El Zodiaco. Margarita Norambuena Valdivia

El Zodiaco - Margarita Norambuena Valdivia


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Oh… es una prenda que encontré en los pasillos subterráneos. —comentó sin mucho interés mientras señalaba sin cuidado a la trampilla en el suelo a un par de metros.

      — Te ves ridículo. —espetó Bertholy con desprecio.

      — Sí, sí. No sabía que vendrías, jefe, me la quitaré al rato. —comentó despreocupado mientras centraba su atención en las manchas de sangre seca sobre la chaqueta verde. Frotó un par de manchas con los dedos cubiertos por guantes de látex, pero al comprobar que no era una labor de utilidad, decidió hacer un sencillo estiramiento con sus manos por sobre su cabeza, apuntando a llegar lo más alto posible.

      — ¿Qué es lo que tenemos? —preguntó Bertholy, volviendo a arrugar su nariz y observando a su alrededor. No muy lejos de la silla central se apreciaba un montículo de carne, huesos y restos de ropa que parecían haber pasado por una trituradora industrial.

      — No hemos encontrado el cadáver de tu primo, pero me parece que ese montón de carne desfigurada y podrida dará positivo a las pruebas. —reveló Sekani, moviendo con intensidad la cabeza de lado a lado, llevando la oreja hasta el hombro, terminando con su sesión de estiramientos. Bertholy le lanzó una mirada cargada de odio, pero se abstuvo de pronunciar palabras. —Hey, a mí no me mates, yo solo hago las pruebas. —se defendió alzando las manos en señal de paz— Agradece que estoy aquí.

      — Tienes tanta sensibilidad como una pulga, Sekani. Y una boca tan deslenguada que me pregunto por qué aún no he mandado a cortarte la lengua. —se aproximó un momento a la silla ubicada al centro del salón y dedicó unos segundos a observar los cadáveres para luego posar la mirada en el muro tras ellos.

      Ahí, pintado con sangre seca, estaba una gran letra zeta con un círculo al centro y una línea vertical desde el punto superior donde el círculo cortaba a la diagonal de la zeta hasta el punto inferior del círculo. Un símbolo que permitía escribir la palabra ZODIACO empleando la zeta como primera letra, el círculo como O, la zona limitada por el extremo derecho del círculo y la línea vertical para la D, la línea vertical para la I, la figura formada por la diagonal de la zeta y la línea vertical para la A y el arco de círculo a la izquierda de la línea vertical para la C.

      Además, a un costado del símbolo, estaba escrita en la pared la frase: “Si te metes con uno, te metes con todos”.

      Pietro Bertholy frunció el ceño mientras intentaba juzgar la autenticidad del símbolo y el grito de guerra adscrito. No terminaba de encontrarle sentido a la intervención del Zodiaco en este asunto y comenzaba a sospechar que podría tratarse de una falsificación, aunque todo el cuadro se veía muy real: el exceso de violencia, la puesta en escena, el símbolo, la frase…

      — Síp, el Zodiaco. Al principio creí que era curioso, ya sabes, ¿qué tendría que ver el Zodiaco en todo esto? El plan era absurdamente simple: “volar el teatro”, fin del tema, sin ambigüedades, sin complicaciones. —Sekani interrumpió el silencio al ver que su jefe se entretenía revisando el símbolo y el mensaje, pero a cambio recibió una mirada severa de parte de su superior. —Pero no… tenían que meter la pata… Luego de un poco de investigación me topé con esto circulando en la red. Estaba visible hasta hace un par de horas, pero alguien se ha encargado de eliminarlo. ¡Fue asombroso!, aún estoy tratando de recuperar el código fuente, pero fue un trabajo muy limpio, casi profesional, de hecho, no me extrañaría descubrir que ha sido el mismo Zodiaco quien se ha encargado de borrarlo. —narró mientras revisaba un video en su microtyp, pasando por alto la mirada furibunda de Bertholy.

      — Sekani. —le interrumpió el hombre junto a él.

      — ¿Sí, señor? —preguntó el joven.

      — Cierra la boca. —le ordenó al tiempo que le arrebataba el dispositivo móvil.

      Sekani se limitó a responder con un asentimiento de cabeza mientras observaba por sobre el hombro de su jefe el video en la pantalla de su microtyp.

