La revolución ciudadana en Ecuador (2007-2017): posneoliberalismo y (re)colonización de la naturaleza. Diego Alejandro Ramírez Bonilla
de las industrias extractivas. Esto condujo a que la divergencia y abierto antagonismo entre el gobierno de Rafael Correa y los movimientos indígenas ecuatorianos, entre otras fuerzas sociales, se hiciera tan evidente7 que el presidente llegó a tildar de “izquierdismo, ecologismo e indigenismo infantil” a las posturas críticas frente a sus políticas de depredación ambiental (Ramírez Gallegos, 2010; Lalander y Ospina 2012a). A su vez, la Iniciativa Yasuní-ITT fue abortada en el 2013 al no superar el umbral de aportes monetarios que se esperaba recibir por parte de los distintos actores internacionales, con lo cual comenzaron los preparativos para la explotación petrolera en el bloque 43.
En virtud de la postura del gobierno de Rafael Correa frente a la disidencia social a sus políticas y, sobre todo, de su impulso a políticas de extracción intensiva de bienes naturales8, su proyecto político fue acusado no solo de continuar, sino también de profundizar las dinámicas de despojo comunes a los gobiernos de la partidocracia durante la larga noche neoliberal9. En este orden de ideas, la Revolución Ciudadana manifestó en su seno la contradicción inmanente entre, por un lado, la apuesta por consolidar una relación armónica entre el ser humano y la naturaleza como principio central del sumak kawsay o buen vivir y, por el otro, el impulso a la depredación natural y a la inferiorización de la naturaleza como condiciones para desarrollar las comunidades, elementos característicos de la colonialidad de la naturaleza, una de las caras del patrón de poder mundial que se ha manifestado con particular violencia en Abya Yala/América Latina10.
La explotación petrolera en el bloque 43, que comenzó tras el abandono de la Iniciativa Yasuní ITT, representó uno de los momentos cúspide en la conflictiva y paradójica relación entre los sucesivos gobiernos de Rafael Correa y la naturaleza ecuatoriana, con lo cual se hizo manifiesta la contradicción con el llamado giro biocéntrico que tomó la Constitución de Montecristi (Gudynas, 2009a). La explotación del ITT deviene un caso de particular interés investigativo, pues, en palabras de Martínez, “el Yasuní [ITT] resume los temas más importantes de la actualidad, la biodiversidad y la importancia de mantenerla, los pueblos indígenas, el cambio climático y el modelo extractivista. Temas que además están relacionados entre sí” (Martínez, 2014, p. 140).
Partiendo de los elementos mencionados, esta obra aborda las dinámicas de colonialidad de la naturaleza reproducida por la Revolución Ciudadana durante el periodo 2007-2017; para ello, toma como estudio de caso la explotación petrolera en el Yasuní ITT. En otras palabras, se abordará la representación y el tratamiento de la naturaleza ecuatoriana como un espacio que se puede depredar en función de las demandas del mercado mundial, lo cual involucra tanto la inferiorización de lo natural de los territorios periféricos o subalternizados, como la extracción intensiva de bienes naturales11 en función del papel que cumple Latinoamérica como proveedora de materias primas para los países hegemónicos.
Las formas concretas que adopta la colonialidad de la naturaleza varían de acuerdo con la configuración del sistema-mundo en un lapso determinado, es decir, de la manera en la que los distintos actores del sistema-mundo devienen hegemónicos o subalternos mediante sus prácticas y discursos. Todo ello, a su vez, conduce a la transformación en las formas que adquiere el patrón de poder mundial, incluyendo el aspecto que atañe a la relación entre el ser humano y la naturaleza.
Desde el periodo de crisis del patrón de poder mundial y el comienzo de su fase neoliberal12, la colonialidad de la naturaleza atraviesa procesos de profundización inusitados, en función del incremento cualitativo y cuantitativo de las dinámicas de dominación y explotación que recaen sobre los sujetos y territorios subalternizados a escala mundial.
Por lo tanto, las preguntas que orientan la investigación son: ¿cuál fue el papel de la Revolución Ciudadana en la inserción de Ecuador en la fase neoliberal del patrón de poder mundial? ¿De qué manera la Revolución Ciudadana representó a la naturaleza? ¿Cómo despliega la Revolución Ciudadana las prácticas de extracción intensiva de bienes naturales en el Yasuní ITT?
