Inducción Miofascial para el Equilibrio Estructural. James Earls

Inducción Miofascial para el Equilibrio Estructural - James Earls


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cliente el trabajo mientras tanto? ¿Existen hábitos que podrían verse alterado, como las posiciones al sentarse en el trabajo o en casa? ¿Qué movimientos o estiramientos o ejercicios de toma de conciencia podría hacer entre este momento y la siguiente sesión? Crea una red de preparadores de movimiento y ejercicio, otros trabajadores corporales a los que puedas derivar a tu cliente. Al derivarlo, presta mucha atención a las necesidades e intereses del cliente. No todo el mundo quiere ir a clases de Pilates o de yoga. Asegúrate al valorar el “trabajo en casa” que el camino que sugieres a tu cliente es el que realmente le conviene y el que seguirá.

       Número de tratamientos

      Todos hemos visto películas del estilo de Frankenstein en las que alguien se hace adicto a la cirugía plástica. Aunque esperamos que nuestro trabajo no produzca resultados parecidos, considéralo un aviso para quienes se sientan tentados a “tomar sólo una más”. Muchos clientes (y terapeutas) quieren llegar más allá y conseguir la perfección en esto y aquello. Es tentador hacer caso al cliente cuando apela a tu amor propio, cuando ves que tu cuenta bancaria va bajando y hay muchos huecos en tu agenda. Nosotros creemos firmemente que debe haber un comienzo, una parte central y un final –un arco– en una serie de sesiones de trabajo estructural y en todo el trabajo que se realiza con un cliente. Tiene que terminar en algún punto, así que es mejor enfocar este proceso conscientemente. Dentro de una integración estructural, por tradición, hay diez o doce sesiones, pero pueden ser sólo tres y a veces incluso una.

      Las herramientas de este libro no están diseñadas para ser utilizadas constantemente con los mismos clientes. Muchos de los cambios que pueden conseguirse con ellos requerían cierto tiempo para madurar. Confía en que lo harán y anima a tu cliente a que él también lo haga. Las señales de aviso de que estás trabajando demasiado un aspecto con un cliente en concreto son: (1) que todas las sesiones con él empiezan a parecerse mucho –las mismas áreas, el mismo tipo de manipulación, los mismos problemas–, o (2) que los resultados de las sesiones son cada vez menores –no son tan espectaculares como al principio. Cualquiera de estas cosas debe empujarte a finalizar estas series con el cliente, y a dejarlo que absorba tu trabajo entre seis meses y un año antes de comenzar de nuevo.

      Si quisieras una presentación para una serie sencilla de tres sesiones, tendrías que trabajar: (1) el equilibrio de la pelvis y las extremidades inferiores, luego (2) el equilibrio de la caja torácica y las extremidades superiores, y finalmente (3) el equilibrio de la columna.

      Las sesiones sencillas y únicas pueden ser muy útiles como apoyo de otro trabajo para problemas agudos. Al aportar más simetría a la zona, puedes ayudar a eliminar parte de la tensión accesoria. Procura, sin embargo, no eliminar lo patrones de compensación que puedan servir al cliente. Éstos pueden ser demasiado complejos y variados para explicarlos aquí, pero al trabajar con otros profesionales involucrados en el cuidado del cliente podrás esclarecer tus objetivos.

      Para observar las complejidades de una serie completa de integración estructural, te recomendamos que asistas a un curso completo (como el de la IASI, ver Fuentes), ya que hay muchos aspectos de la interacción cliente/terapeuta que no pueden explicarse en un único libro.

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      Lectura corporal

      Antes de someter a un tratamiento a un cliente tiene que haber algún tipo de valoración. En esta fase habrás hecho una historia del caso, habrás recibido mucha información del cliente respecto a sus historias médicas y estructurales, y habrás comprobado que esta forma de tratamiento es segura y apropiada para él (ver Apéndice 2 para las contraindicaciones). Tradicionalmente, el trabajo de inducción miofascial se vale de la valoración visual de pie y de un simple análisis de la marcha. La valoración de la marcha se explica mejor en una clase o con el vídeo de nuestro curso (ver Fuentes). En este capítulo presentaremos la valoración de la postura erguida y observaremos al cliente desde cuatro ángulos (y alguna vez hacia abajo desde arriba) para obtener una imagen de sus relaciones esqueléticas.

