El Zodiaco. Margarita Norambuena Valdivia
y Acuario tomaron la pregunta de Capricornio como permiso para continuar con su vida normal y recuperaron la movilidad. La primera siguió mordiendo la manzana al tiempo que miraba en otra dirección y el segundo cerró el cajón abierto y se limitó a señalar a Aries y Cáncer al otro extremo de la cocina.
Aries golpeaba y remecía el extintor tratando de hacerlo funcionar mientras Cáncer, a un lado suyo, hacía oscilar un mantel soplando el fuego que cubría la cocina, avivando más las llamas en su desesperado intento por acabar con el desastre ardiente. Ninguno de los dos había notado la presencia de Capricornio.
— ¡Qué dejes de hacer eso, zopenco! —Exasperada, Aries lanzó el extintor a un lado y saltó sobre Cáncer para ahorcarlo.
— ¡Ah! ¡Agh! ¡No respiro, no respiro! —Cáncer dejó de abanicar sobre el fuego y comenzó a forcejear con Aries para que lo soltara, pero lo único que consiguió fue que el mantel quedara expuesto a las llamas.
— ¡Ah! ¡Cáncer se quema! ¡Cáncer se quema! —Acuario volvió a correr, esta vez en círculos por la sala.
La escena le causó tanta gracia a Géminis que terminó atorada con un trozo de manzana y empezó a toser ruidosamente al tiempo que se golpeaba el pecho y alzaba una de sus manos.
Abrí la boca pero no logré pronunciar sonido alguno, lo veía y no lo creía. Observé de reojo a Capricornio y me pareció que estaba haciendo alguna clase de cuenta mental con los ojos entrecerrados, algo como para mantener la calma. No estaba segura, pero creo que pude oír sus dientes rechinando.
Cáncer comenzó a mover su mantel en llamas de forma desesperada mientras intentaba que Aries le permitiera respirar, pero terminó esparciendo la catástrofe por todos lados.
— Serán… —masculló Capricornio, llegando al origen del desastre en cuatro o cinco grandes zancadas, poniendo un alto a todo el alboroto tras vaciar una cubeta de agua sobre Aries y Cáncer.
— ¡Fuego! ¡Fuego! —Acuario continuó dando un par de vueltas creyendo que aún estábamos en peligro.
Sin quitar la mirada de Capricornio, Cáncer y Aries, me aproximé a él por la espalda y lo sujeté del hombro provocando que se pusiera rígido, sus brazos en alto, como si lo estuviera apuntando con un arma.
— Ya se acabó. —lo calmé.
— ¿En serio? —Acuario se dio la vuelta y me observó abriendo mucho los ojos, no estoy segura si estaba impresionado por mi presencia o por mis palabras, pero solo se limitó a soplar los cabellos rubios de su frente.
— Sí, san Capricornio lo solucionó. —le contesté.
— Oh… qué bien. ¡Hora de comer! —Acuario sonrió satisfecho con el desenlace, yo sonreí al verlo encaminándose a la nevera para sacar un pote de yogurt, me agradaba su simpleza, aunque no terminaba de comprender sus acciones.
— ¿Se puede saber qué hacían? —al oír que Capricornio regañaba al par de chicos en llamas volví mi atención a ellos.
— Fue su culpa. —Aries señaló en un rápido movimiento a Cáncer, quien se sobaba el cuello con una mueca de dolor.
— ¡¿Qué?! —Cáncer abrió tanto sus ojos qué parecían dos huevos fritos— ¡¿Cómo que mi culpa?!
— Le dije que era una mala idea, pero no me escuchó. —continuó explicando Aries, haciendo caso omiso de las protestas de Cáncer. Capricornio y yo centramos la atención en la muchacha castaña que hablaba.
— Espera un segundo, YO te dije que era una mala idea y TÚ fuiste la que no me escuchó. —aseguró Cáncer.
Capricornio suspiró masajeándose el puente de la nariz, cerrando por un momento los ojos.
— Despierten a los demás y limpien esto mientras me voy a lavar. —no esperó a comprobar si lo habían escuchado y se limitó a dar media vuelta en dirección al baño.
