Inmigración internacional en Chile. Baldomero Estrada Turra

Inmigración internacional en Chile - Baldomero Estrada Turra


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decidida, con el tiempo se fue postergando8, y con un escaso presupuesto9 en comparación a otras naciones de la región, Valparaíso se ventilaba al mundo con una corriente de inmigrantes mucho menor, aun así lo extranjero fue estudiado desde su propio muelle, para que se hiciese masiva al otro lado de la cordillera10, tanto así que Argentina le daría un lugar especial por medio de leyes que la favorecían en su Proyecto de Constitución de 1853; práctica que décadas antes la habían iniciado las ciudades puertos más importantes de todo el Continente Americano que comienzan a acoger un flujo de inmigrantes que iba en aumento provenientes de Europa, e incluso de Norteamérica11.

      Ante lo ya expuesto, desde una mirada de conjunto al tema, pasamos a indicar que el presente trabajo inicia con una breve descripción de la inmigración, y su relación con la religión desde la Colonia, por considerar de nuestra parte que incluye factores que se relacionan directa o indirectamente con nuestro tema en general. A pesar de aquello, nuestro escrito va compartiendo generalidades de aquella vida diaria, no pretende centrarse en una descripción exhaustiva en la descripción de las colonias de extranjeros que se fueron formando desde el inicio de la República, temática que por lo demás ha sido muy bien trabajada en lo historiográfico, ni menos se pretende hacer una crónica puntual de la conformación de los grupos religiosos que son parte de dichas colonias extranjeras, lo cual pasa a ser labor de la disciplina de la historia religiosa chilena. Aun así, estos dos aspectos en un grado no menor estaban entrelazados, se fusionan en ocasiones, y ante aquello, a medida que se va leyendo el presente relato, confiamos en el presupuesto de que el lector está al tanto que para la época que nos disponemos en describir, tanto la nacionalidad como la religiosidad eran una identidad indisoluble, y sin dejarse de concebir la una sin la otra, que debido a eso al explicarse dicha sociabilidad, se le añade en ocasiones un compuesto u origen doble, la inmigración y las misiones protestantes, y que a pesar que el flujo migrante mantenía un contacto con sus iglesias madres, describiremos en las siguientes páginas no necesariamente lo misional12, destacando del inmigrante su pensamiento práctico del diario vivir, como el de la acción comunicacional religiosa-filosófica-política ante a lo que se ve enfrentado en el espacio público por la falta de ciertos derechos fundamentales. Dicho fondo de antecedentes, de los cuales algunos de ellos nos proponemos narrar, más la descripción del clima religioso-político conservador que se enfrenta a tan particular flujo de inmigrantes, desde la prensa de la época, rescatamos la publicidad de un cúmulo de ideas, de como algunos de dichos pensamiento se fundamentaron desde la cosmopolis de Valparaíso.

      Ya conocido desde lo macro, el objetivo a desarrollar sobre ciertos rasgos de la inmigración y sociedad eminentemente protestante porteña, en las últimas páginas pondremos énfasis por consignar un perfil foráneo de sujetos de dicha sociabilidad, centrándonos en el inmigrante norteamericano, una forma de visibilizar ante el lector un cierto perfil de pensamiento inmigracionista en Valparaíso, contrastando con las reacciones propias del sector conservador que hará de contención, la cual se manifestó por una parte de la prensa santiaguina.

      Por ser parte importante del tema, se ha añadido a nuestra breve descripción, la propia estadía en un ambiente único que le brindaba Valparaíso como modelo y aporte clave a exiliados inmigrantes transandinos, de los cuales, dos de ellos, serán fundamentales para la promoción de la inmigración y todo lo que vino a significar en el engrandecimiento a la Argentina, nos referimos principalmente a Juan de Dios Alberdi, y de referencia a F. A. Sarmiento.

      I. LAS RUTAS QUE TOMA EL PROCESO MIGRATORIO EN LOS FUTUROS PUERTOS DE AMÉRICA

      Si bien el descubrimiento de América por navegantes europeos se da dentro de una Europa Occidental y cristiana aún unida, a tres décadas de iniciada la Conquista comenzaba a zanjarse una profunda división desde lo teológico, conflicto cuya influencia mayor sería en lo político, pasando por lo cultural, y evidenciando comportamientos en lo social.

