Sociedad, cultura y esfera civil. Liliana Martínez Pérez
de los primeros libros de texto gratuitos. El autor examina cómo ciertos grupos conservadores encabezados, entre otros, por la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), se opusieron a lo que consideraban la imposición de un libro de texto único en la educación primaria. El análisis de este tipo de conflictos permite observar el funcionamiento cotidiano del régimen respaldado a través de ciertos performances como las capacidades de movilización de algunos sectores de la población frente a ellos. Es un capítulo que reconstruye el código del nacionalismo en el régimen priista y en el México de mediados del siglo XX, el cual se caracterizó por la fuerte presencia de códigos corporativo-patrimonialistas. El capítulo permite observar cómo el conflicto alrededor de los libros de texto gratuitos obligó al Estado a enfrentar y generar nuevos performances para reencauzar el conflicto social.
Con relación a los medios de comunicación, este libro presenta dos contribuciones. Una que se enfoca en los nuevos medios de comunicación que permiten performativizar la protesta política en tiempos del siglo XXI, y otra en los medios de comunicación impresos del siglo XIX. En la primera, “El pasado revolucionario como dilema ético para la joven generación política cubana”, Liliana Martínez analiza cómo la joven generación de cubanos interesados en participar en la política isleña, desde una posición ideológica revolucionaria, enfrenta el dilema ético de eludir, negar o asumir el pasado revolucionario como parte de la herencia de sus proyectos y su actuar político y social, presente y futuro. Para ello el capítulo estudia la crítica, representación y enjuiciamiento de la política de estigmatización, exclusión y censura denominada quinquenio gris en la bitácora digital La Joven Cuba —creada en 2010 por profesores de la Universidad de Matanzas, miembros activos de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)—, con la intención de develar cómo se instala este performance en el blog y si logra o no conferir autenticidad al proyecto ético revolucionario de la joven generación política cubana vinculada a la emergente esfera civil digital isleña.
Por su parte, Santiago Carassale, en “La risa como arma política: Don Simplicio y la gráfica satírica en México en el siglo XIX”, analiza la emergencia de la gráfica satírica mexicana como medio de comunicación icónica, a mediados del siglo XIX en la recién instituida república. El uso público de la risa en la contienda política por medio de la gráfica satírica (Don Simplicio), se concibe en este capítulo como una expresión que condensa la construcción de una nueva audiencia ciudadana representada en la figura “de los simples”, a través de la aparición de formas de expresión pública secreta que se cristaliza en el panfleto. Este último, un medio de comunicación política impresa que hasta poco años antes había sido censurada por las distintas autoridades gubernamentales. La comunicación que estos panfletos construyeron generó y robusteció la presencia de una audiencia que se reconocía como ciudadanos capaces de realizar una crítica a la política y sus políticos por medio de expresiones gráficas satíricas, produciendo con ello mecanismos de comunicación que empalmaban la escritura y la definición visual de la representación del Estado y sus gobernante como auditiva, al transmitir dicha información por la vía oral. Así, la gráfica satírica se constituyó desde entonces en un marco para la disputa política por el poder en México.
La tercera esfera de análisis está dedicada a la educación universitaria y se compone del capítulo de Carlo Tognato, “Conversaciones de paz en las universidades: performances de la transición en Colombia”, y de “‘Suspendidas por falta de calidad’. El drama social y las nuevas relaciones entre universidad y sociedad en el Ecuador contemporáneo”, de Matías Milia. Tognato examina cómo los procesos de transición como los que vive Colombia en la actualidad demandan la creación de nuevas ritualidades públicas. Tomando como escenario las universidades colombianas, en particular la Universidad Nacional de Colombia, el autor estudia el ejercicio de las “conversaciones de paz” llevadas a cabo en el marco de diversos conversatorios sobre el significado de “Decir adiós a la guerra en las universidades colombianas”. Dichos conversatorios, en los que participaron miembros de universidades privadas y públicas de Colombia, fueron organizados por el propio autor como un medio para establecer una intervención pública desde la sociología cultural. Este ejercicio permitió a Tognato detectar las huellas incipientes de posibles dramaturgias y performances emergentes de la transición que, durante los próximos años, podrían sentar la pauta para dramas sociales de la transición aptos para estabilizar a Colombia en la nueva etapa de posacuerdos. Al mismo tiempo, el capítulo no duda en advertir sobre los dilemas, desafíos, dificultades y oportunidades inherentes en los performances de la transición que se han alcanzado a llevar a cabo en las “conversaciones de paz”.
