La Guerra Civil española 80 años después. Javier Cervera Gil
decisiones, la deriva de la Guerra Civil española.
En suma, como se ha recogido al comienzo de esta introducción, esta relación de diecinueve trabajos han completado de forma muy enriquecedora e interesante la exposición de las ponencias y los debates del congreso internacional «La Guerra Civil española 80 años después. Debate entre historiadores». A partir de la lectura de estas comunicaciones, el lector se planteará preguntas, suscitará en él reflexiones e invitará a cualquier interesado por la Guerra Civil española a seguir investigando para continuar aportando un conocimiento serio y riguroso sobre este trágico episodio de la reciente historia de España.
Diciembre de 2019
Y ¿MADRID?, ¿QUÉ COME MADRID?
EL ABASTECIMIENTO DE LA CAPITAL
DE LA REPÚBLICA A TRAVÉS DE LA MIRADA
DE FRANCIA Y GRAN BRETAÑA
Ainhoa Campos Posada Universidad Complutense de Madrid
LA CENTRALIDAD DEL PROBLEMA DEL ABASTECIMIENTO DE MADRID EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Resulta especialmente interesante estudiar el desarrollo del problema del abastecimiento republicano a través del ejemplo de Madrid. Fue en esta ciudad donde primero se manifestó dicho problema, que posteriormente se fue extendiendo a las otras dos grandes urbes del territorio gubernamental, Valencia y Barcelona, y finalmente al resto de la retaguardia. Por otro lado, lo que ocurría en Madrid tenía una resonancia especial en el resto del país y, a ojos del extranjero, primero debido a su condición de capital y objetivo estratégico de primer orden de los sublevados y después por su importante valor propagandístico, al constituir el primer lugar que resistió el envite del hasta entonces imparable ejército sublevado (Souto, 2000, p. 49; Aróstegui, 2006, p. 48).
Esta importancia fundamental no era ajena al Gobierno, que también era plenamente consciente de la necesidad de abastecer a la ciudad para mantener el orden en la misma, enfrentarse a los ataques enemigos y dar la impresión de cara al exterior de que tenía la capacidad de gestionar las dificultades planteadas por la guerra y la revolución y, por tanto, podía acabar resultando victorioso en el conflicto.
Los problemas que debían enfrentar eran, sin embargo, de naturaleza variada y de enorme dificultad. La propia guerra, que había dividido el territorio nacional en dos, era el origen del primero de ellos: la pérdida de los mercados en los que Madrid se abastecía tradicionalmente y la consecuente necesidad de reconstruir las redes de suministro (Bahamonde y Cervera, 2000, p. 210). Esta tarea, a su vez, quedaba gravemente comprometida por la descomposición en la que quedó el territorio republicano tras el golpe debido a la toma de poder en las calles por parte de las milicias armadas de partidos y sindicatos, una situación que fue progresivamente revertida durante los gobiernos de Largo Caballero y Negrín, pero que complicó la adecuada distribución de los recursos, la gestión de los transportes o incluso la importación y exportación de bienes básicos (Graham, 2002). La progresiva pérdida de territorio y la necesidad de invertir preciadas divisas extranjeras en comprar armas en un mercado internacional complicado por el acuerdo de no intervención no hicieron más que complicar la situación, disminuyendo la cantidad de producción de materias primas y de dinero disponible para comprar víveres en el exterior (Barciela, 2009). A nivel local, la competencia por los recursos con Intendencia, que tenía una posición prioritaria en el esquema de distribución; la existencia de numerosos organismos y comités que escapaban al control del Gobierno y mantenían sus propios mecanismos de abastecimiento; el mercado negro y el acaparamiento contribuían a complicar la situación (Bahamonde y Cervera, p. 242).
