El Zodiaco. Margarita Norambuena Valdivia
pero no quería quedar sin almuerzo y ni bajo tortura apoyaría al león traidor y desertor.
Virgo podía sentirse orgulloso, para una vez que escucho su consejo y no actúo de forma impulsiva. Era un gran logro, en serio, y no creo que se repita. ¿Sería bueno registrar este como día icónico? Tal vez.
Como sea, el punto era que Virgo estaba de malas y había escogido al mayor de los leones para liberar todo su estrés.
Por algún motivo, alineación de los planetas o simple morbo, terminamos sentados en el único sillón largo que tenemos contemplando desde una distancia segura la disputa de Alpha Leo y Virgo en el sector de la cocina.
— ¿Creen que deberíamos hacer algo? —preguntó Libra, el primero en ceder ante la situación. Debilucho, yo podría estar cinco días más mirando sufrir a Alpha sin inmutarme.
— Chicos, cuando mamá y papá pelean, los niños no deben meterse. —Recordó Escorpio.
— ¡Oí eso! —Virgo se giró hacia nosotros y lanzó lo primero que tuvo a mano en dirección a Escorpio. —Y espero que no estés insinuando que él está haciendo de mamá o papá. —Agregó el peliblanco, fulminando con su mirada verde al alacrán, quien puso una cara de asombro que duró dos segundos antes de sonreír de medio lado, con esa mirada de genio-malvado-asesino que causaba escalofríos.
— Por supuesto que no… —fue la respuesta apenas audible de Escorpio, intentando sin éxito controlar su sonrisa, tratando de volver a su pose seria y tranquila, de verse como la víctima. Aunque en este caso sí lo era; una víctima con los pies mojados luego que el vaso con limonada se estrellara en el suelo frente a él, lo más lejos que Virgo fue capaz de lanzarlo.
— ¿Ya ves? si molestas a mamá cuando está peleando con papá terminarás metiéndote en un lío. —Le habló Acuario al oído mientras se cubría la boca con el envés de su palma derecha y vigilaba con sumo cuidado que Virgo no le escuchara por accidente y cargara ahora contra él.
— ¡Oh! Virgo podría ser hijo de Capricornio. —comentó emocionada Piscis.
— ¡Eso ni viene al caso! —le reclamé. El tema era si Virgo y Alpha podían o no ocupar el puesto de mamá o papá. Piscis frunció su ceño y me enseñó la lengua, tan típico de ella.
— Amargada. —me contestó cruzándose de brazos mientras desviaba la mirada en dirección opuesta.
— ¿Lo dices porque si te cruzas en el camino de alguno de ellos cuando están de malas, puedes terminar muerta? —preguntó Libra, yo hice rodar mis ojos. Insisto, no es el tema de discusión.
— Sí, ¿verdad que son igualitos? —preguntó Piscis.
— Yo no soy así. —se quejó Capricornio cruzándose de brazos ofendido.
— ¡Sí lo haces! —fue la respuesta a coro. La dijimos tan alto, que hasta el par que peleaba en la cocina guardó silencio un momento para poder observarnos, nosotros cruzamos miradas con ellos en completo silencio, casi como estatuas de seres perfectamente bien comportados.
Alpha Leo dejó ir el sonido estrangulado de una risa espontánea antes de que Virgo volviera a centrarse en él y continuara reclamándole.
— Mmm… yo sí creo que Virgo pueda hacer de mamá. —comentó Tauro mientras se rascaba el pecho, y volvimos al tema central de nuestra charla. Gracias.
— ¿Entonces eso dejaría a Alpha como el papá? —Libra frunció el ceño.
— Virgo siempre está haciendo los deberes del hogar. —agregó Leo— Como que el papel de mamá le queda.
— Sí… ¿pero por qué Alpha tendría que ser el papá? —insistió Libra.
— ¿Qué tiene de malo? Es el mayor, ¿no? —preguntó Piscis.
— Sí, ademág… ¿qué no eg ég eg pagadín? —preguntó Tauro con la boca repleta de patatas.