Matías Milia, por su parte, se ocupa del cierre de distintas instituciones de educación superior en Ecuador en 2012, lo cual dejó sin clases a poco más de 38 000 estudiantes matriculados en catorce universidades del país. Esta suspensión de las labores fue implementada por el Estado argumentando que carecían de la calidad académica suficiente o no alcanzaban los parámetros adecuados para seguir funcionando como centros de formación educativa. Este performance estatal tiene una importancia enorme en la medida en que abrió una disputa simbólica en torno al concepto de “calidad académica” y su rol en las “proyecciones de autenticidad” sobre la necesidad del cierre de un número significativo de instituciones de educación superior. El capítulo de Milia nos lleva a reflexionar en las capacidades performativas y narrativas del Estado ecuatoriano que le permiten constituirse en el garante de la calidad de la educación superior, el actor que, en última instancia, responde efectiva y eficientemente a los casos públicos de irregularidades y denuncias sobre la supuesta mala calidad educativa de determinadas instituciones de educación superior.
El libro cierra con cuatro capítulos que exploran el performance en la esfera de la vida cotidiana. En primer lugar, Michelle Romero, en “La lengua de Dios: atribución de validez en torno a la conversión, rezo y lectura del Corán en idiomas distintos al árabe”, ofrece una aportación significativa sobre los performances de autenticidad que se despliegan entre creyentes del islam en México. El capítulo muestra que a musulmanes no áraboparlantes se les identifica como actores sociales que emprenden despliegues (conversiones, rezos) con el significado de su válida pertenencia y práctica del islam. Con el mensaje de ser parte de la comunidad de fe, en esos despliegues se presenta una utilización flexible de la lengua árabe. Esta autora argumenta que dichos performances se aprecian por una comunidad religiosa que conoce y moviliza una gran diversidad de criterios para atribuir validez a los actos observados. El capítulo es resultado de una investigación de testimonios recogidos mediante entrevistas y observación en el Centro Salafí de México, discusiones en foros virtuales y de videograbaciones de ceremonias de conversión.
Gimena Bertoni, por su parte, nos muestra en “El despliegue de los pibes de la esquina y sus efectos performativos” el performance de los varones que se congregan en las esquinas de un conjunto de asentamientos periféricos del partido de La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina. Bertoni examina cómo es leída esa representación performática por parte del auditorio, que para este caso se conforma de mujeres que habitan y transitan por esos territorios barriales. El argumento que desarrolla Bertoni es que los performances de los jóvenes varones y el modo en que habitan el espacio público afectan significativamente la cotidianeidad de estas mujeres en el entorno barrial, tomando como punto de partida las interpretaciones que ellas realizan de aquellos. Más aún, permiten delinear y definir los diversos miedos y el sentimiento de inseguridad que experimentan estas mujeres.
El capítulo de Andrés Rincón, “‘Entendible, pero no justificable’: representaciones sobre la legitimidad de la ‘justicia por mano propia’ en México”, explora cómo se construye la disputa simbólica en torno a la legitimidad que una persona tiene para asesinar a unos presuntos delincuentes. Tomando como referencia de análisis un asesino de delincuentes que subieron a un autobús de transporte público, Rincón examina los distintos sistemas de representación colectiva sobre las victimizaciones encuadradas bajo la expresión de “justicieros” y la manera en que son pensados los actores, las víctimas, la audiencia, los medios de producción simbólica y el contexto en donde tales hechos han acontecido. La disputa discursiva referida generó un debate donde el evento quedó enmarcado como un acto de violencia “entendible, pero no justificable”. De esta manera el autor