Cómo obtienen los reporteros la información. Rigoberto López y Quezada
junta de evaluación que se hace todos los días con los directivos del diario, para saber con qué notas cuenta para la edición del día siguiente.
Reporteros y fotógrafos
Los reporteros y fotógrafos en un medio escrito —los primeros también para los noticieros de radio— y además los camarógrafos para la televisión, son los encargados de conseguir las noticias, la materia prima del medio de información para el que trabajen.
No cualquier persona puede desempeñar este oficio con las atribuciones que exigen los medios de comunicación. Se requiere una entrega total y cierta cultura, determinados conocimientos mínimos para conseguir una buena noticia, una entrevista, una crónica o un reportaje, si nos referimos a estos géneros periodísticos informativos.
Otro experimentado redactor, invitado a una de mis clases, les dijo a mis alumnos: “el periodismo requiere veinticinco horas al día, si ustedes no están dispuestos a trabajar como reporteros o reporteras muchas horas en esto, cámbiense de carrera”.
De acuerdo con lo anterior es preferible que quienes se dediquen a este oficio sean solteros. Las esposas o parejas de los periodistas saben que no cuentan con ellos, ni pueden hacer planes a futuro, ni siquiera de asistir a un acto social o familiar al día siguiente, porque el reportero puede ser requerido en cualquier momento por el jefe de información para ir a cubrir una noticia que se presentó intempestivamente y para el periodista su trabajo está primero que todo lo demás.
En las primeras clases del curso de Periodismo Especializado I, invito a mis alumnos a que opinen acerca de las cualidades que debe tener un reportero, entre ellas anotamos las siguientes: audaz, inteligente, culto, extrovertido (una persona introvertida difícilmente será buen periodista), honrado consigo mismo, estar bien informado, analista, observador, persistente, buen redactor, etcétera. Generalmente les antepongo como primer requisito que también deben ser puntuales.
Les platico que en mis 27 años de reportero me enteré que más de alguno de mis compañeros perdieron noticias importantes por no ser puntuales. Un posible entrevistado que acepta una cita con un reportero a veces teme que después sus declaraciones a la prensa o a cualquier medio electrónico le puedan causar problemas, sobre todo si es un político que empieza en su carrera, y si ya no puede cancelar la cita, lo primero que hace para zafarse de aquel compromiso es no esperar ni un minuto al periodista y se va. Después culpa al informador de haber sido impuntual.
El ejemplo de la impuntualidad que todos mis alumnos captan es el relato que les hago de Cinthya, la primera esposa de John Lennon, quienes siendo esposos, quedaron de verse en la estación del ferrocarril de Liverpool para que ella acompañara a su marido y al resto del famoso cuarteto inglés a una gira artística; sin embargo a ella ese día se le hizo tarde, llegó corriendo al lugar de la cita en los andenes ingleses, pero por un minuto o dos, no alcanzó a subirse al tren —en Europa los medios de transporte son muy puntuales para salir y llegar—. La máquina no podía pararse, vio ella con desesperación el cabús de aquel tren en el cual se alejaba su marido. En esa gira, por no haber estado Cinthya, Lennon conoció a una dizque pintora japonesa llamada Yoko Ono. Conclusión, por la impuntualidad de ella no solamente perdió a su esposo, se desintegró el cuarteto musical más famoso del mundo del siglo pasado. Lennon se fue a vivir después con la japonesa a Nueva York y allá el 8 de diciembre de 1980 un loco lo mató. La reflexión es que al genial músico, la impuntualidad de su ex mujer quizá hasta la vida le costó.
El perfil del reportero
El perfil del buen reportero se compone de aptitudes y actitudes. Las primeras se fundamentan en la formación académica universitaria que el periodista recibe y que le proporciona las herramientas teóricas y técnicas que lo hacen apto para desempeñar la profesión de reportero o reportera.