— No hables con la boca llena, vaca. Escupes tu basura a todos lados. —me quejé dándole unos manotazos y puntapiés.
— ¡Oye! —reclamó Tauro alejándose —¡No me golpees!
— Oigan, no se muevan tanto, nos vamos a caer. —advirtió Acuario.
Y dicho y hecho, el sillón, que no estaba diseñado para soportar a diez energúmenos como nosotros, cedió a tanto peso y movimiento y se partió en dos acabando con todos nosotros sentados en el suelo.
— Oh… perfecto. —se quejó Leo mientras empujaba a Libra para que dejara de aplastarlo.
— Otra vez, otra vez. —saltó enseguida Sagitario, poniéndose en pie de un golpe, tan sonriente como siempre.
El entusiasmo de la chica se acabó al instante al contemplar nuestras miradas sombrías. Se giró en un pestañeo, lista y dispuesta para enfrentar aquello que nos tenía petrificados.
— Oh… —comentó Sagitario una vez quedó de frente a la cocina, tragando con dificultad mientras se dejaba caer sentada al suelo, desarmando todas sus defensas.
Yo desvié un momento la mirada hacia ella, para luego volver a centrarme en el peliblanco, temiendo genuinamente por mi vida… y mi dieta alimenticia.
Virgo y Alpha Leo nos miraban con curiosidad en un gesto casi idéntico de desconcierto, su disputa había cesado de golpe tras el ruido del mueble al romperse. Alpha dejó ir el inicio de una carcajada que esta vez no pudo contener, pero bastó que Virgo le dedicara una mirada asesina para que se llevara a toda velocidad la mano a la boca intentando amortiguar el estridente sonido que se asomaba por entre sus labios apretados.
— Arreglen eso. —ordenó Virgo marchándose de la habitación.
— Sí, mamá. —respondimos a coro, fue un acto inconsciente, ni siquiera nos dimos cuenta de que lo habíamos hecho cuando ya las palabras habían salido limpias y claras de nuestras bocas. La culpa la tenía Escorpio y sus ridículos juegos de palabras.
— ¡No soy su madre! —se escuchó el grito de Virgo desde el pasillo justo antes de que se encerrara tras un portazo en su dormitorio.
— No estaría tan seguro de ello. —contradijo sonriendo con cierta picardía, Acuario.
— Torpe, si nos quedamos sin comer será tú culpa. —me quejé dándole un codazo para luego ponerme de pie.
— Auh… ¿y mía por qué? —protestó Acuario sobando su brazo mientras se ponía de pie, entonces ayudó a Piscis a hacer lo propio.
— Porque lo digo yo y punto. Ahora tú, Escorpio y Tauro arreglen esto antes de que Virgo vuelva. —el trio de machos recios me contempló pasmado.
— ¿Nosotros qué? —preguntó Escorpio, arqueando sus cejas ofendido por lo déspota que soné, como si él no tuviera la culpa de haber provocado todo esto. Él lo inicio. Él asume las consecuencias. Punto.
— ¿Por qué yo? —se quejó Tauro.
— Tú, sobre todo, bestia. —le reclamé. Entonces me di media vuelta y centré mi mirada en Alpha, quien nada más desaparecer Virgo de escena había estallado en carcajadas y no lograba dejar de reír, recargándose sobre el mesón central de la cocina, golpeando una y otra vez su palma contra la fría superficie de piedra. — Y tú, será mejor que dejes de reírte y comiences a buscar al hermano perdido. —le advertí. Alpha se enderezó de golpe.
— ¿Y quién te nombró a ti la jefa? —su tono de voz era serio, altivo y hasta amenazador. Yo no pude evitar sonreír, iba a responderle como se merecía cuando fui interrumpida, para fortuna de Alpha.
— Nosotros. —casi gritaron al unísono el resto de Zodiaco, yo apoyé las manos en mi cadera y le sonreí ufana, como esperando a que respondiera de algún modo para, ahora sí, poder golpearlo con justificada propiedad.
— ¿Alguna otra pregunta? —le pregunté