A un milímetro de ti. Christina Hortet
da una patada, haciendo que me tambalee y caiga al suelo. De la misma forma que caigo, me pongo en pie.
Él también está de pie, justo frente a mí. Mide unos veinte centímetros más que yo, pero eso no me va a acobardar. Avanza hacia mí con grandes zancadas. Cuando lo tengo suficientemente cerca, estampo el vaso sobre su cara, haciendo que este se rompa.
Siento un corte en mi mano, pero no le doy importancia; llevo mi rodilla izquierda a su entrepierna y le golpeo lo más fuerte que puedo hasta hacer que se arrodille a mis pies. Mi rodilla impacta en su cara y le hago caer hacia atrás. Paso sobre él, aprovechando su indefensión para salir del baño, pero siento cómo sus manos agarran una de mis piernas, haciendo que caiga al suelo.
Respiro hondo al impactar contra el suelo y me doy la vuelta, poniendo mi pie en su estómago antes de que pudiera echarse sobre mí. Con el otro pie le golpeo en el mismo sitio, haciendo que su cuerpo se aleje de mí un metro.
Salgo del baño y cierro la puerta. Veo la puerta de la habitación totalmente arrancada. Respiro hondo cuando siento un golpe en la puerta y salgo a correr por el pasillo. Puedo sentir sus pasos detrás de mí; su cuerpo es tan pesado que puedo sentir su peso en los pasos. No me he atrevido a gritar. Ni siquiera quiero que sepa dónde estoy. Doblo a la derecha y entro en una habitación donde me encuentro a muchos chicos jugando a videojuegos.
—No me habéis visto —digo justo antes, soltándoles una mirada de esas que podrían intimidar incluso a un policía bien entrenado, y me meto en el armario que hay en la parte de atrás de la habitación.
Puedo notar su presencia cuando escucho que la puerta se abre de golpe. No puedo oír muy bien lo que dicen, pero se puede escuchar como si un toro bufara y saliera de la habitación a toda prisa intentando encontrar a su presa.
Salgo del armario y los chicos me miran con inquietud. Son más pequeños que yo. Los miro y señalo a uno de ellos, que me estaba mirando.
—¿Puedes ir a buscar a Alex? Dile que me ha encontrado y que estoy en esta habitación. Ha ido por comida. —El chico me mira con indecisión; supongo que todos ellos le tienen cierto respeto a Alex—. ¡Vamos! —le incito, y el muchacho sale por la puerta más bien corriendo. Respiro hondo mientras el resto de los chicos me mira.
No puedo negar que siempre he tenido cierto poder sobre la mente masculina. No desde pequeña, pero desde hace un par de años puedo lograr que un hombre haga por mí todo lo que yo desee. ¿Por mi físico? Puede ser, pero eso no me importa.
Me siento en uno de los sillones donde había un sitio libre y le pido a uno de los chicos que me deje jugar. Me tengo que desfogar antes de que Alex llegue y me vea en el estado de nerviosismo en el que me encuentro. Seguramente estos chicos no puedan ver el miedo en mi expresión, pero seguro que él sí que sabe cómo descifrarme. Respiro hondo un par de veces antes de empezar a jugar.
La puerta se abre y el corazón me da un vuelco cuando veo aparecer esos ojos azules y mirarme fijamente. Su mirada pasa por todo mi cuerpo hasta que al fin conecta con mis ojos asustadizos. Sonríe levemente y suelta un pequeño suspiro después de un «menos mal, está bien».
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.