Los diferentes gobiernos de la República ensayaron diversos sistemas de centralización del abastecimiento que, ineficaces para hacer frente a estos y a otros problemas, no consiguieron resolver la situación. Madrid, que mantuvo una población de en torno al millón de habitantes durante toda la guerra, no fue capaz de introducir víveres suficientes para todos ni de repartirlos equitativamente, como tampoco pudo evacuar al número suficiente de personas para aligerar la carga que su suponía abastecimiento (Campos, 2018). Las cartillas de racionamiento, introducidas en noviembre de 1936, no aportaban lo suficiente para cubrir las necesidades de los ciudadanos, que tuvieron que recurrir a diversas estrategias para sobrevivir (Grande, 1986, pp. 63-64). En este contexto, el mercado negro se convirtió en uno de los protagonistas de la economía de la ciudad, donde los más diversos productos se vendían a precios muy por encima de la tasa establecida por las autoridades (Valero y Vázquez, 1978, p. 460).
El hambre fue uno de los factores que más contribuyó a minar la moral de los madrileños y a extender tanto el cansancio por la guerra como el deseo de que esta terminara. Pese a la censura, la propaganda y la persecución del derrotismo, la República no pudo evitar que se extendiera el desánimo entre la población, acertadamente alentado por la propaganda franquista y que acabó influyendo en que el golpe de Casado en marzo de 1939 y su enfrentamiento con los comunistas tuviera lugar en medio de la apatía generalizada de los madrileños.
«EL FINAL DE ESTA GUERRA VENDRÁ COMO EN 1918»:1 LA IMPORTANCIA DEL ABASTECIMIENTO EN LOS INFORMES DIPLOMÁTICOS FRANCESES Y BRITÁNICOS
Por la importancia que la Guerra Civil española tuvo en el tenso contexto internacional previo a la Segunda Guerra Mundial, las misiones diplomáticas de diversos países siguieron el acontecimiento con especial atención. Francia e Inglaterra, las dos potencias que más protagonismo tuvieron en el acuerdo de No Intervención y que más interés tenían en evitar el desbordamiento del conflicto español, no fueron una excepción.
Ambos países ya habían experimentado las características de la guerra total en la conflagración mundial en la que se vieron inmersas entre 1914 y 1918. Una de las lecciones de este conflicto había consistido precisamente en la toma de conciencia de la importancia de mantener bien abastecida la retaguardia para evitar el desplome de la moral de la población. Un proceso de especialización internacional en la producción de alimentos había hecho a Gran Bretaña y Alemania especialmente dependientes de los aportes exteriores para alimentar a su población y, por tanto, más vulnerables ante el bloqueo de sus redes de abastecimiento. Durante la Primera Guerra Mundial, ambas potencias convirtieron este en uno de sus objetivos principales, y aunque los submarinos alemanes causaron enormes pérdidas a los aliados, Gran Bretaña fue la potencia exitosa en el despliegue de un bloqueo económico que afectó profundamente tanto a la economía como a la moral alemanas. Así, una de las razones de la derrota de Alemania fue la escasez de comida y su impacto negativo en la moral tanto de los combatientes como de los civiles (Collingham, 2011, pp. 23-25). Esta hipótesis estaba muy presente en la mentalidad de ambos países en la década de 1930, e hizo que sus diplomáticos e informantes concedieran en sus informes una especial importancia al abastecimiento de la retaguardia republicana y, concretamente, de Madrid.
Sin embargo, durante las primeras semanas de la guerra, los servicios de información de Francia y Gran Bretaña prestaron muy poca atención a esta cuestión. La urgencia del momento llevó a que los informes se centraran en la descripción de la situación general y la seguridad de sus colonias de ciudadanos. La ruptura de comunicaciones con Madrid durante varios días complicó la llegada de noticias desde las embajadas a sus respectivos gobiernos, lo que acentuó la necesidad de centrarse en otros aspectos cuando finalmente se restablecieron. En estas primeras jornadas, la única preocupación relacionada con el abastecimiento fue la de procurar que se mantuviera el de las embajadas y el personal diplomático. De hecho, en la reunión de varios cuerpos diplomáticos que tuvo lugar el 23 de julio, se demostró que los principales intereses de los mismos consistían en asegurar la protección de los ciudadanos de sus respectivos países y de sus propiedades, relegando el suministro de víveres al cuarto y último punto de su lista de reivindicaciones. Además, como comunicó Mr. Unwin, asistente del secretario comercial británico, la preocupación por esta cuestión había disminuido claramente desde que se habían retomado las comunicaciones con Valencia y se había reestablecido el envío de víveres desde Levante.2
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