Florecer juntos. Miriam Subirana

Florecer juntos - Miriam Subirana


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cuando hay verdadera fe».3

      Somos singulares. No temamos brillar, ser únicos y ser diferentes. Nuestra singularidad personal es el regalo que podemos aportar al mundo y a nuestras relaciones. Nos enriquecemos al darnos y compartir. El coaching apreciativo honra la singularidad de cada uno, su excepcionalidad y los elementos esenciales y diferenciales que la persona aporta al proceso. Cada uno es especial, diferente y único. Quien es singular es original, notable, sorprendente, excelente, extraordinario, raro, distinto, peculiar, atípico, diferente, excepcional y misterioso. Nuestra singularidad se enaltece al compartirla ya que somos seres sociales y nos necesitamos unos a otros para ser y potenciar lo que somos, para convivir y compartir, para florecer.

      Con la indagación apreciativa descubrimos la singularidad de cada uno, la potenciamos y la despertamos; así todo el talento y la capacidad personal florecen. Si además meditas, la meditación te ayuda a escuchar la voz que sintoniza con tu ser originalmente pacífico, auténtico, amoroso, sabio y fuerte porque está enraizado en tu esencia. Al meditar accedes al corazón del ser, al templo del ser que no ha sido contaminado por los miedos, el egoísmo, la avaricia, la negatividad, lo inútil ni lo superfluo. Conectas con el núcleo positivo que te revitaliza y te da fuerzas para vivir lo auténtico que reside en ti y que eres tú.

      3. En busca de la liberación

      Para vivir tu esencia, en tu núcleo positivo, que consiste en lo que he expuesto en el capítulo 2, necesitas permitírtelo y liberarte de miedos, de creencias limitantes, de sentimientos de culpa y rencor. La persona cuyo espíritu se libera de ellos controla su mente, dirige su pensamiento y mantiene centrada su atención. Su corazón está en paz, e irradia energía positiva y de amor. Su acción está alineada con sus valores, decisión y voluntad. Su ser convive fluyendo con los otros.

      Nuestra capacidad creadora de escoger qué pensamos y qué sentimos en cada momento y cómo respondemos en cada situación es nuestra fuerza y nuestra libertad. Sin embargo, nuestras creencias nos limitan, nuestro pasado nos condiciona y nuestros miedos nos impiden vivir nuestros sueños más profundos. Si queremos vivir liberados de condicionamientos autolimitadores, hemos de conocernos mejor, cuestionar nuestras creencias, limpiar el almacén de los recuerdos que nos mantienen anclados en el pasado, y vencer nuestros miedos, que nos frenan y bloquean nuestra inmensa energía creativa. Para acompañarnos unos a otros a vivir con este espíritu de libertad, podemos preguntarnos ¿estás seguro? Cada vez que alguien haga una afirmación rotunda, podemos hacer que se cuestione sus convicciones para abrirse a incorporar otras perspectivas.

      En los próximos capítulos explicaré cómo la mirada apreciativa en el acompañamiento a personas y el coaching apreciativo contribuyen al proceso de liberación. Ahora, aquí, te explico lo que podemos lograr. En la parte III del libro, comparto contigo cómo lo conseguimos y qué principios y etapas podemos seguir.

      Para florecer juntos es importante comprender los hábitos que hemos creado, que nos influyen, condicionan y atan. No nacimos con ellos, sino que los fuimos creando. Algunos son hábitos que nos privan de nuestra libertad personal; otros limitan nuestro potencial. Puede incluso que estos hábitos lleguen a generar una esclavitud o adicción a nivel emocional y mental. Algunos hábitos se han cultivado en el seno de unas relaciones que, finalmente, se volvieron dependientes y tóxicas.

      La libertad consiste en ser capaces de pensar, experimentar y expresar nuestros pensamientos y sentimientos, sin ser condicionados por factores externos ni por las tendencias negativas de nuestra personalidad, y sin causar dolor. Sí, debemos tener en cuenta los factores circunstanciales y las relaciones, el momento y el lugar, pero no actuar como víctimas de todo ello, sino cuidando y cuidándonos. El que actúa como víctima siente que no puede gobernar su vida porque sus relaciones mandan y las circunstancias lo abruman y confunden. De todas maneras, si nos sentimos condicionados, seamos conscientes de ello y de la posibilidad de elegir otras perspectivas. Y, según las condiciones, elegir lo mejor para cuidarnos y cuidar.

