenga suficientes ganas, o voy a ir tras mi meta siempre y cuando mi inseguridad no sea intensa. No obstante, si esperamos el momento ideal, la vida pasará y nos quedaremos estancados. Muchas cosas, sobre todo las importantes, hay que llevarlas a cabo pese al miedo, pese al desgano o lo que sea que te tire para atrás. Debe haber un compromiso más importante que haga valer tu esfuerzo. Sin ello jamás tendrás la fortaleza para salir de tu zona de confort.

      Para hacer frente a estas adversidades tu deseo debe ser genuino y poderoso. Cuando decimos “quiero ser una estrella de rock”, pero no estamos dispuestos a esforzarnos al máximo, seguramente este no es un deseo genuino. No lo queremos realmente. Siempre que elijas llevar adelante un proyecto tenés que decidir si estás dispuesto a trabajar tan duro como lo requiera para alcanzar ese objetivo; en caso de que no sea así, no es un deseo verdadero.

      Dijimos que la única forma de solucionar los problemas es actuando sobre ellos. Todo tiende a mantenerse igual, si no ponemos “manos a la obra” sobre el problema seguirá ahí firme. Sin embargo, también se deben conocer los límites de nuestra acción. La inteligencia emocional engloba también el arte de saber cuándo detenerse y aceptar lo que no podemos cambiar.

      Me gustaría decirte, como muchos otros hacen, que “todo se puede resolver”, sin embargo no es cierto. Algunas cuestiones escapan a nuestras posibilidades y no tenemos potestades sobre ellas, cuando este es el caso estamos ante el desafío de aprender a aceptar.

      La aceptación no debe equipararse a una actitud pasiva, soltar implica la valentía de reconocer que no somos infalibles, aceptar la confusión y la incertidumbre que depara la vida. Es librarse de la falsa sensación de seguridad, basada en la negación, reconociendo la vida tal como es. Creer que todo es posible no es más que una visión infantil, sostenida por el miedo de ver que el mundo no siempre es como esperamos.

      Esta es una perspectiva realista, algunas veces se nos dice que debés mirar el vaso medio lleno, sin embargo el propósito de la terapia psicológica es construir una idea realista de la situación en que se está. La persona, después de todo, es un organismo viviente que se adapta al medio en que se encuentra, y para poder adaptarse correctamente es necesario poder interpretar el contexto de forma realista, ni positiva ni negativa, a la realidad hay que verla como es. Cualquier postura que deforme la realidad, sea positiva o negativa, es un intento de escapar de la realidad y en última instancia nos aleja de nuestros objetivos.

      Esto también nos lleva a asumir que por más que nos pese no es posible lograr siempre todo lo que nos proponemos. Otra frase equivocada es “si querés, podés” ¿?

      Incluso si lo pensamos es una postura cruel. Imaginate que tu padre falleció debido a una enfermedad grave, pese a tus esfuerzos y cuidados y, tras haber recurrido a todo especialista que se te ocurrió, ¿Se supone que falleció por tu culpa? ¿Por qué no hiciste lo necesario? ¿No lo querías tanto?

      No, simplemente no estaba a tu alcance hacer más por él. Tenemos que tener cuidado con este tipo de pensamientos que, aunque parecen inofensivos, pueden generarnos grandes sentimientos de culpa.

      Soltar lo que no podemos hacer también nos permite ahorrar energías para dirigirlas en emprendimientos y metas realizables.

      Recapitulación

      Hasta aquí hemos visto que el primer paso para salir de los problemas consiste en discernir si son posible resolver o no. Aplicando una postura activa en los primeros y aceptando los segundos. Ambas posturas son complementarias y se aplican dependiendo de la situación. Asimismo; he propuesto utilizar las estrategias de “división” y “gradualidad” para romper la inercia que nos estanca en el problema y facilitar el pasaje a la acción.

      A continuación abordaremos cómo hacer uso de estas estrategias para salir de nuestros círculos negativos.

       Segunda Parte

       Dudas e Inseguridades

       Haz lo que tengas que hacer resueltamente, con todo tu corazón. El viajero que duda, únicamente levanta polvo en el camino. (Buda).

      Las personas tenemos la capacidad de analizar situaciones y prever posibles escenarios. Antes de poner en práctica una solución anticipamos sus posibles consecuencias. Por ende, dudar un poco es sano.

      Antes de tomar decisiones importantes es conveniente evaluar las distintas opciones de las que disponemos para elegir la más conveniente. No es sensato hacer lo primero que se pasa por la cabeza, menos cuando hay cosas importantes en juego. Sin embargo, el exceso de duda puede resultar paralizante.

      La duda tóxica es aquella que nos estanca, dificultando poner en práctica alguna solución al problema que nos aqueja. Es aquella duda que nos hace reveer una y otra vez cada opción sin optar por ninguna. La persona queda estancada buscando la opción perfecta, perdiendo de vista que quizá no exista

      El problema se agrava cuando la duda se vuelve un hábito. En estos casos la persona va perdiendo capacidad de resolución propia y, debido a ello, tiende a buscar apoyo en otras personas. Entonces nos volvemos adictos a los consejos y aprobaciones de los demás. ¿Qué ropa me queda mejor? ¿Cambio o no mi trabajo?

      De esa manera, a medida que se va relegando tomar decisiones, las dudas van creciendo y abarcando más aspectos de nuestra vida, mientra que la seguridad en nosotros va decayendo.

      El círculo negativo de la duda es el siguiente:

       Salir de la duda

      Si hoy día estás teniendo dificultad para tomar decisiones es porque se te ha hecho un hábito. Lo malo de los hábitos (cuando éstos no son saludables) es que cuesta desprenderse de ellos. No obstante, es posible cambiarlos, siempre y cuando tengamos la determinación para hacerlo.

      Entonces te preguntarás: ¿Cómo cambiar mi hábito de dudar constantemente y ser más decidido?

      Lo cierto es que la duda se encuentra muy relacionada con el miedo, y a los miedos solo es posible vencerlos cuando los enfrentamos. Lo que nos hace dudar es el temor a las consecuencias de tomar una mala decisión. El “qué pasará” o “qué dirán” siempre está en la base de toda duda.

      Cuando la persona se queda enredada en la incertidumbre, lo que normalmente hace es buscar palabras de aliento (en otros o en ella misma), para (auto)convencerse de que es capaz de resolver satisfactoriamente la situación,


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