Lycanth-Boy. Iván Pastor Villalonga
Lycanth-boy
Iván Pastor Villalonga
Lycanth-boy
Iván Pastor Villalonga
Impreso en España | Año 2020
ISBN E-book: 978-84-122905-6-1
Maquetación, diseño y producción:
© 2020 Iván Pastor Villalonga
Impresión: © 2020 Gráficas Ulzama www.ulzama.com
Maquetación: © 2020 Sonia Santandreu www.soniasantandreu.com
Ilustraciones:
© 2020 Cristina Rodríguez Acosta (cubierta y caps. 2, 7, 8, 12 y contraportada)
© 2020 Manuel de la Torre (Cap. 1)
© 2020 Christian Vega Llamazares (Caps. 2 y 9)
© 2020 Eva de Lara (Cap. 4)
© 2020 Juan Sánchez Verde (Cap. 5)
© 2020 Sonia Santandreu (Caps. 10, 18 y 22)
© 2020 Diego Doblas (Cap. 12)
© 2020 Vera Calvo (Caps. 13, 14)
© 2020 Lydia Mancebo (Cap. 19)
© 2020 Guido Rodríguez de Lema (Cap. 20)
© 2020 Carmen Aguilera (Cap. 23)
© 2020 Patricia Rodríguez Estévez (Cap.24)
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del © copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamos públicos.
A mi familia: en especial a mi padre y a mi hermano Carlos, por su paciencia, comprensión y cariño. Y, por supuesto, a mi madre, que me dio y me da la vida (literalmente) cada día y que me hizo ver que ningún sueño es imposible.
… y a la VIDA
Prólogo del autor
En abril del 2018, después de una arriesgada cirugía para una biopsia cerebral y el fracaso del nuevo tratamiento, decidí emprender una nueva ilusión: plasmar mis pensamientos, miedos y emociones a través de un libro ilustrado, en forma de ficción fantástica. Como todo estaba en mi cabeza, le pregunté a mi madre: ¿cuánto se tarda en escribir un libro? La respuesta fue decisiva: “el tiempo que tú le dediques”. Y puesto que el tiempo es lo más valioso que tengo, decidí no perder un minuto y ponerme a ello.
Me llamo Iván Pastor Villalonga. Soy un chico de 18 años y sufro un tipo de cáncer infantil raro que se llama histiocitosis de células de Lagerhans y que me diagnosticaron cuando apenas tenía cuatro años. Desde entonces, muchas horas de hospital, tratamientos diversos, esperanzas rotas… y un proceso neurodegenerativo progresivo que, sin embargo, no me impide imaginar. Y de ese deseo de imaginar mundos fantásticos nace este libro.
Supongo que todos necesitamos evadirnos en algún momento de lo que nos rodea. Cuando la enfermedad acecha, esta necesidad de evasión se hace más imperiosa. Y aquí es donde la imaginación juega un papel importante. Por eso no quise escribir una historia de mi vida real, a pesar de que, en mi caso, por desgracia ha sido más intensa que la de la mayoría de los chicos de mi edad: ocho años de quimioterapia, seis meses en Boston para entrar en un estudio de investigación y poder mejorar así mi calidad de vida, diferentes tratamientos experimentales… todo aconsejado por mis queridos médicos, tanto en el Hospital Sant Joan de Deu, en Barcelona, como de las Unidades de Cuidados Paliativos, primero en el Hospital Son Espases de Palma de Mallorca y ahora en el Hospital Infantil Niño Jesús, en Madrid.
En mi caso, esta enfermedad ha tenido muchos efectos: desde la necesidad de alimentarme a través de un botón gástrico hasta la ataxia progresiva, que me impide andar y me obliga a desplazarme en silla de ruedas… y, sobre todo, el dolor continuo e intenso (solo con tocarme me duele cualquier parte del cuerpo). A veces lo hacen todo tan complicado… ¡pero así es mi vida!
