Inducción Miofascial para el Equilibrio Estructural. James Earls

Inducción Miofascial para el Equilibrio Estructural - James Earls


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detalles de cada sección del cuerpo, como en el entendimiento clave de la inclinación pélvica, expuestos en el capítulo 6.

      Para identificar los tejidos afectados, pregúntate a ti mismo: “¿Qué dos huesos se han acercado entre sí y qué tejido se encuentra entre ellos?” Entonces podrás añadir más detalles, como los diferentes niveles o profundidades y las relaciones miofasciales, incluyendo qué línea o líneas de las vías anatómicas podrían atravesar también esa zona. Las cadenas cinéticas pueden ser muy importantes si no conseguimos la liberación o la longitud adecuadas trabajando en la zona de forma local. Nuestra atención puede entonces ampliarse si empleamos el mapa de los meridianos miofasciales como guía.

      También debemos resistirnos a la tentación de imponer nuestro punto de vista de la postura “correcta” o lo que está “bien”. En lugar de eso debemos intentar ver al cliente como un individuo: ver dónde se ha desviado del camino que Dios, la naturaleza o los genes (haz tu elección o escoge una combinación) habían diseñado para él y qué lesión, actitud o costumbre se han interpuesto en aquél. Esto nos lleva a la siguiente fase.

       3. Estrategia

      ¿Qué es lo que ha alejado al cliente de esa forma ideal de sí mismo? ¿Qué acontecimientos de su historia le han dado forma? ¿Qué hábitos ha adquirido o qué compensaciones ha desarrollado que se han combinado para crear la forma que tiene ahora? Y luego, ¿cómo se relacionan todas las materias? ¿Tiene relación el desplazamiento anterior del lado izquierdo de su cintura escapular con que su calcáneo esté medialmente inclinado hacia la derecha? ¿Puedes seguir el patrón de su cuerpo? ¿Sigue alguna de las líneas de las vías anatómicas?

      Ver cómo viajan las compensaciones por el cuerpo es una habilidad cuyo desarrollo requiere tiempo y practica. Empezar lo antes posible a elaborar historias con la serie de relaciones alteradas del cuerpo te ayudará a escoger estrategias eficientes para el tratamiento. Cuanto más te adentres en la cadena de los acontecimientos, cuanto mejor distingas los efectos primarios de los secundarios, más efectiva será tu estrategia.

      Evidentemente, la vida es larga y complicada, y no todas las compensaciones estructurales que veas en tus clientes se ajustarán a una historia. Sin embargo, es muy útil contar con unos pasos en cierto modo subjetivos que te permitan crear una estrategia coherente y secuenciada para tratar el patrón específico que un cliente presenta.

       4. Intervención

      Sigue tu estrategia con el trabajo práctico de elongación y relajación del tejido según las técnicas que conforman el tronco de este libro. Recuerda, sin embargo, que esto no es una recopilación de técnicas, sino más bien una recopilación de intenciones. Cada movimiento se explica como si fuera específico, preciso y absoluto. De hecho, existen tantas variaciones como profesionales y todas precisarán una adaptación que se ajuste a las variaciones anatómicas, la clase de tejido, el nivel de dolor, el estado emocional y la conciencia física de tu cliente, etc.

      El principiante se sentirá seguro si se le orienta con la guía de las descripciones: el trabajador más experimentado puede explorar nuevos territorios empleando las explicaciones meramente como plantillas para diversos enfoques.

      Continuamente nos referimos a los nombres de los músculos en el texto para localizar la aplicación de la técnica. Por favor, ten por seguro que en todos y cada uno de los casos nuestra intención es que el nombre del músculo comprenda el músculo y toda la fascia que lo rodea, lo recubre y lo acompaña. Los nombres de los músculos, por tanto, se utilizan aquí como “códigos postales” de la miofascia de esa zona.

       5. Evaluación

      Tras cualquier secuencia de intervenciones –una técnica, una serie de movimientos, una sesión o una serie–, tendrás que hacer una reevaluación. Haz que tu cliente se levante, que se mueva y que pruebe a mover la zona mientras lo observas para comprobar si se han producido cambios. Este paso es vital para crear y perfeccionar nuestras habilidades, así como para identificar las zonas que precisan tratamiento en la siguiente secuencia de intervenciones.