      Modificadas las fronteras políticas por fronteras religiosas en Europa, los movimientos migrantes no solo responden a lo misional, son a consecuencia del conflicto de naturaleza religiosa y después política. Por un lado, tenemos el migrar a causa de ciertos principados cuyos territorios se hacen protestantes, por otra parte, está la expulsión de miles de familias completas como el caso de los hugonotes franceses hacia el reino de Prusia, en Alemania, o ya entrado el siglo XIX por causas de guerras o de la política contingente con revueltas internas.

      Ante esa realidad y a pesar que el mayor volumen de inmigración fue en dirección a Norteamérica, incluido el mínimo movimiento de gentes que se trasladaron a Chile desde mitad del siglo XIX, fenómeno que mayormente seguía favoreciendo en su expansión a la religión protestante, un dato no menor, aquellos actos de cruzar continentes con su cargas ideológicas, estructuras sociales y mentales, parten ya desde la segunda mitad del siglo XVI13, donde lo religioso e inmigración estaba en sólida concordancia para el siglo XVII, y que J. H. Parry nos lo resume:

      “Claro está que la religión no podía faltar en los argumentos al discutir cualquier gran empresa del siglo XVII. Como los españoles, los teóricos ingleses apelaron al sentimiento religioso y el fervor misionero. En el siglo XVII, cada compañía colonizadora de cada país europeo pretendía que la propagación del Evangelio era su causa principal”14.

      Si bien, es válido preguntarse, ¿qué tan subordinado estaba dicho motivo religioso a una práctica de fe comprometida y sincera por sobre la búsqueda de riquezas? A pesar de no poder responder por nuestra parte, se mantuvo en el tiempo. La invitación a emigrar utilizando un ambiente religioso, como el caso para la segunda mitad del siglo XIX, llama la atención, pues se hizo un ferviente llamado desde los pulpitos por medio de la predicación en Alemania, en la cual se invitaba a emigrar a Chile en 1884, por boca del predicador evangélico Barchewitz von Krause15.

      1) El poblamiento migratorio y las ideas que navegan con el comercio

      Por la parte católica, comenzaron la exploración de los territorios tanto de tierra firme como espacios marítimos, con un fuerte sentido de cruzada, y cumpliendo severas políticas dictadas por la Contrareforma. El Imperio español junto a la Iglesia Católica, a medida que se avanzaba en el descubrimiento hasta lo más austral de la tierra firme y navegable, habían llegado al acuerdo de ir evangelizando a los naturales, y de adoctrinar a los criollos nacidos en las provincias españolas. Para ello, las órdenes religiosas que venían detrás del soldado conquistador fueron claves en formar una nacionalidad que creció bajo severas advertencias de evitar el contagio con quienes encarnaran creencias protestantes, especialmente con merodeadores marítimos que profesaran dicha fe. De este modo, formados por la Inquisición, generaciones de criollos chilenos asumieron el rechazo en su manera de vivir, tomando distancia al momento de algún tipo de contacto, pues “creían contaminarse de herejía en su trato con los extranjeros”16.

      Leer a José Toribio Medina nos ayuda a entender hasta que punto llegó a ser el arraigo que había tomado nuestra pasada idiosincrasia en contra de todo lo que fuera sospechoso a extranjero de cuna protestante, lo cual dicha antipatía se manifestara abiertamente hasta el primer siglo de la República. Todo lo que viniese del exterior teñido de herejía, atentaba en contra de la seguridad nacional, como el caso de seis de los nueve marinos ingleses de Cavendish, y que fueron ahorcados en la plaza de Armas de Santiago17, y que a nuestro juicio eran los más dogmatizados de aquel grupo con ideas puritanas. No solo un celo religioso había crecido lo suficiente en los siglos XVI y XVII, también se reflejaba en un encono a lo extranjero no católico, como el macabro caso de llegar a exhumar al navegante calvinista Hendrick Brouwer después de muerto, estando sepultado en los alrededores de Valdivia para 1643, he aquí lo que afirma a aquello la crónica de Medina: «En odio a esos enemigos religiosos, el primer capitán español que llegó a aquellos sitios hizo desenterrar el cadáver del jefe enemigo que había sido allí sepultado, “y por ser hereje lo quemó”»18.

      Para la segunda mitad del siglo XVIII, la condición íntima emocional a lo extranjero no católico que se avistaba en nuestras costas no había cambiado, solo se había moderado. En un estado de sentimiento religioso tal, con una escasez de solvencia en lo comercial, se vence la desconfianza, y se hacen los primeros intentos de acercamiento a la sociabilidad chilena, por medio de los británicos en periodos de paz, y a causa de tratados de amistad con España, y acuerdos comerciales para entrar en


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