Miradas territoriales a los estudios urbano-regionales. Ana María Miralles

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segundo periodo se establece en la década de 1960, con el surgimiento de la economía espacial, nueva disciplina que se preocupa por la construcción de una teoría económica del espacio. En cuanto a los aportes de los geógrafos, vuelven a enfocarse en lo descriptivo y morfológico del estudio de caso (Precedo y Villarino, 1992, p. 18).

      La última etapa que reconocen Precedo y Villarino (1992) surge en la década de 1970, en que se destaca el aporte de la geografía, puesto que se introduce el método de análisis histórico-dinámico, con lo cual se señala la importancia de los factores humanos, técnicos, además de los naturales que ya habían sido trabajados. En este punto, es importante resaltar el aporte que introduce la variable comportamental del empresario, ya que, al tomar este las decisiones de localización de una empresa en particular pueden no considerar toda la información, es decir, que cambia el sujeto racional de los modelos económicos por un individuo irracional que puede no tomar siempre las decisiones óptimas.

      En esta perspectiva, en este capítulo, se hace una revisión de los principales aportes teóricos sobre la localización de las actividades económicas, a partir de las teorías clásicas de la localización de los círculos concéntricos del modelo de Johann Heinrich von Thünen hasta llegar a la descripción de las fuerzas centrífugas y centrípetas propuestas por Paul Krugman para explicar la concentración de las actividades.

       Los aportes de la geografía

      Los geógrafos realizaron sus primeros análisis desde una perspectiva descriptiva y morfológica mediante el estudio caso, sin embargo, sus investigaciones, a pesar de ser particulares y de tipo empírico sobre localización industrial, han contribuido a un mayor entendimiento de este fenómeno espacial.

      Entre los aportes más destacados se encuentra el de G. Renner (1947-1950), citado por Precedo y Villarino, (1992), cuya formulación expresaba que “una industria tiende a localizarse en aquel punto que les proporcione un acceso óptimo a sus elementos componente” (p. 26). Esta idea compagina con el modelo de Alfred Weber (tabla 1.1), que se analizará más adelante y que trata de encontrar un lugar central entre el mercado y las materias primas. Otro aporte importante de Renner es el concepto de simbiosis industrial, que se asemeja al desarrollado desde la economía como aglomeración.

      Otra contribución importante tiene que ver con los tres principios de E. M Rawstron (Precedo y Villarino, 1992), que explican cómo la elección de localización se restringe por una viabilidad económica, sustentada en los principios de restricción física, restricción económica y restricción técnica, los cuales determinarán un costo total de localización, que al mismo tiempo fijará unos márgenes especiales de beneficio. En otras palabras, en “la teoría de Rawstron está explícita la idea de las restricciones espaciales, e implícitamente la elección locacional a partir del establecimiento de los márgenes de beneficio” (pp. 27-28).

      El modelo del geógrafo inglés David Smith es otra de los aportes más importantes en el campo teórico de la localización industrial, su mode-lo recibe el nombre de teoría espacial de coste-beneficio, y en ella expresa que “la localización óptima de una empresa es aquella donde el beneficio es máximo” (Precedo y Villarino, 1992, p. 29). Es decir, que, como los costos y los ingresos varían de un lugar a otro, se debe buscar, por tanto, aquella localización donde los ingresos sean los máximos y los costos sean los mínimos.

      Finalmente, otro aporte desde la geografía fue el modelo que introdujo el método comportamental, ya que para este el hombre económico completamente informado no existe, por lo que las decisiones de localización son en realidad subóptimas.

       Las teorías clásicas de localización de actividades económicas

      Las teorías clásicas de localización han desarrollado su investigación especialmente para la actividad industrial, reflejadas en la búsqueda de soluciones óptimas que dan mayor peso a variables, como: el costo de transporte del producto final, el precio y la cercanía de los insumos y las relaciones con los productores y el mercado; en otras palabras, minimizar costos de producción, todo sobre la base de la competencia perfecta, de la racionalidad económica del individuo metodológico.

      Algunos autores han distinguido los principales aportes de esta teoría en tres grupos, lo cual permite entender mejor el alcance y los límites que tiene cada una (tabla 1.1):

      1. Los aportes del modelo de Von Thünen (1820), pionero en este campo teórico para la economía, relaciona la localización de los usos agrarios de acuerdo con la distancia del mercado urbano, de modo que es la renta de suelo uno de los factores que ayudaría a explicar el emplazamiento de las actividades económicas, dado que aquellas que requieren estar más cerca de la ciudad estarán dispuestas a pagar un precio más alto.

      Al reconocer los limitantes de esta teoría, por estar fundada en la competencia perfecta, esta ayuda a comprender la instalación de los establecimientos manufactureros en la corona metropolitana, puesto que, al tener una ocupación de carácter extensivo, no estarían dispuestos a pagar los elevados precios del suelo de los espacios centrales si no se hace necesario.

      2. La teoría del mínimo coste, cuyo principal representante es Alfred Weber (1905), quien basa su análisis en la minimización de los costos de transporte tanto para acceder a los insumos como al mercado (demanda), es decir, esta teoría permitiría inferir que aquellas industrias cuyas materias primas tengan un peso importante en sus costos se orientarán hacia esta fuente, como es el caso de las actividades extractivistas.

      Al igual que con el modelo de Von Thünen, es claro lo limitado de esta teoría por los supuestos que maneja, pero da luces para entender la desconcentración industrial en la búsqueda de reducir los costos de producción de acuerdo con su sensibilidad a las economías de aglomeración.

      3. El tercer grupo analiza la localización industrial desde las áreas de mercado, pues defienden que el lugar óptimo de una empresa es aquel en el que pueda acceder a un mayor número de consumidores. Los principales representantes de este pensamiento son August Lösch, y otros autores que contribuyen a estos temas, tal como lo señalan Precedo y Villarino, (1992). En otras palabras, estos autores trataron de explicar el alcance del mercado para cada una de las empresas, ya que estas se encontraban protegidas por los accidentes geográficos.

      Estos modelos se basan en el supuesto de la distribución de la demanda, a diferencia de Weber que establece un solo mercado, los representantes de esta corriente defienden la existencia de varios consumidores concentrados en el espacio, por lo que la localización óptima será aquella en la que el productor se acerque más a esta demanda (Precedo y Villarino, 1992).

      Precedo y Villarino (1992) reconocen otros análisis, como la teoría de coste-beneficio de Smith, y los aportes de Walter Isard, que centran su análisis en la variación en el tiempo y en el espacio de los costos y de los ingresos, en busca de la maximización del beneficio a través de la sustitución de los factores para obtener la mejor combinación.

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      Fuente: Elaboración propia según Camagni (2005), Krugman (1994), Méndez


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