El taller literario como viaje pedagógico. Mónica Moreno Torres
por un lado, el poco reconocimiento de la labor del docente por parte del Ministerio de Educación Nacional y, por otro, la subvaloración de los estudiantes como ciudadanos con deberes y derechos en la escuela. Estas limitaciones de carácter social, cultural y económico afectan de forma directa las prácticas educativas en la mayoría de las instituciones públicas de la ciudad.
Con lo anterior, no se pretende agotar o inventariar la lista de dificultades con las que nos encontramos para conversar en el aula. Posiblemente, cada contexto educativo se encuentre con dificultades diferentes. Lo que nos interesa señalar es que, a pesar de las dificultades mostradas en este texto, la conversación y la experiencia estética se pueden convertir en acontecimientos personales y grupales en el ámbito de la educación. De allí que nos preocupen las políticas de cobertura educativa, pues la masificación impide un proceso didáctico de carácter dialógico. El acceso a la educación es un deber y un derecho constitucional, que requiere el diseño de políticas públicas que propugnen por una educación de calidad, con equidad social y económica.
Por su parte, el taller es una metodología adecuada a las pretensiones de habitar el aula de forma democrática, pues al centrarse en el aprender haciendo se modifica la postura que tradicionalmente han asumido maestros y estudiantes. El taller como experiencia estética y dialógica (Moreno, 2014) crea las condiciones de posibilidad para que los estudiantes se atrevan a preguntar, a problematizar, en suma, a poner su voz y pensamiento en el ámbito educativo. Al tener un carácter participativo, en el que se realiza una tarea común, los estudiantes tienen mayores posibilidades de adoptar una actitud cooperativa, comportamiento indispensable para vivir la democracia en la cotidianidad de la escuela.
Este proyecto didáctico de investigación se constituye en un punto de partida para abrir la discusión sobre otros aspectos, como la libertad en la educación, la autoridad, los roles, las posturas y las características de un maestro que favorece una educación democrática. Sigue en la agenda de la didáctica de la literatura y la lectura de imágenes en el salón de clases, la pregunta por las condiciones sociales, culturales y políticas necesarias para implementar una propuesta educativa interesada en la formación estética y ciudadana de los estudiantes.
La experiencia estética y su relación con una educación democrática es un asunto que merece ser más explorado, así como los diálogos disciplinares, didácticos y políticos entre el cuento y la fotografía.
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1 Este texto es una síntesis del trabajo de grado de los autores. Véase Usma y Marmolejo (2014).
2 El personaje principal de la historia es un hombre cuyo traje y mirada es de color gris. Siempre hace las mismas cosas, pues no se atreve a romper su rutina. Interiormente, siente que la vida es un arcoíris; por ello sueña con ser un cantante de ópera. Un día observa que todo tiene los colores que lleva en su interior y decide cantar en la oficina donde labora. El jefe lo amenaza con despedirlo si continúa con su propósito. Ante esto, se pone una venda en una parte del rostro, simulando un dolor de muela; así no estaría tentado a cantar. Intempestivamente, conoce a un director de ópera, a quien le propone escucharlo. Su canto lo deja atónito y lo invita a formar parte de la compañía de ópera. Al espectáculo asisten su jefe y vecinos, quienes también se sorprenden por su capacidad lírica.
3 Todas las citas textuales conservan la escritura original.
4 La primera en color, donde aparecen cuatro personas suspendidas de un pedazo de madera, simulando estar en condición de marionetas en un carnaval. Y la segunda, en blanco y negro. En ella aparecen siete personas, entre jóvenes y adultos, al lado de una máquina de autoservicio de comestibles.