Santiago. Fragmentos y naufragios. . Luisa Eguiluz
y, por otra, la negatividad y la carencia: busca algo, quisiera ver la imagen de alguien, quisiera que alguien lo dejara entrar, llegó a un país, un tren blanco, un barco en ruinas entre la primera serie; ventana inexistente, la imagen medio invisible, y las palabras más absolutas de lo negativo: nada, jamás, que no existe más, pertenecientes al segundo grupo. Cito algunos fragmentos:
Habitada por mujeres que me hacen señas Desde una ventana inexistente …………………………………………… Soy el astronauta que siempre delira Llamando a una puerta con llave Donde nada volverá a ser para siempre Jamás
La casa/ciudad está clausurada, corroída por el ácido, antes “quemada por la radioactividad del olvido”.
Esta ciudad ya no existe más
………………………………
La ingravidez del sujeto hablante se transfiere al objeto ciudad:
Esta ciudad es una casa que flota solitaria alrededor de la luna
A continuación se patentiza la conciencia del sujeto sobre su oficio poético. Desde su espacio cerrado, como los de otros poetas de la modernidad o posmodernidad, desde su nave, es un pájaro que mira y canta antes de morir, para quien pasado y futuro son ruinas, ‘escombros’ o bien un cartero ciego y amnésico, o el que escribe esto:
Soy el viajero inválido de un tren oxidado Viajando perpetuamente por una ciudad irreal Escribiendo estas imágenes de exterminio
Se había perdido el poder destructor del fuego para la nave que viaja sin sentido, y el sujeto pide, exhorta con su acto de habla:
Destruyan esta nave Le pongan fuego para siempre
Las ruinas de la nostalgia, indicadas en el último verso de esta “Carta primera”, se continúan en la segunda. Ahora la mirada se detiene en el pasado amoroso, en la memoria de amante desaparecido en otras galaxias, cuando el beso final que no se dio quedó girando alrededor de estaciones en ruinas. En este texto priman como palabras clave las indicadoras de cosas absolutas: todo, nada, nunca, inalcanzable. El sujeto, nuevamente un pájaro desarraigado, insiste en cantar junto a la ventana de la mujer:
Mientras contempla arder su nido En negras y gigantescas llamaradas
El nido, como metáfora de casa, de domus o domicilio, estudiado por Bachelard en su Poética del espacio38.
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