Besos de seda. Verity Greenshaw

Besos de seda - Verity Greenshaw


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llegar a su oficina, a la mañana siguiente, fue leer el archivo de la agencia de limpieza. La horrenda noche en casa de Danielle le provocó insomnio, así que lo primero que hizo fue echarse en la cama. Café en mano, ya podía enfrentar la jornada que tenía delante.

      La fotografía de Bianca en el archivo digital cobraba sentido. Ahora entendía que se le hubiera hecho un poco conocida cuando la encontró en la oficina. No recordaba interacciones con ella, a pesar de que solía frecuentar el mismo círculo social que Gregory. Claro, no eran amigos, pero entre la misma clase de personas era fácil conocer a uno u otro por su reputación financiera, buena o mala.

      Frunció el ceño al notar que la ficha de la compañía mostraba el nombre de Bianca Caroline Neuman. ¿Por qué se habría cambiado de apellido? ¿Qué la había impulsado a tener empleos de media jornada, cuando era heredera de una fortuna mucho más amplia que la de los Morgan-Scott?

      Por otra parte, pensó, recostando la espalda en la silla, se sentía inquieta sobre la situación de Bianca con relación a Chandler. No tenía cómo justificar el presentarse de repente en la dirección que tenía marcada como sitio de residencia. El barrio en el que vivía no era tampoco muy seguro. La mujer era un enigma para Hailey. Con dos clics cerró el archivo digital de la compañía de limpieza.

      Le escribió un correo electrónico a la dueña de Smiley Cleaning. Tan solo cuando terminó de hacerlo su día de trabajo cobró el habitual ritmo acelerado.

      Capítulo 3

      Ya había quemado todas las oportunidades con Laurent, pensó Bianca al cerrar la llamada con su ahora exjefe. Él no entendió que estaba de baja porque sufrió un intento de asalto (ella no especificó demasiado, porque era algo personal), y tenía el labio amoratado y el pómulo izquierdo en similares condiciones. Le explicó que era poco profesional atender clientes de un restaurante tan concurrido de esa manera, y le pidió una semana libre sin paga. De por sí, la oferta era bastante difícil de hacer para Bianca, porque ese salario era indispensable, aunque también consideraba que era lo justo para el restaurante. Sin embargo, Laurent tan solo le exigió que dejara las excusas de lado y que pasara a recoger el cheque de esa semana. La despidió.

      Después de limpiar la casa, y ducharse, Bianca se sentó con desánimo en el sofá.

      Ahora solo contaba con el empleo de limpieza, y como camarera. Su jefa en Burke & Burke, Celeste, se había mostrado muy comprensiva y solícita.

      La mujer no solo le ofreció asesoría legal gratuita, sino que le dijo que en todos los empleos que la compañía fuese contratada durante el próximo medio año, la llamarían para formar parte fija de la plantilla. Además, le dio una bonificación adicional a la paga del trabajo en casa de Danielle. Fue una sensación increíble de respaldo de un empleador que no recordaba haber tenido.

      Sin embargo, Bianca necesitaba hallar otro empleo, porque sus abuelos estaban de por medio. Aunque sencilla, la residencia de ancianos era bastante costosa, aparte de las medicinas y controles externos que Moira y Bruno Harrison necesitaban.

      Se frotó los ojos. No iba a llorar. Las lágrimas no iban a darle otro trabajo.

      Fue a prepararse un té, y mientras esperaba a que la tetera sonara, llamaron a la puerta. Soltó una exhalación resignada. Su hermano la convenció de presentar cargos contra Chandler, y la audiencia preliminar se llevó a cabo dos días atrás.

      Abrió sin más y se quedó de piedra. Parpadeó varias veces.

      —¿Qué…? ¿Qué haces aquí? —preguntó con incredulidad mirando a Hailey.

      —Buenas tardes, Bianca.

      La hermosa pelirroja iba vestida con un juego de falda, zapatos y chaqueta color blanco, y una blusa interior de seda celeste. Solo tenía delineador negro y labial rosa. Elegante e inalcanzable para otros, pero en ese instante, lejos de la oficina o los entornos sociales, lucía más accesible. Esto último se acentuó cuando esbozó una sonrisa dedicada a Bianca, y le extendió una caja con el logotipo de una marca costosa.

