Protocolo para la organización de actos oficiales y empresariales.. Juan de Dios Orozco López
será motivo de rechazo público. Se destaca la humildad como valor digno de consideración pública que, curiosamente, trasciende hasta nuestros días y es observada como mérito en la mayoría de las religiones.
Quizá es también interesante destacar la figura del anfitrión frente a la del invitado. El anfitrión, en el ámbito de su actuación, tiene la potestad y el derecho de premiar o reprochar conductas que la convención social de la época entiende como malas o buenas.
2.2. Las normas en la Biblia y la diestra de Dios
Son numerosas, también, las referencias a la “diestra” que se hacen en la Biblia y, muy particularmente, a la importancia de la derecha sobre la izquierda. Este hecho, el que destaca la importancia de la derecha sobre la izquierda, ha perdurado hasta nuestros días y, en la mayoría de las culturas, la derecha es el lugar de máximo honor. Sirve entonces la derecha para enfatizar la precedencia del que en este lugar se sitúa frente al que se coloca a la izquierda.
Algunos pasajes de las Sagradas Escrituras hacen mención a la derecha como lugar destacado. Si importante es estar junto a Dios, más aún es ocupar su derecha, como queda explicitado en los siguientes pasajes:
“Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios”.
“Él se ha ido al cielo y está a la derecha de Dios, después de someter a los ángeles, a las dominaciones y las potestades”.
Éxodo 15:6
“Tu diestra, Yahvé, de tremendo poder, tu diestra, Yahvé, aplasta al enemigo”.
El Antiguo Testamento contiene, también, numerosas referencias a lo que ya se podría entender como los inicios de la primeras ordenaciones y establecimiento de precedencias, además de distribuciones de personas en alternancia cuando concurrían a actos sociales o religiosos.
En el siguiente pasaje del Génesis se coloca al hijo menor de José a la derecha, por decisión del anciano Israel, padre de José, indicando con su gesto la preferencia de aquel, lo que causa malestar en el primogénito.
Génesis 48:13-18
“Colocó José a Efraím a su derecha, quedando a la izquierda de Israel, y a Manasés a su izquierda, quedando a la derecha de su padre, y los acercó a él. Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraím, que era el menor, y así, cruzando las manos, puso su izquierda sobre la cabeza de Manasés a pesar de que era el primogénito […]. Que lleguen a ser muy numerosos en esta tierra. José vio que su padre tenía puesta su mano derecha sobre la cabeza de Efraím, lo que le disgustó. Tomó, pues, la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraím a la de Manasés y le dijo: ’Así no, padre mío, porque éste es mi hijo mayor. Coloca tu mano derecha sobre su cabeza‘. Israel se negó y le dijo: ’Lo sé, hijo mío, lo sé. Él también se hará pueblo, también él llegará a ser grande, pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia formará una familia de pueblos‘. Y los bendijo aquel día con estas palabras: ’A ustedes los tomarán como ejemplo cuando quieran bendecir a alguno en Israel, y dirán: Que Dios te haga semejante a Efraím y Manasés‘. Así puso a Efraím por delante de Manasés”.
He podido contar varias decenas de frases en la Biblia que se refieren a la derecha en su significado de habilidad, destreza y fortaleza, además de lugar privilegiado. Quizá esta preeminencia de la derecha sobre la izquierda sea resultado de la propia condición humana que, en su inmensa mayoría, utiliza la mano derecha para ejecutar casi la totalidad de las acciones manuales, mientras que la izquierda queda para quehaceres de menor envergadura.
Con independencia de los Diez Mandamientos que Moisés recibió directamente de manos de Yahvé, son también numerosas las referencias bíblicas al ceremonial para llevar a cabo determinadas actividades, las normas de relación entre los hombres y, como no podía ser de otra forma, los códigos morales de obligado cumplimiento que, con la escusa de agradar a Dios, no dejan de ser verdaderas y primitivas normas que facilitaban la convivencia y evitaban disputas y enfrentamientos.
Los libros del Deuteronomio y del Éxodo contienen numerosas referencias normativas sobre moralidad y que hoy podrían, con la debida actualización, estar incluidas en un tratado de normas de etiqueta y cortesía social aunque, desde luego, enunciadas de diferente forma.
2.3. Los 613 mandamientos o preceptos de la Torá
En este punto, quizá convendría citar los mandamientos o preceptos de la Torá, denominados Mitzva, y cuyo número asciende a 613.
Estos mandamientos no utilizan la forma condicional del Código de Hammurabi o el Antiguo Testamento de la Biblia, sino que son más tajantes y menos descriptivos. La mayoría de ellos comienzan negando una actividad impropia a la que no se impone castigo.
La lectura de la Torá requiere una especial dicción y entonación y, por lo tanto, es necesario conocer su protocolo. Parece que existe un significado y un mensaje paralingüístico en la lectura de este libro sagrado que suele ser leído por un profesional de la lectura denominado Jazan, aunque cualquier hombre judío mayor de edad tiene el derecho a hacerlo.
Algunos de los mandamientos recogen códigos de conducta que aún hoy tienen validez en determinados lugares. Muchos de los valores que hoy entendemos como necesarios para ser considerado como persona de “buena educación” son comunes a religiones y culturas. Prueba mínima del espacio común que comparten diferentes religiones son las Mitzva que le detallo a continuación:
Verdad y sinceridad. Mitzva 236: no calumniar.
Veneración por la ancianidad a la que se considera sabia, Mitzva 257: respetar a los ancianos.
Norma de relación social. Mitzva 48: no comer ni beber glotonamente y sin modales.
La religión hebrea valora sus normas frente a las de otras religiones o grupos sociales, lo que refuerza la idea de comunidad y mantiene la tradición y cultura propia. Mitzva 262: no conducirse según las costumbres y leyes específicas de las naciones.
2.4. El islam y el protocolo
Parece que el islam es la religión que más mandamientos tiene relacionados con los modales, la etiqueta y la cortesía.
Hay numerosos relatos en los escritos sagrados de esta religión que detallan extensísimos catálogos de normas para las relaciones sociales, además de especificar los rituales que deben seguirse antes, durante y después de las ceremonias.
La religión musulmana orienta a sus practicantes hacia la perfección espiritual y presencial. Todos los musulmanes deben cuidar su presencia y comportamiento público “distinguiéndose por su apariencia, vestimenta y comportamiento decente y buenas acciones, para que sea un buen ejemplo y un digno portador del grandioso mensaje que le transmite a las personas[7]”.
Para un buen musulmán, es inseparable la naturaleza interna de la persona de su apariencia, procurando un equilibrio entre las exigencias de cuerpo, mente y espíritu.
Menciono, a continuación, algunas de las normas de conducta que un buen musulmán debe cumplir:
“Si alguno de vosotros quiere bostezar, que trate de evitarlo tanto como le sea posible[8]”. El bostezo es la muestra inequívoca de aburrimiento y, por lo tanto, pone de manifiesto que lo que acontece carece de interés.
“Menciona el nombre de Allah, come con la mano derecha, y come de lo que está directamente delante de ti[9]”. La izquierda es una mano impura en el islam y por eso, tanto el saludo llevado a cabo por los hombres como cualquier otra acción pública se practican con la mano