Besos de seda. Verity Greenshaw

Besos de seda - Verity Greenshaw


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      —Intenta no coquetear mucho —replicó Bianca con una sonrisa, porque sabía que Jennifer era coqueta, pero jamás le pondría los cuernos a su prometido.

      —Pfff, como si estos estirados me interesaran —murmuró.

      —Bianca, Clare y Marvin, en el piso superior. Jennifer, Karla y Morton, piso inferior del dúplex. Son las nueve y media de la noche —dijo Celeste, coordinadora y socia de Burke & Burke—. Ya los bocaditos están listos. El chef tiene organizadas las bandejas, como saben, él y sus dos asistentes llegaron tres horas atrás para preparar el menú. La comida principal se servirá a las once de la noche. Solo champán y vino blanco. El tequila y las demás bebidas para antes y después de la cena. Estaremos aquí hasta que hayamos retirado toda la vajilla de la compañía que se utilice en la propiedad. A las dos de la madrugada estará el vehículo esperando para llevarlos. ¡A trabajar!

      Capítulo 2

      —Gracias por acompañarme —dijo Hailey con una sonrisa cálida a Marlo.

      No solía ofrecer a las personas esa clase de sinceridad, pero claro, él era uno de sus grandes amigos, y de los pocos en quienes solía apoyarse muchísimo. En este caso, la idea de ver a Danielle Rupert le escocía.

      La mujer había sido la artífice de una elaborada trama social para poner en entredicho su habilidad como empresaria. Le costó muchísimo, pero al final, el éxito de su gestión habló por sí sola, dejando a Danielle como mentirosa. Por supuesto, la mujer tuvo que lamerse las heridas y fingir, durante sus encuentros sociales cada tanto, que no guardaba rencor y era una buena perdedora. Esto último era tan alejado de la realidad que daba risa. No solo era Danielle un ave rapaz, sino también pérfida en sus modos de lograr objetivos; carecía de ética.

      —Creo que la noche será muy interesante —replicó Marlo, junto a Hailey, esbozando una espléndida sonrisa.

      Marlo era profesor en la carrera de Biología Molecular, pero su fachada distaba mucho de lo que se podría concebir físicamente de un profesional de esa rama. De hecho, él solía bromear con que uno de sus amigos en Hollywood le propuso en una ocasión si quería trabajar como doble de Robert Downey Jr. en un filme. Claro, Marlo lo rechazó porque le parecía gracioso y también poco realista para lo que le gustaba hacer en el día a día. ¿Ser el doble de un actor cuando podía dar clases en NYU y torturar a sus alumnos con exámenes sorpresa? Imposible.

      —No sería lo mismo si no hubieras aceptado mi invitación —dijo ella con sinceridad. Encontrar pareja para sus eventos solía ser una molestia, porque al final de la noche sus acompañantes pretendían algo más que solo un beso amistoso de despedida. Con Marlo Sandler era diferente, no solo porque él era un amigo entrañable y divertido, sino también porque el hombre disfrutaba exponiendo las malas mañas de otras personas, en este caso, Danielle.

      Hailey no era muy sociable, aunque debido a la posición que ocupaba en Jupiter Resources implicaba que asistir a eventos sociales, le gustase o no, estaba dentro de sus responsabilidades. La presencial de su gran amigo apaciguaba los nervios.

      —Un placer, además —dijo él, palmeando el bolsillo interior de la chaqueta—, aquí tengo el documento de la cesión del contrato de distribución para el hospital John Hopkins en Boston. Estoy convencido de que Danielle estará más que encantada de firmarlo, en especial si eso representa que no entregues a la junta directiva de su empresa el comprobante del fraude que ha estado cometiendo contra ellos.

      Hailey soltó una carcajada.

      —Imagino que es una emboscada perfecta. Tan dramática como le gusta a ella, y tan de mal gusto como también se ajusta a la anfitriona de esta noche —murmuró, mientras un empleado vestido de esmoquin le abría la puerta principal—. La única diferencia es que la víctima será la misma Danielle.

      —Veo que disfrutas esto tanto como yo —dijo Marlo dándole un beso en la mejilla—. Eres incorregible.

