El taller literario como viaje pedagógico. Mónica Moreno Torres
el texto literario como mediación estética.
El texto está organizado en tres secciones que reúnen trece capítulos.
La “Sección 1. La experiencia literaria del viaje: mundos posibles” incluye siete experiencias de estudiantes en su práctica pedagógica. Abre la exposición el capítulo 1, “Experiencia estética y conversación: encuentros para tejer lazos democráticos en la escuela”, vivencia diseñada a partir de la pregunta: “¿cómo la experiencia estética, con la obra literaria y la fotografía, mediadas por la conversación, promueven el desarrollo de procesos democráticos entre el maestro y sus estudiantes?”.
Luego, en “Del texto literario impreso a la adaptación cinematográfica: una propuesta didáctica para promover los procesos de lectura como experiencia estética”, se indaga, en una escuela pública y en una privada, por la articulación y las diferencias entre el cine de adaptaciones y los cuentos.
En tercer lugar, la pregunta por los ejes transversales de la formación, la experiencia estética y la relación entre arte y literatura permite identificar tres problemáticas como factor común: la enseñanza instrumentalista de la literatura; la invisibilización del maestro y el estudiante, y la ausencia del arte en la educación. De esa reflexión se ocupa el texto “El lugar de la experiencia estética en la formación de sujetos sensibles y deseantes”. En el municipio de Bello, un grupo de estudiantes asumió la pregunta: “¿cómo la experiencia estética abre o no posibilidades para que el sujeto tenga una relación de deseo con el saber?”.
Seguidamente, el capítulo “La memoria como experiencia estética: caminos hacia el pensamiento crítico desde la literatura y las artes visuales” relaciona la literatura colombiana de la época de la Violencia, la obra pictórica de Débora Arango y textos argumentativos impresos y audiovisuales.
El texto “Experiencia estética como ámbito para la formación política de grupos comunitarios en busca de la apropiación política de su territorio” registra el proceso de diez jóvenes rurales del municipio de La Estrella, a quienes los llevó a la creación del colectivo Taller Comunitario Musical.
El artículo “Los niños del Club de Lectura El Conde Letras: jugando y conversando con la lectura y la escritura literaria, en busca del desarrollo de su gusto estético” describe cómo los participantes despliegan el potencial creativo que los distingue como exploradores de otros mundos posibles.
Cierra esta primera parte de experiencias el texto “La estrategia didáctica del seminario-taller: una alternativa para promover los procesos de lectura y escritura académica en la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia”. Un grupo de maestros en formación de la Licenciatura en Humanidades, Lengua Castellana, indagó por la diversidad de estrategias didácticas en esa materia; de ese ejercicio derivó otro que expone algunas propuestas para su realización.
Las pautas para la redacción de estos artículos permiten al lector identificar regularidades en el diseño y los criterios de observación, análisis e interpretación, que ofrecen un conjunto de posibilidades a quienes se interesen en impulsar el taller como experiencia estética en el aula.
La “Sección 2”, denominada “Los sentidos del viaje: el taller literario como aprovisionamiento estético”, reúne reflexiones de estudiantes del Doctorado en Educación, que ofrecen una lectura teórica interpretativa desde una mirada estética. Se trata de un esfuerzo por identificar el conjunto de enseñanzas y aprendizajes que construye y entrega el taller literario en cada experiencia, en contextos universitarios y en diferentes campos científicos.
Esta sección incluye el capítulo 8: “De las cosas contra la razón: taller para una didáctica de la lógica abductiva”. Su autor propone entender la literatura como una clave para ingresar al pensamiento lógico.
El artículo “Un triángulo de infinitos lados” se adentra en la enseñanza y el aprendizaje de la geometría, en el que se plantea la necesidad de alcanzar mayores conocimientos matemáticos en los maestros en ejercicio y que acudan a estrategias lúdicas y estéticas de enseñanza, en busca de un mayor aprendizaje de las matemáticas.