Para responder estas preguntas se pretende, primero, dilucidar el papel de la Revolución Ciudadana en la inserción de Ecuador en la fase neoliberal del patrón de poder mundial; segundo, explicar la manera en la que la Revolución Ciudadana representó a la naturaleza; y tercero, esclarecer las dinámicas de extracción intensiva de bienes naturales que ejerció la Revolución Ciudadana, relacionadas específicamente con la explotación petrolera en el bloque ITT.
La Revolución Ciudadana impulsada por Rafael Correa se concibe en esta obra como un proyecto político posneoliberal; esto es, un proyecto que, aunque despliega una retórica antineoliberal, recupera el protagonismo directo del Estado en la actividad económica y redistribuye las rentas extractivas, garantiza al mismo tiempo la subordinación de Ecuador al patrón de poder mundial en su fase neoliberal, profundiza las prácticas de extracción intensiva de bienes naturales en beneficio del capital transnacional –especialmente el de origen chino– y reproduce el discurso colonial del desarrollo, el cual favorece la representación de la naturaleza como un espacio subalterno que puede ser depredado. En este orden de ideas, la Revolución Ciudadana reproduce la colonialidad de la naturaleza en un contexto en el que China, como nuevo bastión de la producción industrial global, resulta el principal beneficiario.
Para alcanzar los objetivos propuestos en esta investigación, se hace un análisis cualitativo apoyado en fuentes primarias y secundarias que abordan las distintas dimensiones del objeto de estudio, entre las que se encuentran documentos oficiales, portales de información geográfica, investigaciones científicas, artículos y crónicas periodísticas, entre otras. La investigación se apoya en un intercambio teórico entre el programa modernidad/colonialidad, la ecología política latinoamericana y el marxismo ecológico, y parte de la periferia como lugar de enunciación, es decir, analiza las dinámicas de poder global con miras a contribuir en la formulación de estrategias subversivas desde y a favor de los territorios subalternizados del sistema-mundo moderno/colonial.
Mediante el anclaje epistemológico elegido, la intención es alejarse de posturas deterministas que propongan explicaciones causales unilineales o unidireccionales del objeto de estudio. En cambio, se pretende hacer una lectura que dé cuenta de la permanente interrelación entre los elementos globales, nacionales y locales en los fenómenos políticos, económicos, sociales y culturales que se manifiestan en Latinoamérica. De igual manera, se propone tomar distancia de posiciones tanto economicistas como culturalistas, características del pensamiento dicotómico eurocéntrico (Castro-Gómez y Grosfoguel 2007), y reconocer el carácter correlativo de las dinámicas económico-mercantiles y simbólico-discursivas en la construcción de la realidad de opresión que se materializa en el continente.
La opción por la disección de los diferentes elementos que conforman el universo social para facilitar el análisis, herencia de las ciencias sociales del siglo XIX, en no pocas ocasiones ha conducido a la errónea concepción de una realidad fragmentada, como si en el mundo social los fenómenos económicos se manifestaran de forma separada de los fenómenos discursivos; como si fuera posible la existencia de relaciones económicas sin la mediación del lenguaje o de prácticas discursivas sin relaciones económicas que las sustenten. Esta escisión de elementos, presente aún en las corrientes hegemónicas de la academia occidental, ha impuesto grandes obstáculos para la construcción de alternativas a las formas de dominación y explotación que se ejercen en territorios subalternizados, como América Latina.
La elección de los enfoques teóricos mencionados corresponde a la constatación del potencial analítico y transformador que tienen las teorías europeas y norteamericanas, que cuestionan y rechazan la explotación capitalista; pero, al mismo tiempo, de la reproducción que hacen de la diferencia colonial13 (Mignolo, 2000) y –en buena parte de ellas– de la mitología moderna de progreso unilineal, como consecuencia del lugar de enunciación eurocéntrico y moderno del que emergen14. Por lo tanto, en esta obra se aspira a proponer un planteamiento crítico, ecléctico y heterodoxo, que permita –en consonancia con la propuesta de Castro-Gómez– “una articulación entre diferentes teorías críticas provenientes de diversas partes del mundo” (Grupo de Estudios sobre Colonialidad, 2012, p. 218), que rompa con la sacralización y dogmatización del conocimiento eurocéntrico y permita reconocer las especificidades de nuestro lugar de enunciación.
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