El Zodiaco. Margarita Norambuena Valdivia

El Zodiaco - Margarita Norambuena Valdivia


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abrí los ojos de la impresión y tiré de Escorpio al interior de la bodega mientras Acuario reaccionaba con rapidez cerrando la puerta de un golpe y se quedaba apoyado en ella para evitar que se abriera, gracias a eso, todas las balas rebotaron en el metal de la estructura.

      La única ventana del lugar quedó hecha añicos con las balas que la atravesaron, la pared contraria absorbió todos los impactos produciendo un sonido que retumbaba tan fuerte que me sorprendía no haber quedado sorda. Escorpio, Acuario y yo cruzamos miradas intentando tomar una decisión.

      — ¡¿Ahora qué hacemos?! —intenté hacerme escuchar.

      — ¡¿Vieron el brazalete en su brazo izquierdo?! —Acuario aun sujetaba la puerta con su cuerpo. Escorpio y yo asentimos.

      — Sí, lleva una cinta negra con una araña roja en el centro. —al fin la balacera había cesado y no tenía necesidad de seguir gritando, aunque podía sentir un silbido molesto resonando en mi oído interno.

      — El emblema de la Araña Escarlata. —completó Escorpio.

      — ¿Qué no dijeron en las noticias que el gremio de la Araña Escarlata estaba resolviendo el asunto del atentado de anoche? —Acuario ladeó su cabeza mientras alzaba una ceja, no estaba segura si lo preguntaba o lo estaba recordando.

      — Sí, pero ¿qué no es eso contraproducente? —me quejé.

      — ¿Lo dices porque el padrino del gremio de la Araña Escarlata es lord Leiton? —Escorpio no parecía muy interesado en el tema, yo le respondí asintiendo.

      — Sí, también lo pensé cuando escuché las noticias. Pero supongo que es la tapadera perfecta. —tras decir eso, Acuario se cubrió la nariz y la boca con su camiseta y nos hizo un gesto para que le siguiéramos al segundo cuarto.

      — ¿Quieres decir que lord Leiton se ha ofrecido para realizar este trabajo con el único propósito de evitar que lo relacionen con el asunto de la bomba? —aun no terminaba de encontrarle sentido, ¿acaso no había algún organismo regulador? ¿Qué propósito tenía que los mismos culpables investigaran el caso?

      Acuario me respondió con un movimiento de cabeza, terminé cubriendo también mi nariz y boca y lo seguí.

      — Será mejor que nos apresuremos, estoy seguro de que si salimos por la vía lateral podremos evitar a las fuerzas de orden. —Acuario se aproximó a la escotilla en el suelo.

      — Sí… pero no podremos regresar a la camioneta. —Escorpio tenía un buen punto, cómo recuperaríamos la camioneta.

      — ¡Hola! —nada más abrir la escotilla se asomó del piso inferior un joven moreno, cabello rubio peinado tipo mohicano y ojos azules cubiertos por unas antiparras que le hacían ver como si tuviera ojos de sapo, usaba una mascarilla antipolución de color negro con diseños en rojo.

      — ¡Ah! —Acuario se retorció tras la descarga eléctrica recibida por la pistola de electrochoque del recién aparecido personaje.

      — ¡Acuario! —el disparo me tomó por sorpresa.

      — Oh… y yo no bajaría allí si fuera ustedes. —observé de reojo al hombre cara de sapo, de pronto deseé haber traído mi arma y vaciar el cargador sobre él.

      Acuario cayó aturdido de espaldas al suelo, pero antes de que alguien más pudiera reaccionar, Escorpio le dio un golpe con la pala al enmascarado y luego se acercó a Acuario para socorrerlo.

      — Está inconsciente. —Escorpio se volteó para observarme, pero al hacerlo abrió muy grande los ojos.

      Al voltearme rápidamente para seguir la dirección de su mirada descubrí que la joven gótica estaba sonriendo de pie en el umbral de la puerta.

      — ¡Sagitario, corre! —entonces Escorpio lanzó el cuerpo de Acuario escaleras abajo y se apresuró a cerrar la escotilla.