Seguidamente, el texto “La estrategia didáctica ‘cienciatura’: razón poética, experiencia estética y formación” explora la afectación mutua entre ciencia y literatura, gracias a la posibilidad de mediación estética de la literatura para el aprendizaje de la ciencia en la educación superior.
Cierra esta segunda parte el artículo “Los estados del ser en el taller de literatura”, en el que los autores presentan los resultados de talleres con maestros realizados en las ciudades de Bogotá y Florencia, en Colombia. En él se da cuenta de la exploración de la experiencia estética y de las expectativas que se derivan de un juego de producción y construcción de sentido, a partir de la lectura de un cuento de Julio Cortázar, en el que se presentan siete estados del ser y de la materia.
Conocidas estas experiencias y reflexiones, el libro aborda, en la “Sección 3”, la pregunta alrededor de “Las estéticas del viaje: el legado”. En el capítulo 12, Sara Barrena se adentra en la propuesta peirciana de “La abducción en las aulas: pensamiento lógico y creativo”. Por su parte, Mónica Moreno Torres asume “El taller de literatura como experiencia estética y dialógica: unidad de sentido del proyecto didáctico de investigación”. Esta doble mirada al taller literario (la perspectiva teórica y sus fundamentos didácticos) permite al lector extraer la riqueza de los aportes clave para la educación. En particular, el desafío del razonamiento abductivo para articular rigor científico y desarrollo de la imaginación —se propone allí entender la experiencia cotidiana como escenario para crear y crecer—, así como la importancia del proyecto didáctico de investigación, su diseño y desarrollo.
Cynthia Farina participa en el texto mediante “El performance del tallerista”, una metáfora que engloba el sentido de este libro. El prólogo de cada sección es un fragmento de esta metáfora, en la que las docentes despliegan su voz poética para dar cuenta del taller literario como puesta en escena sensible, que se convierte en un viaje que sorprende a los participantes y da sentido a la experiencia estética como otro modo de aprendizaje de las ciencias y las artes.
La ruta está trazada. La bitácora de viaje corresponde a cada lector, según sus búsquedas, preguntas e intereses. ¡Bienvenidos a esta conversación!
Sección 1
La experiencia literaria del viaje: mundos posibles
Prólogo
El performance del tallerista 1
Cynthia Farina
Él acoge la alteración de su conciencia con perplejidad y a ella se aferra con ahínco. Se demora en ella. La escucha. Pero percibe que no es solo de la conciencia de lo que se trata el encuentro con el texto.
En su performance, el cuerpo practica las formas de la propia práctica y la intensificación de esa experiencia. En su performance, se confunden cuerpo, fuerza, forma, texto y método.
Mediante estiramientos y escuchas, él incorpora y se mueve con el espacio. Detecta otras incorporaciones en movimiento. Todavía en sí, escucha esos movimientos. Repara en Pomba Gira, Dionisios, reptiles, invertebrados, exoesqueletos, robots, aeroplanos. Multidimensiones transformadas en espacio. Necesita despojarse del hábito en el cuerpo, a medida que busca el “todavía no” en el gesto. Manifiesta la conciencia a través de la repetición, hasta la saturación de algunos de sus gestos conectivos más cotidianamente surcados. Se erotiza. El cuerpo que él es, deshabilita el hábito incorporado para el toque y la memoria de esa incorporación. Se libera hasta donde puede de la conciencia de sí. Se expande, lo más que puede, en el espacio del encuentro.
La acción y la pasión se imbrican, perceptiva y enunciativamente, performativa y activamente. Ciertas acciones se realizan al ser dichas, de él para él, actos internos de la propia palabra. Se realiza un performance proveniente de un pragmatismo: de desplazamientos pragmáticos en el cuerpo que impregnan la lengua que, ya impregnada de ese esfuerzo, realiza actos ilocutorios. No deja de ser locuaz, pero se embarca en lo que no es del tamaño del locutorio.