      —No podía estar tranquila ante la idea de ignorar en cómo terminó la noche para ti. —Bianca agarró la caja de forma automática con suavidad, y murmuró un agradecimiento—. ¿Puedo pasar? —preguntó inclinando la cabeza hacia un lado.

      Bianca llevaba un pijama de short y blusa que había visto mejores días, en especial después de tantas lavadas. No usaba sujetador en casa, y estaba convencida de que las formas de sus pechos podían adivinarse con facilidad.

      —Ssssí, sí —dijo abriendo la puerta—. ¿Cómo me encontraste? —preguntó en un tono abrupto que no era lo que hubiera esperado que saliera de su garganta. Tampoco es que hubiera podido predecir una reacción ante ese escenario inaudito.

      Hailey observó el entorno.

      Lucía impecable y había un aroma tenue a rosas en el ambiente que provocaba calma. La decoración mínima existente era de buen gusto. Quizá Bianca vivía modestamente, pero cada pieza de ese apartamento daba a entender que había pasado un proceso de detallada elección. Y el sillón mullido en tono café oscuro de la salita invitaba a acomodarse. No recordaba la última ocasión en que se tomó un descanso tan solo porque le apetecía. Cuanto más dinero caía en sus manos, menos tiempo tenía para sí, pues la responsabilidad de administrar bien los recursos incurría directamente en la estabilidad de los cientos de familias de los trabajadores de Jupiter Resources.

      Intentó no fijarse en lo hermosa que era Bianca, pero era imposible. Decenas de preguntas pugnaban por salir de su boca relacionadas al distanciamiento del apellido Levesque, sabía que era algo demasiado personal, así que esa duda no sería aclarada. Se aclaró la garganta, no estaba para perder los papeles, por más que se sintiera impulsada por un magnetismo invisible a mirar a la mujer curvilínea de labios generosos. Le parecía tan inapropiada su atracción que por un momento consideró regresar sobre sus pasos y regresar a su agenda de trabajo usual.

      Resultaba una tortura tal nivel de interés por alguien heterosexual. Incontables ocasiones había confundido amabilidad de una mujer en un bar con un flirteo, y los resultados terminaron siendo embarazosos. Por eso había recurrido a contratar scorts de lujo que firmaban un acuerdo de confidencialidad, este incluía severas penalidades legales y económicas si era roto. Ella contaba con un despacho de abogados muy discreto y eficiente a su servicio que se encargaba de asuntos personales.

      —Mi compañía tiene los archivos de todos los prestadores de servicios. No sabía cómo encontrarte, así que tuve que pedirle a Jacynth que recurriese a ello. Lamento haber invadido tu privacidad al presentarme hoy —dijo con sinceridad observando el labio y el pómulo amoratado todavía. Sintió rabia al recordar cómo encontró al cretino de Chandler sobre ella—. Quería asegurarme por mí misma de que estuvieras bien.

      Bianca sonrió con timidez.

      —No hacía falta…Yo… Me ayudaste, y fue suficiente, de verdad —suspiró—. Por favor, siéntate. ¿Te ofrezco algo de beber? Estaba por tomar un té…

      —Un té estaría bien. —Sonrió—. Gracias

      Al cabo de un instante, Bianca le entregó una taza humeante, y luego se sentó marcando una distancia que no pasó desapercibida. Hailey se preguntaba si la tensión de la química tan palpable de su lado era demasiado evidente. No quería hacer un papelón. Ella estaba habituada a mantener siempre la calma.

      —El abogado que me contrató Gregory dice que pueden darle cuatro años a Chandler… Como no hubo agresión sexual agravante —se aclaró la garganta—, pues… Imagino que durante el juicio se hará la evaluación. Odio la sola idea de pasar por algo así, pero mi hermano me ha asegurado que estaré respaldada.

      —Un hombre tan importante como Gregory seguro que sabrá llevar la situación procurando tu mejor interés.

      Bianca soltó un suspiro resignado.

      —Mi relación con él es muy diferente. La otra noche fue la primera vez que lo veía


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