Y, sin embargo, la enfermedad me ha enseñado cosas. He tenido que aprender a convivir con el dolor y mis limitaciones que van aumentado con los años. Quizá por eso, sin saber muy bien cómo, un buen día empecé a meditar y ahí encontré un camino de superación a través de la evolución personal, espiritual y mental. A los cinco años de empezar con tratamientos hice un proceso de ACEPTACIÓN. Supe que me había tocado vivir así, con mi enfermedad. Esa aceptación ha hecho desaparecer en mí la frustración. No me considero una persona frustrada por estar enferma. Mi cuerpo físico está enfermo, pero en mi interior (en mi mente, en mi alma) estoy sano. He tenido la oportunidad de conocer gente maravillosa: mis doctores, el equipo de investigación de Boston y Barcelona, que siempre buscan algo para que esté mejor; los equipos de Cuidados Paliativos y todo el personal sanitario que me cuida constantemente y que son fantásticos… El hospital, ese segundo hogar, también me ha dado la oportunidad de conocer cómo se vive en una planta de Oncología con otros niños enfermos de cáncer. Algunos de esos guerreros y guerreras ya no están con nosotros, aunque su recuerdo sí está de alguna forma presente en estas páginas.
Pero, como digo, mi enfermedad plantea muchas limitaciones en la vida diaria. Por ejemplo, necesito ayuda para que escriban por mí lo que yo relato. Es por eso que tengo que agradecer especialmente a las personas que han estado a mi lado ayudándome a transcribir lo que solo existía en mi imaginación, empezando por Martin García Parra, pedagogo y voluntario de INèDITHOS, que me ayudó a dar los primeros pasos, que siempre son los más difíciles. Martín se quedó en Mallorca y, al llegar yo a Madrid, su trabajo lo continúo con enorme cariño María Ángeles Suz, colaboradora de la Fundación Ana de Paz. Además, Carlos Muriana, guionista y gran amigo, me ha ayudado desde el principio a darle forma y coherencia a mi historia.
Pero hay muchísimas otras personas a las que tengo que agradecer su tiempo y su ayuda desinteresada. Por supuesto, a todos los ilustradores e ilustradoras, en especial a Cristina Rodríguez-Acosta que los ha coordinado. ¡No os hacéis una idea de lo que ha supuesto para mí ver plasmado en un dibujo aquello que tenía en mi cabeza! ¡Gracias! Y todo esto no habría sido posible sin la ayuda de entidades como la Fundación Porque Viven, que ha ido mucho más allá de su impagable labor en la asistencia con los cuidados paliativos; la asociación INèDITHOS de Palma, que me dio el primer impulso; y, por supuesto, a la Fundación Ana de Paz, que se volcó desde el primer momento con una gran generosidad y, finalmente, ha materializado el sueño de ver mi libro editado.
Este libro es el PROYECTO DE MI VIDA. Mi gran aliciente en los últimos dos años ha sido llegar a terminarlo y verlo editado para así dejar un poco de mí en este mundo que necesita más alegría y fuerza para vivir la vida, siempre con una sonrisa y con ilusión.
Iván Pastor Villalonga
Capítulo 1
“El lobo”
A Navy siempre le había gustado el contacto directo con la naturaleza. Por eso, aquel día, cuando sus padres le dijeron que visitarían el Parque de Yellowstone para celebrar su 14 cumpleaños, se alegró mucho. Después de los últimos ingresos en el hospital, aquel viaje era un verdadero regalo.
Era un día luminoso, tranquilo. El tiempo era excelente y el tibio sol de la primavera invitaba a sentarse en la hierba, de manera que, cuando sus padres y su hermano le dijeron que iban a dar un paseo, él prefirió quedarse allí a meditar. Navy era un chico muy espiritual y la cosa que más le gustaba del mundo era meditar en contacto directo con la naturaleza, disfrutando de la paz y del silencio.
Apenas habían pasado unos minutos cuando ocurrió algo que le cambiaría la vida para siempre. Su meditación alcanzó un punto tan intenso que Navy notó cómo su cuerpo y su espíritu eran transportados a un plano superior, al mundo etéreo donde viven los tótems, que es el nombre que los nativos americanos dan a los animales espirituales.
Cuando Navy abrió los ojos se dio cuenta de que el entorno había cambiado