Terapia craneosacral. Gert Groot Landeweer
de cada paciente. Lo denominó primero médico interior y más tarde sabiduría interior. El diálogo con esta sabiduría interior fue designado como trabajo con imágenes terapéuticas y diálogo terapéutico, abreviado: ITDT. Upledger comprendió que al establecer un contacto profundo con el paciente en el transcurso del tratamiento craneosacro era casi siempre posible pedirle al mismo establecer contacto con su médico interior. Normalmente, este médico era capaz de responder a las preguntas sobre las causas y las posibilidades de curación de la patología. La capacidad intuitiva de Upledger le permitía establecer contacto verbal con diferentes partes del cuerpo, con órganos enfermos e incluso con células específicas. Cada una de las partes del cuerpo –ya sean grandes o pequeñas– dispone de una conciencia propia y puede proporcionar informaciones únicas sobre su estado, la causa del mismo y la aplicación de los medios o medidas terapéuticas necesarias. Quiero presentarles al final del libro la realización de un viaje interior (ver pág. 93 y ss.) que le podrá ayudar a establecer contacto con su sabiduría interior.
La energía que penetra puede ser liberada (izquierda) o encapsulada.
El sistema craneosacro
El sistema craneosacro está formado por el líquido cefalorraquídeo y por todas las estructuras que intervienen en su producción, almacenamiento y reabsorción en el torrente sanguíneo.
Líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo es producido en los cuatro ventrículos cerebrales. Los dos ventrículos cerebrales laterales están situados en los dos hemisferios, el tercero queda situado en el centro, un poco por encima de la base del cráneo, y el cuarto está situado aproximadamente en el centro, a la altura del cerebelo. En los ventrículos encontramos unas vellosidades que filtran el líquido cefalorraquídeo de la sangre de las pequeñas arteoriolas, como si se tratara de un filtro de café. El líquido producido por los ventrículos laterales se dirige hacia el tercer ventrículo, donde se mezcla con el nuevo líquido allí producido y se dirige hacia el cuarto ventrículo, donde se mezcla con el nuevo líquido producido en este último y continúa después en dos direcciones. Una parte del líquido permanece en el sistema nervioso, donde, en medio de la médula espinal y por un pequeño canal central, fluye hasta la parte más baja. La otra parte de líquido abandona el interior del sistema nervioso para dirigirse al espacio aracnoideo, donde puede bañar la médula espinal y encefálica. Por lo tanto, el líquido fluye tanto hacia arriba, para situarse alrededor del cerebro, como hacia abajo, para bañar la médula espinal. El líquido que circula hacia abajo es denominado líquido raquídeo, si no es líquido cefálico. El líquido circula por el encéfalo y la médula espinal hasta que es reabsorbido en la sangre. Los senos durales del cráneo son los puntos de la cabeza en los que el líquido cefalorraquídeo es reabsorbido hacia el torrente sanguíneo. Aquí también encontramos vellosidades que salen del espacio aracnoideo y penetran en los senos para conducir el líquido cefalorraquídeo de nuevo hacia el torrente sanguíneo –lo mismo ocurre en la columna vertebral a nivel de todas las raíces nerviosas; estas estructuras en forma de vellosidad conducen el líquido raquídeo de nuevo hacia el torrente sanguíneo.
Conjuntamente con la duramadre encefálica y la duramadre espinal, el líquido representa principalmente una protección para el encéfalo y la médula espinal. Ambos se encuentran sumergidos en este líquido, que actúa como amortiguador ante las fuerzas mecánicas externas, es decir, ante un posible golpe o caída.
Meninges encefálicas y espinales
Estas meninges envuelven el encéfalo y la médula espinal, así como los nervios que salen de ambos, hasta su respectivo orificio de salida en el cráneo o en la columna vertebral. En el interior de estas meninges se almacena el líquido cefalorraquídeo.