      Sekani estaba especialmente orgulloso de su microtyp, era un modelo imposible de conseguir en el mercado, tuvo que hacer uso de todas sus habilidades de recolector de información y sus influencias como miembro de la Araña, además de algo de ayuda del bueno de Mirko, la mano derecha de Pietro Bertholy, para comprarlo en el deepmarket.

      — Hice un par de copias, pero esa ya es la última que me queda, las demás fueron eliminadas. —comentó cuando el video apenas llevaba reproduciéndose diez segundos. —El Zodiaco es asombroso, mientras no me conecte a la internet creo que podré mantener esa copia a salvo. ¡Vaya! Ya quisiera saber quién es el genio que hace todo eso, me gustaría poder analizarlo en detalle, estoy seguro de que podría usar parte de sus ideas para completar mis muñecos de…

      — Sekani, una palabra más y te corto la lengua. —Bertholy cruzó miradas con el joven de casi su misma estatura.

      — Claro, señor, lo que diga. —realizó un saludo militar demasiado exagerado y acto seguido comenzó a vagar de allá para acá por la habitación mientras continuaba con sus experimentos sobre los cadáveres y comenzaba a juguetear con las cuencas vacías de la cabeza decapitada.

      Un silencio susurrante se apoderó del recinto, llevando consigo solo las voces y ruidos procedentes del video que Bertholy observaba en el aparato electrónico.

      — Sí, fueron bien estúpidos para meterse con el Zodiaco, ¿ah qué no, jefe? —volvió a oírse la voz de Sekani, un tono juguetón que no calzaba del todo con su edad, pero sí con su actitud, desbordaba fanfarronería y despreocupación como todo él, sin ser capaz de contenerse y mantener su boca cerrada por más de diez segundos.

      Pietro Bertholy observó de reojo a su interlocutor al tiempo que acababa de ver el video. También lo creía, pero no le seguiría dando cuerda al joven para que soltara más la lengua, así que se limitó a arrojarle el aparato electrónico y abandonar la habitación.

      — ¿Jefe? ¿A dónde va? ¿Jefe? —llamó Sekani mientras hacía malabares para asegurarse de no dejar caer el microtyp y ponerse de pie lo más rápido que pudo para seguir a su superior.

      — Termina tu trabajo, Sekani. —le ordenó Bertholy cuando estaba por subir al vehículo, que aún conservaba el motor en funcionamiento.

      — Sí, señor. —respondió el joven moreno.

      — Reuniremos a la Araña, asegúrate de llegar a la hora. —le pidió mientras cerraba la puerta y se disponía a marcharse. —Hablo en serio, Sekani, más te vale estar ahí de los primeros. Esta vez no detendré a Neko si quiere arrancarte la cabeza. —le advirtió al tiempo que bajaba la ventanilla para observar por última vez al joven, quien tragó con dificultad mientras acariciaba su cuello.

      — S-sí, señor. —por primera vez su voz revelaba algo de temor.

      El vehículo se marchó dejando al joven de pie con una mano alrededor de su cuello mientras observaba ensimismado el sitio en donde segundos antes había estado el rostro del líder del gremio de la Araña Escarlata: Pietro Bertholy.

      ARIES

      — ¡¿Dónde está mi hermano?! —gritó Virgo, golpeando el mesón central con su puño derecho. —¡¿Dónde está mi hermano?!

      ¿Por qué tenía la sensación de estar en un déjà vu? Ah… espera, tal vez Virgo y Cáncer no eran tan distintos después de todo. Cáncer solía tener ese tipo de desplantes, en su mayoría sobre reaccionando a situaciones imaginarias que solo él conocía.

      Siendo justa, la última vez Cáncer estuvo en lo correcto: su hermano fue secuestrado y herido en la pierna. De eso hacía dos días ya. Ahora Virgo caminaba por todos lados… más bien, cojeaba. El Zodiaco, una vez más, estaba conformado por 12 miembros: dos Leo y ningún Cáncer. Ese era el motivo por el cual nuestro pequeño Virgo estaba tan molesto.

      En lo personal no me afectaba la ausencia de Cáncer, siempre supe que estaba sobrevalorado. Y un par de gritos de Virgo por aquí o por allá no eran problema. No el mío al menos.


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