Inmigración internacional en Chile. Baldomero Estrada Turra
“participaron plenamente en el desarrollo económico y prestaron valiosos servicios al desarrollo de la sociedad”53.
Krebs, prosiguiendo en su enfoque en la generalidad de América Latina, en uno de sus párrafos informa que establecida la inmigración, se daba comienzo desde la mitad del siglo XIX en adelante, a la acción misionera, cuyos “impulsos más fuertes provienen de los Estados Unidos”54, acción de lo cual nos restamos de relatar aquí por lo dado a entender en la introducción a este trabajo, pero cuyo dato nos pone en la antesala de la realidad chilena, pues esa acción fue tardía en Chile, y serán los propios inmigrantes quienes nos pasaran a ilustrar los pormenores de como la asumieron desde el aspecto político religioso.
Para Simon Collier en uno de sus reconocidos textos, en su punto titulado “Inmigración”, al tratar el caso de Chile puntualmente, a causa del interés que va despertando el fenómeno en toda América, Collier va haciendo una relación de las opiniones favorables que nacen desde la funcionalidad del extranjero en el propio Valparaíso, o emitidos definitivamente contrarias y opositoras donde en estas últimas se vio involucrado el pensamiento de la Iglesia católica chilena por medio de La Revista Católica55 publicada desde Santiago en cuanto a la colonización por inmigrantes alemanes en Valdivia, no faltando las tantas publicaciones en referencia al trajín proselitista de los extranjeros protestantes de Valparaíso. La posición opositora se le identifica, lo cual enfatiza dicho historiador citando solo una parte a La Revista, que no es per sé el oponerse a la inmigración por parte de la Iglesia mayoritaria, sino a que no se colonice con protestantes56 por una serie de serias aprensiones que más abajo pasamos a indicar; nosotros en función de nuestro interés transcribimos el párrafo completo desde La Revista: “No nos oponemos a la colonización en general; lo que no queremos ni aprobamos es que se colonice con protestantes y con protestantes de raza tan distinta de la nuestra. Queremos una colonización que nos traiga ventajas; pero ventajas exentas de males”57.
2.2) El Santiago conservador, y su defensa en contra de una población inmigrante propiciada desde Valparaíso
“…la legislación española de los últimos siglos mas bien legislación canónica que legislación civil: las leyes sobre asuntos puramente eclesiásticos se prodigan con tanto exceso que los pueblos sometidos al dominio del rey de España recibían mayor número de disposiciones canónicas de la Península que de Roma y sus Obispos. Hasta ahora subsisten estas intactas, sin que los rayos del sol de la república hayan podido iluminar la mente de nuestros ciudadanos, para distinguir y extirpar los abusos del despotismo español respecto de la Iglesia Santa”.58
El párrafo copiado de La Revista, en un artículo que lleva por nombre “Mirada retrospectiva al diez y ocho de Septiembre”59, está inserto en un contexto donde se destaca que las garantías de libertad las agranda y las ha conservado la acción de la Iglesia católica ante el pasado despotismo de la Corona española. Ante aquello, la Iglesia también pasó a ser salvaguardia para el presente en la República, ya que ella “es un elemento salvador de las libertades públicas”60. Ella dirige la vida de los ciudadanos, y ante eso asegura a la sociedad el verdadero orden social que da la religión de los padres, por medio de la unidad de creencias.
Ante la salvaguardia de aquel orden en las primeras décadas de la vida republicana, las creencias de religión y moralidad pública, se veían amenazadas por la inmigración, pues atentaban a que se perdiera “la dicha de que todos los chilenos estamos de acuerdo en nuestra creencia, y es justo que no queramos perder la unidad religiosa, que es una de las mayores ventajas que puede tener una sociedad”61, todo ello le preceden párrafos que incluyen a Norteamérica acentuando que tiene unas características únicas por la gran extensión de territorios a poblar para recibir un variado grupo de inmigrantes con diferentes creencias, no así en el caso de Chile; sin dejar de considerar por nuestra parte que en opinión de La Revista “la forma federal de su Gobierno no le permite por otra parte desplegar intolerancia con los que profesan distintos cultos”62.