      Yo prácticamente volé a la escotilla para escabullirme junto a Escorpio en el subterráneo, pero de inmediato me golpeó un intenso olor ácido y avinagrado que hizo lagrimear mis ojos y secar mi garganta.

      — ¿Qué no escuchan cuando les hablan? —preguntó el aún aturdido enmascarado.

      Yo me giré para poder observarlo, asombrada de que se hubiera despertado. Era un muchacho tan alto como Acuario, daba la impresión de ser más o menos de la misma edad también. Su voz se oía distorsionada por aquella mascarilla que llevaba puesta, pero podía distinguirse con claridad un matiz juguetón.

      Me di cuenta de que el muchacho también portaba el brazalete de la Araña en su brazo izquierdo. Apoyé mi mano sobre mi nariz y boca mientras observaba de reojo a Escorpio para saber qué hacer.

      — Escucha Sagi… —empezó Escorpio. —A mi señal corres sin mirar atrás. Busca la salida e infórmales a los demás. —yo negué con la cabeza, pero al cruzar miradas conmigo esbozó el inicio de una sonrisa, era como si él supiera algo que yo no, una clase de sabiduría que lo dotaba de una inexplicable seguridad.

      — Pero… —intenté protestar.

      — Cuidaré de Acuario, estaremos bien. —yo me perdí en sus ojos gris verdosos y por alguna razón terminé aceptando, él volvió a centrarse en quien teníamos al frente. —Mantente cerca del suelo, tendrás un poco más de aire. —me aconsejó.

      — ¿Qué es esto? ¿En serio creen que tienen alguna oportunidad? —preguntó el cara de sapo preparando su pistola de choques eléctricos.

      — ¡Sagitario, ahora! —Escorpio se lanzó sobre nuestro adversario y cayó al suelo junto con él.

      Ambos hombres comenzaron a forcejear y yo aproveché el momento de confusión para huir lo más rápido que pude, corriendo acuclillada sin despegar la cara de mi camiseta, que empleaba como mascarilla.

      Tras lo que me pareció una eternidad logré dar con la salida secundaria. Tal como había previsto Acuario: aparecí justo por detrás de las fuerzas de orden, las que se arremolinaban hacia la entrada de la bodega.

      Sentí una presión dolorosa en mi pecho, no me hacía ninguna gracia dejar atrás a Escorpio y Acuario, pero era consciente de que en esos momentos no estaba en condiciones de rescatarlos.

      — Volveré, chicos. —juré mientras me escabullía lejos del grupo que se alborotaba en torno a la entrada principal de la bodega.

      Salí lo más pronto que pude del primer círculo y me dirigí hacia el exterior del tercero, tomando el tranvía que atravesaba la línea periférica. En tan solo doce minutos estaba de vuelta frente de la iglesia abandonada.

      Inhalé hondo un par de veces para recuperarme de la carrera y llenar mis pulmones de oxígeno antes de internarme entre los árboles en dirección a nuestra guarida.

      PISCIS

      Terminábamos de tomar nuestros desayunos en un agradable silencio interrumpido solo por el programa matutino de turno en la televisión, cuando Sagitario entró abriendo la puerta principal de un empujón.

      Nuestra sala, comedor y cocina no eran más que una gran habitación sin división que quedaba expuesta desde la puerta de entrada.

      — ¿Qué pasó? ¿Se les olvidó algo? —Leo alzó una ceja y apagó el televisor. Todos nos giramos hacia Sagitario para saber qué sucedía, ella respondió con una negativa de cabeza.

      — Es… tan… no… sé… apareció… de… araña. —trató de explicarse mientras intercalaba grandes bocanadas de aire.

      — ¿Qué? —Aries arrugó nariz y frente intentando darle sentido a lo que había oído.

      — ¿Araña? ¿Dónde? —levanté los pies mientras vigilaba con cuidado cada rincón que lograba apreciar a mi alrededor. No sé qué escucharon los demás, pero yo oí muy claro que dijo araña.

      — Vamos a ver. Ven acá, Sagitario, toma aire y habla. —Libra le


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