Indicadores de calidad en educación superior. Jairo Sánchez Quintero
Gadamer, citado por Campos (1999): “ninguna interpretación podrá sobreponerse a otra en nombre de la verdad y, por tanto, una perspectiva no podrá ser nunca reflejo de una realidad objetiva” (pp. 8-9). Por esta razón se acudió al diálogo con múltiples perspectivas teóricas y con la experiencia de actores universitarios significativos, en busca de las perspectivas e interpretaciones más completas, éticas y creíbles de la realidad de los programas universitarios de administración. Asimismo, según Madison, citado por Schwandt (1994), en la hermenéutica ontológica12 el método es menos la aplicación de reglas y más la actividad de usar principios éticos para guiar la elaboración de interpretaciones en una situación concreta. En consecuencia, en esta investigación se asumió un compromiso ético y moral enmarcado por principios de honestidad, franqueza, integridad y transparencia.
Según Schwandt (1994), el círculo hermenéutico en la hermenéutica ontológica, de Heidegger, Gadamer y Taylor, es un requisito para la comprensión que da la conexión entre teoría y práctica. Siendo este el tipo de hermenéutica adoptado en esta investigación, los momentos del diseño partieron desde la realidad empírica de los programas de administración de empresas, la conceptualización de indicadores de calidad, la comprensión y jerarquización de los 183 indicadores del CNA y el entendimiento de los aportes de la acreditación de alta calidad en materia de indicadores, para luego comprender la praxis de egresados, directivos, profesores y pares evaluadores a través de sus perspectivas, hasta finalmente establecer las relaciones e interacciones de los indicadores relevantes que permitieron configurar un sistema para mejorar el aprendizaje de los estudiantes como mejor expresión de la calidad universitaria en un nuevo horizonte de comprensión.
Los momentos empíricos o prácticos y teóricos (abstractos) se realimentaron sucesivamente, lo que brindó mejores comprensiones debido a los datos que suministraron para el logro de los objetivos específicos y, en consecuencia, del objetivo general. En este sentido, la investigación consideró que tanto los datos empíricos como los abstractos tienen la misma importancia: los primeros se obtuvieron a través de entrevistas y de la vivencia personal y experiencial del autor como profesor y directivo universitario, mientras que los segundos, datos teóricos, corresponden a los obtenidos en la revisión de antecedentes y de literatura nacional e internacional.
El círculo hermenéutico también se puede entender en esta investigación como la trayectoria que permitió ir de la realidad del todo (el programa) a sus partes constituyentes (los procesos y los actores), y de estas a un nuevo todo constituido por una nueva configuración teórica de programa, representado en una propuesta de sistema de indicadores cruciales y prioritarios de calidad que constituye a su vez un nuevo horizonte de comprensión. Finalmente, el “círculo hermenéutico” de Gadamer, que en la perspectiva hermenéutica heideggeriana sería más bien una espiral, puede entenderse como un camino que va de lo previo, derivado de la tradición del investigador, a las revisiones y avances en comprensión, producto de los datos obtenidos en la literatura, para luego ir a los datos empíricos obtenidos en las entrevistas y trascender a una comprensión más completa de lo que constituiría una nueva teoría sustantiva13; en este caso, una teoría de indicadores cruciales y prioritarios de calidad para la evaluación y el mejoramiento de la calidad de programas en administración de empresas y, por extensión e isomorfismo, de otros similares en educación superior.
La figura 3 representa la aplicación del “círculo hermenéutico” que llevó a una propuesta de sistema de indicadores, donde ocurre la llamada “fusión de horizontes” de Gadamer desde las perspectivas de los actores universitarios entrevistados y los autores revisados y analizados en la literatura nacional e internacional.
Figura 3. El círculo hermenéutico en la investigación sobre indicadores
Fuente: elaboración propia.
