Viejos rencores. Lilian Darcy
–De acuerdo –asintió antes de dejarse llevar por el impulso–. Eres muy atento, Luke. Muchos doctores no se preocupan tanto en estos tiempos y… y me ha gustado trabajar contigo. Creo que hemos formado un equipo muy eficiente.
Hubo un desagradable silencio.
–¿De verdad? ¿Piensas que soy atento? Bueno, aunque te agradezca la condescendencia, déjame aclararte algo: esta es la primera y la última vez que ejercemos juntos, así que ya puedes quitarte cualquier idea rosa que se te haya metido en la cabeza.
Francesca sintió como si le hubiera dado una bofetada con aquella fría y deliberada rudeza y ni siquiera pudo reaccionar. Simplemente lo miró en asombrado silencio dejándole que tuviera él la última palabra.
Que fue lo que hizo.
–Ya nos veremos por ahí, Francesca –el tono indicaba que no le apetecía nada la perspectiva–. Pero procuraré que sea con la menor frecuencia posible.
Dándose la vuelta, Luke entró por la puerta de urgencias y Francesca sólo pudo mirarlo enmudecida.
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