      También sirve para dar al cliente un descanso, para que compruebe la zona nuevamente después del trabajo, para que compare con el otro lado del cuerpo o para que simplemente aporte la retroalimentación que considere necesaria. Generalmente, tanto el profesional neófito como el nuevo cliente se benefician de una reevaluación más frecuente. A medida que adquieras experiencia, que tu cliente esté más “cultivado”, tus reevaluaciones pueden ser menos frecuentes.

      Está muy bien mirar las imágenes de un libro y practicar el nuevo vocabulario con los transeúntes casuales, pero llegará un momento en que tendrás que dar el salto (en caso de que no sea parte normal de tu práctica) y poner a tu cliente de pie ante ti en ropa interior. Esto puede intimidar tanto al cliente como al terapeuta, y nosotros tenemos algunas sugerencias para que sea algo natural y lo más agradable posible.

      1. Utiliza un espejo de cuerpo entero y colócate a un lado, por detrás de tu cliente, para que los dos podáis ver su imagen. Así te colocas “en el mismo lado” que tu cliente y es menos agresivo que colocarse frente al cliente y tomar notas (o peor, chasquear la lengua en señal de desaprobación). Al estar de pie con el cliente subrayas que es un proceso de cooperación; ambos podéis mirar, valorar y experimentar con la imagen del espejo. Esto crea la posibilidad de exponer los objetivos de la terapia, lo que le gusta y le disgusta a tu cliente de su cuerpo y lo que espera obtener del trabajo.

      En caso de que no dispongas de espejo, puedes tomar fotografías digitales de tu cliente y comentarlas. El terapeuta y el cliente pueden entonces analizar lo que ven.

      2. Fíjate en tu primera impresión, ya que suele contener mucha información sutil. Tal vez no seas consciente ni capaz de verbalizar gran parte de ella, pero a menudo esa impresión inicial es muy rica (ya que contamos con una larga historia evolutiva en actuar según la primera impresión). Esta información la guardamos para nosotros, pero la tenemos en cuenta como referencia futura, ya que podría ser esclarecedora más adelante. Podría ser algo físico, emocional o sutil; es tu impresión, sea cual sea el aspecto del cliente que te haya llamado la atención. Puede darnos un sentido de la esencia de una persona que podemos aprovechar al desarrollar el tratamiento. Una naturaleza seria, una picardía, una intensidad pueden ser aliados útiles cuando se trata de realizar un trabajo con alguien. (A la inversa, algunos aspectos del carácter del cliente pueden requerir cierto control para facilitar la concentración en el trabajo.)

      3. Fíjate en (y comunica) al menos tres aspectos positivos de tu cliente antes de entrar en detalles con la lectura corporal. Vivimos en una sociedad en la que las portadas de las revistas dedican tanto tiempo, energía y atención a nuestros fallos y errores que sólo somos conscientes de que de algún modo estamos “mal” o “equivocados”. Pero como nos gusta señalar en nuestras preparaciones, tenemos muchos más elementos “bien” que “mal” en nuestro cuerpo. Al mencionar algo de esto al cliente, no sólo lo atraerás hacia el proceso, sino que le ofrecerás también un descanso del bombardeo de historias sobre cómo aquéllos tienen que cambiar.

      Resaltar los aspectos positivos también dirige tu atención a las zonas que no requieren cambios, por que funcionan de manera eficiente o mantienen la estructura del cliente fácilmente. Este proceso te pone en contacto con lo que el cliente tiene bien fundado y te permite fijarte en lo que requiere menos atención, lo cual aumenta tu eficiencia. Ver las zonas que aún son coherentes con la estructura del cliente puede darte una idea de cómo se ajusta el resto del cuerpo a las zonas con las que trabajas.

      En nuestros talleres esto suele ser lo primero que los alumnos olvidan cuando empiezan con la lectura corporal de sus patrones –porque nos centramos no sólo en la sociedad sino también, como terapeutas, en encontrar fallos. La sociedad nos prepara para detectar fallos, y como practicantes estamos deseando “acertar” con la identificación de problemas relevantes y sus materias. La identificación de características positivas puede parecer un truco de la “Nueva Era” y suele olvidarse en el proceso de la lectura corporal,


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