      —Somos un buen equipo —se rio ella, entrando a la lujosa propiedad.

      Hailey había tenido una tarde ajetreada. La última junta fue con su padre y la junta directiva de la compañía. Estaban en pleno fin de enero, y no era el mejor mes para tomar decisiones de negocios, menos después de las fiestas de cierre de año.

      La junta había acordado ampliar la rama de negocios, y ahora tenían en mente trabajar en la distribución de productos de belleza, cosméticos específicamente, en los sectores de clase media y clase baja. Para ello, Hailey tenía que organizar un profundo estudio de mercado, aunque el reto principal consistía en localizar a Gregory Levesque e intentar forjar una alianza comercial para que Jupiter Resources fuese la distribuidora principal en los Estados de la Costa Este del país.

      La idea era empezar en territorio norteamericano para luego proponerle la distribución en otros países. Aquella no era una meta tan sencilla, porque Levesque tenía reputación de ser esquivo, sin embargo, Hailey no iba a detenerse.

      Adquirir un contrato de distribución como aquel no solo lograría ampliar el poder financiero de Jupiter Resources, sino que consolidaría su imagen interna como empresaria capaz de alcanzar objetivos complejos. No habría más murmullos a sus espaldas, ni cotilleos que buscaban desprestigiarla, por creer que todo lo que poseía era gracias a sus conexiones familiares, mas no a su esfuerzo per se.

      A ella estaba tomándole el triple de esfuerzo conseguir que la mirasen con la misma equidad que a otros ejecutivos de negocios. Su vida no era una cama de rosas como querían creer muchos. Sí, el dinero conseguía abrir ciertas puertas que en otras circunstancias resultaría imposible. Esa riqueza no podía comprar la libertad, pues se sentía presa de sus miedos y fantasmas que la atormentaban cuando las puertas de su apartamento la dejaban a solas con sus pensamientos.

      ***

      El tipo de chaqueta azul cielo estaba colmando la paciencia de Bianca. Llevaba gran parte de la noche diciéndole guarradas. La excusa que soltaría, si ella lo acusaba, era el efecto alcohol. ¿Acaso no era mediocre la sola idea?

      Dios, esa era de aquellas cosas que odiaba de trabajar como camarera en eventos. No podía exigir perfección, así como tampoco le había tocado los cambios de turno en el mismo grupo con Jennifer. Quejarse no estaba en su repertorio.

      De momento, agradecía al universo porque su hermano no se hubiera presentado todavía, aunque Gregory no destacaba por su puntualidad. Él era de aquellos que solía llegar tarde incluso para los estándares de Nueva York.

      Le escribió un texto a Jennifer, pero su amiga no respondió. No era raro que eso sucediese si estaban trabajando. «Grrr», pensó frustrada. Hablar con Celeste tampoco serviría de nada, pues al parecer el número de invitados sobrepasaba los esperados y estaban delegando más tareas, además de servir, al equipo de Burke & Burke. Claro, seguro sería más dinero, pero no para Bianca, porque ella continuaba fija en lo que implicaba llevar bandejas con exquisiteces del chef de un lado a otro.

      Estaban próximos a servir la cena.

      Uno de los espacios del dúplex había sido adecuado para que el bufé fuese servido con todas las comodidades. No era una cena formal. Sería imposible que así fuese considerando, que la anfitriona era una de las mujeres más pendencieras de la élite de la ciudad y que pretendía romper esquemas. Además, era una influencer, y disfrutaba haciendo las cosas de manera distinta para dar de qué hablar. ¿Qué burrada era una influencer, sino alguien con ávida necesidad de recibir atención?, pensaba mientras disponía las bebidas en orden de acuerdo a las marcas.

      —¿Me llevas una copa de champán a la habitación de invitados? Estoy quedándome a dormir aquí, y me apetece mucho descansar con un Dom Pérignon.

      Bianca se giró para ver, otra vez, al tipejo de la chaqueta azul.

      —Estoy trabajando, señor —murmuró tratando de ser cordial.

      —Soy Chandler, por si te lo preguntabas —dijo con una sonrisa. Tenía una ligera abolladura


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