Libérate. Valeria Vegas
Tráiler para amantes de lo prohibido, estrenado en el programa de televisión La edad oro, en el que Bibi encarnaba a una ambiciosa mujer fatal en un guion delirante. Le siguieron la comedia de equívocos Sé infiel y no mires con quién (1985), dirigida por Fernando Trueba, y, de nuevo junto a Almodóvar, Matador (1986), en el pequeño papel de una florista ambulante, y La ley del deseo (1987), como la egoísta madre de Manuela Velasco. En 1988, trabajó a las órdenes de Gonzalo Suárez en Remando al viento, y ese mismo año presentó el programa Sábado noche junto a Carlos Herrera. Su labor en la pequeña pantalla continuó con Buen humor y, ya en la década de los noventa, Estress; Hip, hip, hipnosis; Coplas de verano; Muchas gracias; La alegría de vivir, y El pelotazo, así como una constante labor de tertuliana en diversos programas, hasta el día de hoy.
Continuó trabajando con Almodóvar en Tacones lejanos (1991), donde interpretó a una presa lesbiana que se marca un baile carcelario en una de las escenas más celebradas de la filmografía del cineasta; y Kika (1993), en la que era la amante de Peter Coyote. Precisamente en las fiestas de promoción de Kika, donde la artista cantaba, el director manchego la presentaba de una manera hermosa, repleta de esos referentes a los que Bibiana citó más de una vez. Decía así: «De pequeña ella soñaba con parecerse a Ursula Andress y Raquel Welch. Ahora estoy seguro que tanto a Raquel como a Ursula les gustaría parecerse a Bibi Andersen». Solo alguien sobrado de talento puede contar toda una historia en tan pocas palabras. La actriz siguió su labor en el cine con Más que amor, frenesí (1996), donde daba vida a una proxeneta enamorada de jovencitas; Atómica(1998), como rutilante estrella porno; Rojo Sangre (2004), al lado de Paul Naschy, y más recientemente Solo química (2015), dirigida por Alfonso Albacete, en la que tiene un idilio con José Coronado.
El cambio de siglo le hizo volver a los escenarios con las obras 101 dálmatas, que la convirtió en Cruella de Vil; No se nos puede dejar solos; La gran depresión; El amor está en el aire, y La última tourné, dirigida por Félix Sabroso. Este nuevo tiempo traería consigo una firme decisión. Al igual que Paca Gabaldón dejó atrás el nombre de Mary Francis, Bibiana decidió poner punto y aparte al apellido Andersen. En una entrevista realizada en 1998 por Vicente Molina Foix para El País Semanal, posiblemente una de las mejores entrevistas que le han hecho nunca, la actriz respondió así a la pregunta del porqué de un nombre artístico que parecía tan falso:
Eso, sí. Un accidente. Cuando estaba a punto de debutar en el cabaré de Barcelona buscábamos un nombre, y el empresario me proponía cosas horribles, Pupella Rose y cosas así, pero en la lista tenía Bibí Andersen, así, mal escrito, y yo, que ya había visto películas de arte y ensayo y sabía que Bibi Andersson era la actriz favorita de Bergman, me quedé con ese. Un nombre postizo, totalmente de acuerdo, pero lo he arrastrado, sin gustarme. Yo ahora soy a todos los efectos Bibiana Fernández, y así me gustaría que se me conociera. En la película Atómica ya traté de aparecer con ese nombre, diciéndoles que el mismo cambio podría servir de promoción a la película. Pero nada, no me entendieron. A ver si tú lo consigues con esta entrevista. ¡Quiero llamarme Bibiana Fernández!
Y así fue. La prensa le devolvió todo el amor —y paciencia— que ella le había dado durante lustros, alzándose de nuevo Bibiana como una mujer de sueños cumplidos. Es la concepción profesional de vedete tal y como la entienden los franceses: la señora que actúa, canta, baila y presenta. En alguna ocasión confesó sentir el cine como asignatura pendiente, pero es que ella, queriéndolo o sin querer, va más allá de la pequeña o la gran pantalla. Está en la categoría de gloria nacional, esa misma que alcanzaron Raffaella o La Jurado gracias al cariño del público. Ese público que a veces, aun sin tener ningún disco de la italiana ni haber visto las películas de la chipionera, las adora. En ese pedestal está Bibiana Fernández.
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