Posición metodológica de la investigación
Consistente con las posiciones ontológica y epistemológica anteriormente mencionadas, el diseño metodológico correspondió al de una investigación cualitativa hermenéutica, en la que los datos se obtuvieron a partir de fuentes documentales, bases de datos del Icfes y entrevistas individuales a profundidad dentro del plan o procedimiento investigativo, constituido por los momentos hermenéuticos que más adelante se presentan.
Sobre el enfoque hermenéutico, González (2008) considera que:
El investigador recauda información de variadas fuentes cuya organización y disposición (notas crudas) da lugar a un texto (Corpus) que ha de ser intervenido a fin de desvelar los sentidos y significados que los autores del discurso registrado en el mismo atribuyen a las acciones a las que se refieren en dicho texto (p. 106).
Como resultado de esta investigación se originaron cinco productos: 1) los indicadores propuestos desde antecedentes y referentes teóricos nacionales e internacionales; 2) el análisis y comprensión de los indicadores del CNA mediante el uso del software ATLAS.ti; 3) los indicadores relacionados con el desempeño en las pruebas ECAES 2004-2010; 4) los indicadores asociados a buenas prácticas de acreditación, y 5) un esquema de propuesta de sistema de indicadores. Los tres últimos textos en particular fueron posibles gracias a la identificación de sentidos y significados de los egresados, profesores, directivos y pares evaluadores de programas académicos de pregrado en administración de empresas, obtenidos mediante entrevistas individuales a profundidad. Así, con la integración de los cinco documentos se obtuvo un gran corpus final que permitió, después de su análisis, identificar 34 indicadores y configurar un sistema de indicadores de calidad para evaluar y mejorar programas de administración de empresas.
Los hallazgos de una investigación cualitativa hermenéutica naturalista (en su ambiente natural, es decir, el de los programas de administración para el caso de esta investigación) deben validarse por algún medio, entendiéndose por validar “dar fuerza o firmeza a algo, hacerlo válido”; en otras palabras, se trata de garantizar que el resultado del trabajo es aceptable, firme, riguroso, creíble, robusto, fuerte, confiable, efectivo, soportado, corroborado, sustentado, bien fundamentado en la lógica o la “verdad” (esencia) y que vale o debe valer por la argumentación, las evidencias, la posición y el acuerdo intersubjetivo de los actores involucrados internamente y en su contexto. Esta posición metodológica se deriva de la posición epistemológica que se asumió, esto es, la hermenéutica cualitativa, de manera que se realizó triangulación de perspectivas, fuentes, teorías, métodos y análisis para ganar en atributos tales como credibilidad, autenticidad, transferibilidad, fiabilidad y confirmabilidad (Guba y Lincoln, 2001).
La dimensión temporal de este trabajo está comprendida entre julio de 2009 y julio de 2013. Además, el tiempo de análisis de los datos teóricos y empíricos coincide con el tiempo en que se desarrolló la investigación, por cuanto, en forma similar a lo que ocurre en los enfoques de teoría fundamentada, el análisis es simultáneo a la elaboración del proyecto investigativo debido a los aportes valiosos que se generan no solo en las prácticas de los actores universitarios entrevistados y la literatura explorada, sino en las prácticas del autor, que en este caso también es un actor universitario. En cuanto al trabajo de campo, este se realizó mediante un cuestionario de entrevista individual semiestructurada14 a profundidad, cuyas respuestas fueron grabadas y complementadas con notas de campo registradas durante las entrevistas.
Los cinco programas de administración de empresas que se estudiaron (con resultados opuestos en ECAES durante el periodo 2004-2010) permitieron conocer los indicadores de desempeño y calidad asociados a buenas prácticas y efectividad en cuanto a planeación, investigación, enseñanza, compromiso social, gestión, bienestar universitario y disponibilidad de recursos. Respecto a mejores prácticas, se seleccionaron intencionalmente los programas que obtuvieron los resultados más positivos en las pruebas ECAES cada año durante el lapso analizado. Estos programas debían estar acreditados por alta calidad, y el desempeño de sus estudiantes en las pruebas debía hallarse por encima del promedio nacional.
Como programas contrastantes se