      Se puede argumentar que la posición erguida sin moverse aporta sólo una imagen limitada, y es cierto. En la práctica, el cliente puede, y debe, ser observado en movimiento, especialmente cualquier forma de movimiento que parezca ofrecer una causa de preocupación o ser importante en su estilo de vida. Los movimientos clásicos se observan al caminar, al doblarse en cada plano de movimiento, al estirarse y evidentemente al respirar. Con las limitaciones del espacio y las imágenes en dos dimensiones que permite este libro, las miles de variaciones en amplitud y calidad del movimiento son imposibles de retratar, así que es necesario, más que deseado por nosotros, limitarnos a las imágenes de pie y el análisis postural.

      Nuestro objetivo con el enfoque estructural es que la inducción miofascial facilite la alineación esquelética del cliente gracias al ajuste de la longitud y la libertad del tejido laxo, siguiendo el punto de vista de la tensegridad del cuerpo señalada en el capítulo 1. Por tanto, esperamos inducir al cliente a la “relajación en longitud” y a hallar una suave expansión por todo su sistema estructural. Esto permitirá a los huesos “flotar” más cómodamente en los tejidos, facilitando la alineación y la función de las articulaciones. También conlleva otros beneficios, como permitir una función celular más eficiente (Ingber, 1998), e incluso ayudar a proporcionar el sustrato estructural para el equilibrio emocional y psicológico (Maupin, 2005).

      La lectura corporal es tanto un arte como una ciencia, y requiere tiempo y práctica para madurar. Las muestras que aquí se ofrecen son por necesidad relativamente sencillas y claras. Recomendamos que practiques tanto las capacidades de observación como el vocabulario señalado anteriormente con la frecuencia necesaria para que se conviertan en algo natural. A medida que vayas progresando, los movimientos que de otro modo serían aburridos en los lugares públicos, como las colas o los aeropuertos, se convertirán en laboratorios para el desarrollo de tus habilidades de observación.

      Nuestro protocolo de valoración para la postura de pie tiene cinco fases:

      1. Descripción de las relaciones esqueléticas.

      2. Valoración del patrón del tejido laxo que crea o fija patrones.

      3. Estrategia: desarrollo de una historia sobre cómo y por qué se interrelacionan estos elementos y elaboración de una estrategia para ordenar estos elementos de modo que funcionen.

      4. Intervención: realización del trabajo (en la práctica pueden ser un par de manipulaciones, una sesión o una serie de sesiones).

      5. Evaluación: cuando cualquier intervención se completa, se reexamina y se reevalúa. Esto puede realizarse palpando, colocando al cliente de pie o pidiéndole que realice un movimiento en particular. ¿Ha surtido el trabajo el efecto deseado? En caso afirmativo, ¿qué viene después? ¿Tienes que cambiar tu enfoque en esa zona o liberar primero otra zona?

       Vocabulario de la posición

      Para explicar estos patrones, necesitamos un vocabulario. Aunque se emplean muchos términos como éstos en diferentes profesiones relacionadas con la terapia, cuatro palabras bastan: inclinar, flexionar, rotar y desplazar. Aunque al principio puede parecer restrictivo y confuso, cuando se practica un poco este vocabulario, se puede emplear para crear un rápido esquema de la estructura del cliente, pero también cargará con el peso del análisis intersegmentario más detallado –combinado con los descriptores estándar izquierda/derecha, anterior/posterior, medial/lateral, inferior/superior, etc.

      Al utilizar los términos inclinar, flexionar, rotar y desplazar, evitamos emplear largas palabras latinas que pueden sonar desalentadoras para los clientes cuando no entienden la jerga médica. Puede ser desconcertante para el cliente que le digan que le duele la espalda a causa de una “rotoescoliosis” en lugar de por una “serie de rotaciones y flexiones de la columna”. Así que, al emplear una terminología común que se entiende de forma intuitiva, evitamos crear diferencias de poder entre nosotros mismos y nuestros clientes


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