      Se trata de ser capaces de vivir en las emociones positivas, en los sentimientos que enaltecen nuestra vida, y en plantear con asertividad las conversaciones que nos importan y nos llevan a avanzar. Es poder transitar por las emociones negativas sin ahogarnos en ellas.

      Para vivir con mayor libertad, aprendamos a plantearnos las preguntas poderosas que serán como llaves que nos abrirán puertas. Esto nos ayudará a ampliar nuestra visión y a ser más conscientes. Plantearnos las preguntas adecuadas nos ayuda a recibir las respuestas necesarias. Aunque tengamos la respuesta delante de nosotros, si no nos hemos planteado la pregunta, no recibiremos ni captaremos la respuesta. Si podemos formular la pregunta, veremos que la respuesta está en el umbral de nuestra puerta.

      Para formular la pregunta que nos abrirá y liberará, debemos entender el contexto, y que vivimos basándonos en un conjunto de creencias que forman nuestra visión de la vida, nuestras actitudes, nuestras decisiones y nuestros comportamientos. Estas creencias son sociológicas, psicológicas, culturales, políticas, religiosas y espirituales. Son creencias acerca de lo que es bueno y de lo que es malo; del bien y del mal; acerca de lo que es éxito y lo que es fracaso. Y así un sinfín de creencias que forman nuestros condicionamientos y status quo en el cual vivimos. Con los principios apreciativos nos abrimos a otras perspectivas y aprendemos a cuestionar apreciativamente; si no lo hiciéramos así, provocaríamos una actitud defensiva y de mayor anclaje en las propias convicciones.

      ¿Qué es lo que te lleva a estar convencido de algo?, ¿estás seguro? ¿Pueden liberarnos las creencias? o, en definitiva, ¿hemos de trascender ciertas creencias? En la experiencia del silencio contemplativo lo trascendemos todo, incluido nuestro yo individualista y dual. Entramos en la dimensión de la claridad pura. Como bien expresa Pablo d’Ors (2012): «Cuando ya no tienes ni eres nada, estás por fin en liberad. Eres el territorio interior mismo: no solo estás en tu patria, eres tu patria». En esta peregrinación hacia tu patria, el destino de la libertad no está lejos ni fuera; está a un segundo y a un milímetro de distancia. Eres tú y está en ti.

      Veamos otro aspecto importante en el tránsito hacia nuestro interior y en el anhelo de liberación. Se trata del sufrimiento que albergamos en nosotros y en nuestras relaciones. ¿Hasta qué punto confundimos los mecanismos de huida del sufrimiento con liberarnos de él? Profundicemos en la comprensión del sufrimiento en nuestras vidas y relaciones en el siguiente apartado.

      4. Acoger el sufrimiento y la vulnerabilidad

      Uno puede presentar resistencias a vivir un retorno a sí mismo dado que, afirma Thich Nhat Hanh, (1997): «La mayoría de las personas tienen miedo de volver a sí mismas, porque temen enfrentarse al dolor que hay en su interior».

      Cuando tienes un familiar, un ser querido o amigo sufriendo, puedes acoger su sufrimiento; pero si quieres ayudarle a que se libere de él, céntrate en su deseo de crecimiento y en lo que anhela. Puedes plantearle alguna pregunta que le acompañe a ver su luz, que cambie la dirección de su mirada y de su pensamiento; en vez de centrarse en la sombra, que mire la luz y pueda agradecer.

      En el coaching apreciativo reconocemos el sufrimiento y el dolor que el otro siente, entendiendo también su deseo de crecimiento y desarrollo y centrándonos en esto último. El coach apreciativo no niega la aparición del sufrimiento ni la expresión de la vulnerabilidad en las sesiones de coaching. Más bien, cuando aparece, el coach se convierte en thinking partner, (capítulo 21), sostiene el campo del cliente planteándole alguna pregunta que le permita ver dónde encontrar su propia luz. No indaga en las causas del sufrimiento, no se regodea en los porqués ni cómos de la aparición del sufrimiento. No lleva al cliente a mayores profundidades del sufrimiento, sino que le permite observarse y cambiar la mirada, cambiar el ángulo desde el que se posiciona para ver e incorporar otras perspectivas. Se trata de ver lo que el sufrimiento posibilita, y ser consciente de lo que le ofrece, ¿qué le está diciendo? Es cuestión de contribuir a recuperar el poder interior para no permanecer emocionalmente devastado y mentalmente angustiado.

      No solo los coaches, los amigos también podemos ser thinking partners entre nosotros. Como thinking partner puedo contribuir a que la persona que tengo delante se escuche a sí misma. Que sea consciente de que al no


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