La Guerra Civil española 80 años después. Javier Cervera Gil
id="ulink_974f68b8-ffe3-5e51-ae7f-46fcb60bb543">En este sentido, el sustituto de Forbes, John Leche, empezó a cuestionarse si el factor de los abastecimientos no estaba siendo sobreestimado por los informes británicos, una línea que continuaron otros británicos, entre ellos Henry Chilton, que señalaba que, mientras se mantuvieran bien alimentadas las fuerzas de seguridad y el ejército se podría conservar la resistencia republicana. Leche veía menos signos de colapso en noviembre de 1937 que en 1936.17 ¿Y cómo era posible? Una de las respuestas preferidas por los diplomáticos de ambos países, teñida de los prejuicios de la época, era la de que «la resistencia española es mayor que la de otros países más civilizados», por estar más acostumbrados a la miseria que el resto de los europeos.18
Con el segundo invierno de la guerra, el paréntesis del verano de 1937 quedó liquidado y la situación siguió evolucionando de manera desfavorable para la República. En los primeros meses de 1938, el Foreign Office recibió varios informes sobre la situación económica de la misma que reforzaron la idea de que el factor que acabaría terminando con la República era el hambre, pero que este fin podía prolongarse mucho.19
La situación continuó deteriorándose a lo largo de 1938. En la primavera de dicho año, Francia encontró cada vez más difícil alimentar a la colonia y a los hospitales franceses en Madrid.20 Las raciones de los madrileños de a pie eran cada vez más exiguas, y el cónsul francés afirmó en septiembre de 1938 que tanto él como el cónsul de Suiza habían visto a gente desmayarse por inanición.21
Los informes diplomáticos señalan a una población cada vez más desmoralizada que ansía el final de la guerra. En este contexto, tanto unos como otros consideraron de forma unánime que los bombardeos de panecillos inaugurados en octubre resultaron exitosos, al contrario de lo que afirmó la prensa y las autoridades madrileñas.22
Las protestas de mujeres en diciembre de 1939, ocasionadas por el parón en el suministro de leche, 23 llamaron poderosamente la atención de británicos y franceses, que ya habían señalado el protagonismo femenino en las colas; en las protestas de diciembre de 1936 y en un intento de acercamiento al presidente de la República, Manuel Azaña, cuando este visitó el barrio obrero de Cuatro Caminos en noviembre de 1937.24
Esta situación generó una enorme campaña de solidaridad internacional que poco pudo hacer por evitar la descomposición republicana. Tras la caída de Cataluña, en febrero de 1939 ambos países reconocieron a Franco: al mes siguiente, el Foreign Office se puso manos a la obra para enviarle camiones y víveres destinados a Madrid para cuando la ciudad fuera finalmente conquistada.25 Desde el cálculo político, y basándose en todas las informaciones remitidas por sus diplomáticos y agentes, haber preparado estos envíos antes solo habría servido para enemistarse con el que iba a alzarse con la victoria en la guerra.
CONCLUSIONES
Guiadas por la lección aprendida en la Gran Guerra, tanto Francia como Gran Bretaña prestaron una especial atención al abastecimiento de la retaguardia republicana y creyeron que los problemas que este planteó acabarían teniendo un protagonismo esencial en el desenlace del conflicto. Así lo expresaron a lo largo de toda la guerra en los informes que remitieron a sus respectivos gobiernos.
Este protagonismo implicaba, como aseguraron en numerosas ocasiones, que la población civil era un objetivo más de las estrategias desarrolladas en el marco de la guerra total y que tanto intervenir como no hacerlo implicaba posicionarse en uno u otro bando, especialmente para Gran Bretaña, a la que le interesaba asegurarse el instrumento del bloqueo económico en futuras guerras.
A nivel de imagen, la de la República también quedó dañada por los problemas de abastecimiento, lo que contribuyó a que ambos países consideraran que su derrota frente a Franco fuera el desenlace más probable del conflicto.
Resulta paradójico que, a pesar de la gran importancia concedida a este tema, una vez terminada la Guerra Civil española, las enseñanzas en torno a los problemas de abastecimiento parecieron no permear en los análisis y planes para futuras guerras del War Office, que mantuvo la referencia a lo acaecido a las potencias centrales en la Primera Guerra Mundial para sostener la importancia de mantener bien alimentada a la población civil en el contexto de la guerra total.26
BIBLIOGRAFÍA
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VALERO, J. y VÁZQUEZ, M. (1978). La Guerra Civil en Madrid. Madrid: Tebas.
1 Informe de John Leche, Archivo del Foreign Office, serie 371 (General Correspondence), legajo 21301. En adelante, FO 371/21301.
2 Informe de Mr. Unwin, FO 371/20529.
3 Informe de Ogilvie-Forbes, FO 371/20541.
4 Anotaciones de Roberts en telegrama de Ogilvie-Forbes, FO 371/20548.
5 Rapport de la Mission sanitaire de la Société des Nations en Espagne: 28 décembre 1936-15 janvier 1937.
6 Informe de Camille Huysmans, FO 371/21285.
7 Informe de Neuville, CDAN, 396PO/B, 553.
8 Informe de Neuville, CDAN, 396PO/B, 553; Informe del Almirantazgo, FO 371/21287.
9 Informe de Neuville, CDAN, 396PO/B 568.