Duramadre encefálica
Esta meninge dura y externa forma una pared resistente e impermeable que se inserta en varios huesos, de forma que éstos podrán ser utilizados como palanca en el tratamiento. De superior a inferior tenemos todos los huesos del cráneo, la segunda y tercera vértebras cervicales, el sacro y el cóccix. La duramadre encefálica reviste el conjunto del espacio óseo del cráneo como periostio de los respectivos huesos del cráneo. Forma además el sistema de membranas del interior del cráneo, que separa diferentes estructuras encefálicas entre ellas. La hoz del cerebro separa los dos hemisferios cerebrales, y la hoz del cerebelo, los dos hemisferios cerebelosos; la tienda del cerebelo separa el cerebro del cerebelo. La hoz del cerebro dispone de puntos de inserción ósea en la cara interna del etmoides, el frontal, ambos parietales y el occipital. La hoz del cerebelo queda situada en la cara interna del occipital, y la tienda del cerebelo se inserta en la cara interna del occipital, en los dos parietales y temporales y en la cara superior del esfenoides. A su altura, en medio de la base del cráneo, la duramadre forma un punto de paso para la hipófisis; en el orificio occipital mayor, la duramadre forma un anillo grueso que sirve de punto de paso para la prolongación de la médula espinal.
En la columna vertebral, en el canal vertebral, la duramadre encefálica forma una estructura tubular, el “tubo dural”. El canal vertebral se extiende desde la región cervical hasta el sacro pasando por la región torácica y lumbar recorriendo toda la columna vertebral. El tubo dural se une con la cara posterior de las segunda y tercera vértebras cervicales y la segunda vértebra sacra, y con la cara superior del cóccix.
Piamadre y aracnoides
La meninge blanda interna (piamadre) está directamente en contacto con el encéfalo y la médula espinal. Sigue todas las circunvoluciones y surcos de estas estructuras y envuelve también los vasos sanguíneos que discurren por el encéfalo y la médula espinal. Esta estructura se ocupa de que diferentes sustancias que circulan por el torrente sanguíneo no puedan alcanzar las sensibles estructuras nerviosas; es lo que se denomina barrera hematoencefálica. La duramadre y la piamadre están conectadas entre ellas a través de la aracnoides y forman de esta forma un gran espacio parecido a una gran sala con columnas. Este espacio es ocupado por el líquido cefalorraquídeo y por los vasos sanguíneos – estos últimos discurren por él a modo de tubos de riego. El conjunto de las meninges que envuelven el encéfalo y la médula espinal se encuentran en el interior del cráneo y del canal vertebral y sacro.
Tratamiento
El tratamiento de las meninges encefálicas y espinales se hace mediante estiramientos. Para las meninges espinales puede conseguirse dicho estiramiento a través del movimiento, realizando un estiramiento mantenido con la cabeza o efectuando movimientos de basculación simultáneos de la cabeza y de la pelvis. Las meninges encefálicas requieren la aplicación de las técnicas de descompresión, en las que, a través de una tracción de los huesos del cráneo, puede liberar las tensiones de las meninges (ver pág. 71). Las vainas conjuntivas de todos los nervios craneales y espinales están unidas al cráneo y a la columna vertebral en sus respectivos puntos de salida con el hueso. Si realiza estiramientos de las meninges espinales y encefálicas y de los músculos, también estará tratando estas vainas de tejido conectivo de los nervios; para ella no existen por lo tanto técnicas especiales.
El ritmo craneosacro
El Dr. Upledger partió de la base de que la producción de líquido cefalorraquídeo era rítmica y que el drenaje, en contraposición, era constante o continuo, como si se tratara de un lavabo en el que abrimos el grifo rítmicamente, pero el ritmo de salida del agua no se modifica en absoluto, de forma que el nivel de agua del mismo aumentará y disminuirá rítmicamente. Upledger y sus colaboradores descubrieron que las suturas craneales no están osificadas ni son inmóviles: contienen vasos sanguíneos,