Manual de técnicas de montaña e interpretación de la naturaleza (Bicolor). Fernando Lampre Vitaller

Manual de técnicas de montaña e interpretación de la naturaleza (Bicolor) - Fernando Lampre Vitaller


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a lo largo de todo un itinerario (un único rumbo entre nuestro inicio y nuestro destino puede conducir a errores, especialmente si el itinerario es de una cierta longitud), estableciendo puntos de referencia intermedios (a ser posible visibles entre sí). Es decir, calcularemos todos los rumbos que sean necesarios en el transcurso de un itinerario: un primer rumbo A-B (donde B es visible desde A), un segundo rumbo B-C (donde C es visible desde B), etc. Este ejercicio puede ser de gran complejidad, debido a múltiples factores: relieves muy abruptos o accidentados, dificultades para encontrar puntos de referencia intermedios (por ejemplo, en un bosque), falta de visibilidad (con niebla), etc.

      Figura 1.15 Cálculo del rumbo de una dirección con una brújula de limbo móvil.

      Esto es algo absolutamente frecuente en la naturaleza. Hemos trazado un itinerario y hemos calculado los rumbos pertinentes. En su planificación previa desestimamos atravesar algunos obstáculos que habíamos reconocido en el mapa tras una minuciosa interpretación (por ejemplo, un lago, una garganta, una montaña, etc.). Pero también pueden surgir sorpresas que no habíamos interpretado y que nos obliguen a efectuar pequeñas modificaciones del rumbo del itinerario sobre el terreno: un escarpe infranqueable, un edificio, etc.

      Proponemos tres métodos para superar estos obstáculos con brújula, como se indica en la figura 1.16, regresando en todos ellos a la dirección de partida.

      En el caso número 1 salvamos el obstáculo mediante un desvío rectangular: nos desviamos 90º en A-B, B-C y C-D. En D recuperamos la dirección inicial con otros 90º. Las distancias recorridas en A-B y C-D deben ser idénticas, mientras que la distancia B-C debe ser lo suficientemente larga como para superar el obstáculo. También hay que indicar que la dirección B-C tiene el mismo rumbo que el que llevábamos antes de toparnos con el obstáculo.

      En el ejemplo número 2 franqueamos el obstáculo mediante un desvío triangular: nos desviamos 45º de nuestra dirección previa, 90º de B a C, y recuperamos en C nuestra dirección inicial con 45º. A-B y BC deben ser distancias iguales.

      En el caso número 3, el obstáculo es también superado mediante un desvío triangular, pero, a diferencia del ejemplo 2, nos desviamos 60º de nuestra dirección previa, otros 60º de B a C, retomando nuestro rumbo original en C con otros 60º. A-B y B-C deben ser, obviamente, iguales.

      Figura 1.16 Métodos para salvar los obstáculos de un itinerario mediante una brújula.

      Con un cierto grado de aproximación, podremos calcular distancias iguales en los desvíos efectuados por medio de nuestros pasos (contando los pasos mentalmente o mediante podómetro).

      Si conocemos cualquier distancia, gracias al uso de la escala, y también conocemos los desniveles topográficos que nos proporcionan las curvas de nivel, podemos hallar la pendiente de un itinerario. Ésta es la relación que existe entre el desnivel a superar y la distancia o recorrido horizontal. Se expresa habitualmente en porcentajes (%), pero también se puede expresar en grados sexagesimales.

      Por su sencillez, planteamos el cálculo de porcentajes:

      P (%) = (h / d) × 100

      donde P es la pendiente, expresada en %, h es el desnivel a superar (en metros) y d es la distancia horizontal (también en metros). Al multiplicar esta relación por 100, obtenemos el porcentaje (ver figura 1.17).

      Por ejemplo, una pendiente del 15% significa que cada 100 metros recorridos en la distancia horizontal se superan 15 metros de desnivel.

      El ángulo de la pendiente (∝), medido en grados sexagesimales, se puede obtener de varias formas: mediante un clinómetro; por medio de razones trigonométricas, o también mediante un transportador de ángulos si reflejamos en un triángulo, como se puede ver en la figura 1.17, los conceptos que nos ocupan (P, h y d). A continuación, como referencia, se enumeran algunas equivalencias de grados sexagesimales y porcentajes: 5º de ángulo son el 8,7% de pendiente, 10º son el 17,6%, 20º son el 36,4%, 30º son el 57,7% y 45º son exactamente el 100% (remontar una rampa de 45º implica ascender 100 m de altura cada 100 m de la horizontal). Los valores superiores a 45º aumentan hasta el infinito: 50º son 119,2%, 70º son 274,7%, 80º son 567,1%, 90º es un % infinito.

      Se puede comprobar que, cuanto más largo sea un itinerario para subir un mismo desnivel, menor será la pendiente y, lógicamente, más descansado será. En las montañas abundan los ejemplos: los caminos de herradura, trazados en zig-zag, constituyen el paradigma de un diseño racional y razonable de las comunicaciones en el pasado.

      Figura 1.17 Magnitudes relacionadas con la medida de una pendiente entre A y B.

      Para completar nuestro análisis del relieve en la planificación de itinerarios, ofrecemos un complemento del cálculo de pendientes: la realización de un perfil topográfico. Se trata de un gráfico en el que se representa un corte transversal del relieve en una determinada dirección, seleccionada en función de nuestro recorrido o interés. Esta sección del relieve se traslada sobre el eje horizontal, mientras que la altitud se representa en el eje vertical. El resultado es una imagen bastante fidedigna de las formas que tiene el corte o perfil ejecutado: montañas, valles, ascensos y descensos, pendientes, etc.

      Pasos para confeccionar un perfil topográfico:

      •La forma de elaborar un perfil comienza con la selección del mismo, puesto que hay que tener en cuenta el trazado de la línea de corte sobre nuestro mapa topográfico: debemos procurar que la dirección establecida corte de forma transversal la totalidad o la mayor parte de las curvas de nivel (evitar que la línea corte varias veces sucesivas la misma isohipsa).

      •Después se toma un papel milimetrado y se coloca, sobre el mapa, a lo largo de la línea de corte seleccionada. A continuación se señalan los puntos de intersección o corte de las curvas de nivel sobre la hoja de papel.

      •Los siguientes pasos nos llevan a la confección de dos ejes cartesianos: un eje horizontal donde trasladaremos cada punto de intersección o corte de las curvas de nivel, y un eje vertical donde asignaremos un valor altitudinal a cada punto del corte. En el eje horizontal se representa la dirección de nuestro perfil a la escala del mapa topográfico. Pero en el eje vertical podemos elegir escala: lo más usual es optar por una escala vertical idéntica a la del eje horizontal (la escala del mapa topográfico empleado), obteniendo como resultado un perfil aproximado de la realidad. Si esto no resulta expresivo, se puede reducir 2 veces o más la escala vertical respecto a la horizontal, de forma que el perfil se exagera como se puede observar en la figura 1.18.

      •Finalmente se unen todos los puntos del gráfico, obteniendo el perfil de la dirección o corte seleccionado. Sobre el perfil topográfico podemos referenciar altitudes, identificar accidentes del terreno y elementos de interés (picos, ríos, poblaciones, etc.), así como otras indicaciones complementarias: orientación del corte, coordenadas y escala del mismo, etc.

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