Pero dichas declaraciones leídas son en parte el resumen que se comienza a armar ya hace diez años antes, producto de los primeros emigrantes que según La Revista son protestantes, llegados a Valdivia, hecho ya relatado arriba. Dichos pensamientos iniciales, por haber aparecido en una gran cantidad de publicaciones de La Revista, en contra de la inmigración protestante, aquí al ser imposible poder emitirse todos por la variedad de referencias y argumentos que contienen, hemos escogido de dos artículos a exponer al lector, indicaciones puntuales que están dentro de los títulos de colonización e inmigración.
Según La Revista “de los 500 colonos…, que hay en Valdivia se encuentra un número muy reducido de católicos, siendo el resto protestantes o impío”63, lo que conlleva en el orden práctico a que el trato y contacto con los disidentes era un peligro. Lo peligroso se manifestaría por la imitación a causa de “las deslumbradoras exterioridades de la fortuna, de la industria, de la instrucción tal vez, están de los primeros”64, lo cual significaría que para los creyentes católicos causaría, ya sea el abandono, o el indiferentismo hacia el el catolicismo, planteamiento este último muy recurrente por lo demás con respecto a la penetración de inmigrantes protestantes, especialmente desde Valparaíso hacia las zonas del interior. A juicio de los redactores “el mal toma carácter más serio desde que comienzan a efectuarse matrimonios mixtos”65, esos enlaces serían funestos, por el hecho de que con el tiempo Valdivia podría quedar descatolizada, o podría pasar a tener tal mayor independencia, al grado “que bien pronto estaríamos palpando la debilitación de los vínculos sociales que trae consigo la libertad de cultos”66.
En cuanto al peligro de la libertad de cultos, el argumento en su contra reside para La Revista en que “la unidad de creencias conserva y perpetúa el vínculo civil”67, y esto es un costo para el libre examen, que por naturaleza entraña en el propio sesgo crítico del protestantismo, y si no existe una denuncia clara y contundente “Valdivia sería por fin el foco de la propaganda protestante que no respetaría fronteras ni límites, sino que haría frecuentes incursiones en nuestras ciudades situadas al norte de nuestra provincia”68, ante aquello es necesario prevenir para que no levanten templos los sectarios de Lutero y de Calvino.
Los argumentos con los que nos encontramos son en razón a que una raza superior terminaría por absorber a la débil, en este caso a los indígenas y mestizos de la zona. Otro de los riesgos que al diferir en religión, raza, costumbres etc., se modificará a la población yendo en contra del resto de la República, poniendo como ejemplos los casos negativos de las divisiones existentes que se han dado en Estados Unidos. Por último, se saca a luz un concepto recurrente para esa década, de que se pudiese estar en peligro de una anexión a Norteamérica, por el hecho de que “la religión y la raza serían por consiguiente mas análogas también a las del coloso del norte”69.
Al diario El Mercurio de Valparaíso, La Revista no solo lo acusa de producir, entre otros, sendos artículos en favor de la inmigración extranjera70, y que ha venido a ser un “antiguo defensor del protestantismo”71. A esta predisposición en discutir temas en favor de inmigración desde las imprentas de Valparaíso, se añade ahora el Ferrocarril, de Santiago, y en base al diálogo que La Revista pasa a hacer en respuesta a un artículo del matutino santiaguino72, copiaremos y comentaremos una parte de lo que es de nuestro interés al tema.
Los articulistas del Ferrocarril se centran, según La Revista, “ocupándose de los obstáculos religiosos con que cuenta en Chile la inmigración, se fija en el exclusivismo religioso sancionado por nuestra carta fundamental”73, y la acción del clero, pues “notorios son los embarazos con que dificulta los matrimonios mixtos, cuando no los impide”74. Para La Revista no es un obstáculo, no es una explicación razonable el tal exclusivismo católico para la inmigración, ni menos los impedimentos que resultaran de los futuros matrimonios mixtos, pues para esto último “es más conveniente preferir la inmigración católica a la protestante”75, Prosiguen una serie de preguntas y respuestas así misma que se hace La Revista al caso de por qué son, según ella, que “en los Estados Unidos de América los católicos forman los dos tercios de la inmigración”76. Descartadas las indicaciones que presenta el Ferrocarril por medio de los comentarios que da la Revista en su desarrollo de varias páginas, esgrime, concluye: “Lo que busca el inmigrado es comodidad material, y poco se