Las actitudes se relacionan con la vocación y el compromiso que el periodista es capaz de imprimir a su trabajo. Me refiero a la disposición anímica, a la entrega, la pasión con que acomete su trabajo periodístico día tras día. La responsabilidad, la seriedad, la credibilidad, la confianza, son valores exigidos en todas las profesiones, pero en el reporteo toman especial relevancia por la naturaleza de esta actividad y sus repercusiones en la sociedad, porque el compromiso del reportero, del profesional que quiere ir más allá del chambismo, tiene una fuerte carga ética y moral. Y este compromiso es con la verdad del hecho, de la acción, del dicho, con el descubrimiento de la verdad para darla a conocer sin omisiones ni tergiversaciones, sin intereses personales o presiones.
En los años 50 o 60 del siglo pasado la gran mayoría de los reporteros carecían de formación universitaria. Algunos habían cursado otras licenciaturas,
o no habían terminado diversas carreras académicas, en general, el periodismo era un oficio que se aprendía en forma empírica, en la práctica cotidiana.
Ahora prácticamente todos los reporteros que trabajan en los medios de comunicación son egresados de escuelas de periodismo o comunicación, públicas o privadas. La conclusión es que para ser un reportero profesional, la pericia técnica y la preparación universitaria son indispensables, pero no bastan. Es necesario el amor al trabajo. A un reportero sin vocación, que no es capaz de vibrar incluso físicamente, de apasionarse cuando detecta una noticia importante, de nada le sirve dominar técnicas periodísticas.
Si todos hablan de la importancia de la prensa, de lo necesario de la diversidad de opiniones y el valor de estar informados, ¿por qué existen tan pocos lectores en nuestro país? Si los profesionales del periodismo hacen un trabajo deficiente, los medios para los que laboran serán de mala calidad. ¿Quién, o quiénes son los responsables de un mal producto noticioso, los reporteros, las universidades donde fueron preparados, la sociedad, los medios?
El reportero debe conocer las reglas básicas de redacción, de la gramática, especialmente de la sintaxis, esto es de vital importancia para quienes entendemos que el instrumento del comunicador, del periodista, es el lenguaje, es la materia prima de la información.
El profesionalismo en la jornada de trabajo
El éxito de un reportero comienza a cimentarse en los detalles de la rutina diaria, en temas que suenan demasiado obvios, pero que quizá por eso mismo hacen tropezar a los reporteros con frecuencia. La improvisación es sinónimo de mediocridad, es también el camino más directo hacia el fracaso.
La tarea cotidiana de un reportero se divide en tres etapas: preparación, trabajo de campo y redacción, cada uno exige un mínimo de orden y disciplina, cualidades que deben ser practicadas hasta convertirlas en hábitos laborales que, a su vez, son el punto de partida para un trabajo periodístico profesional.
En la preparación está que el periodista empiece cada mañana con la lectura completa del periódico en el cual escribe y por lo menos leer los encabezados de dos o tres diarios más, también debe escuchar noticieros de radio y televisión, no hacerlo es una irresponsabilidad que expone al periodista al riesgo de perder el enfoque noticioso en la búsqueda de la información y desperdiciar el trabajo en asuntos de poco interés que no le servirán para obtener la noticia.1
También en la preparación está el uso de herramientas, el conocimiento de una técnica y de su fuente informativa. Un reportero con oficio no puede salir a la calle sin estar pertrechado con las herramientas que le son indispensables: lápiz, papel, grabadora, pilas, celular, esto lo digo porque he visto a colegas hacer el ridículo de pedir prestados estos insumos al llegar a cubrir un acto, o lo que es peor, que le pidan al entrevistado que les preste papel y bolígrafo porque no llevan con qué y en qué apuntar. En conferencias piden la información a otro reportero que es de la competencia.
En el trabajo de campo esto puede suceder porque el reportero no pidió a tiempo su orden de trabajo. En ella el jefe de información especifica las tareas que el reportero tiene que realizar ese día. En ocasiones la orden contiene instrucciones muy concretas, pero aún así no se trata de cumplirlas