— ¿Y? ¿Cuál era la idea? —rodeé el mesón central para acercarme a Cáncer y Aries y ayudarles a limpiar.
— Queríamos preparar un desayuno para Virgo. —suspiró derrotada Aries, Cáncer frunció el ceño mientras masajeaba de nuevo su cuello y se apartaba medio paso de Aries.
— Ah… qué buen espectáculo. —Géminis se recuperó al fin del atragantamiento y lanzó el corazón de la manzana al basurero más cercano. —Ven Acuario, vamos a despertar a los demás. —lo sujetó de un brazo y comenzaron a caminar hacia las habitaciones.
— Pero estoy comiendo… Géminis… espera… oye… —la voz de Acuario se perdió por el pasillo mientras era arrastrado sin mayores complicaciones por la chica ocho años menor.
Media hora después habíamos arreglado el desastre matutino y casi todo el Zodiaco se había reunido para desayunar. Solo faltaban Virgo, Tauro y Escorpio. Nadie se había atrevido a despertarlos, ni siquiera la traviesa Géminis o la intrépida Aries, todos sabíamos a qué nos ateníamos si osábamos despertar a alguno de los cuatro demonios del sueño, léase: Tauro, Virgo, Escorpio o Capricornio.
De todos modos, Capricornio nos había prohibido despertar al chico peliblanco. En cuanto a Tauro, seguro que el aroma del desayuno hacía lo propio y con respecto a Escorpio… bueno, con él nunca se sabía, podía despertarse con el alba o dormir hasta pasado el mediodía, lo más sensato era esperar a que se apareciera por su cuenta.
— ¿Qué vamos a hacer con eso? —Libra tomó una tostada con mermelada, sin preguntar a nadie en particular.
— ¿Con qué? —Piscis alzó su mirada hacia el chico sin comprender el tema en discusión. A pesar de no ser la menor del grupo, su baja estatura y su actitud despistada la hacían merecedora del título de niña del Zodiaco.
— Con eso. —Libra señaló el inservible extintor que por culpa de Aries había ido a parar a la repisa de la loza, destruyendo todo a su paso.
— A mí no me vean. —Cáncer desvió su cabeza y continuó comiendo su desayuno: una taza de café con leche y unas tostadas.
Libra suspiró mientras observaba en dirección a la siguiente culpable, quien no se daba por enterada. Viendo lo serio que estaba Libra y consciente de lo despreocupada que podía ser Aries, me temí lo peor y decidí comprobar la reacción de Aries, pero ella comía tranquilamente, con esa actitud altiva que solía exasperar a Cáncer y Tauro. Al notar la mirada de Libra lo observó con sus ojos color chocolate apenas entrecerrados, como si estuviera desafiándolo a reclamarle algo.
Libra volvió a suspirar, consciente de que ni Cáncer ni Aries harían algo por voluntad propia para terminar de arreglar el desorden matutino.
— Pues tendremos que arreglarlo antes de que Virgo lo vea. —apoyó Géminis, entonces se acarició el mentón con el índice y el pulgar pensando al respecto.
— La culpa es de Aries, que ella lo repare. —Cáncer señaló con su tostada en dirección a la castaña, sin dignarse a dirigirle la mirada, Aries alzó una ceja y observó por un instante al cangrejo, quien había escogido, sabiamente, sentarse lo más lejos posible de su rival.
— Aries, después de desayunar repararás el daño. —cuando Aries centró su mirada en Capricornio me pareció que le respondería algo, pero se limitó a asentir con la cabeza para luego beber de su té humeante.
— ¿Puedo ir de compras contigo? —pidió emocionada Piscis.
— ¿Compras? —el rostro de Aries se iluminó de pronto, comprendiendo que tendría que ir de compras para arreglar los daños, y al ver que Piscis le respondió con un efusivo asentimiento de cabeza, observó a la pequeña rubia sentada frente a ella y se sonrió mientras comenzaba a preparar toda una lista de compras en su cabeza. —Por supuesto, de paso también compramos otro extintor.
— ¡Oh! ¡Oh! Yo también quiero ir. —Géminis alzó la mano para hacer que la notasen.
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