El conflicto del agua. José Esteban Castro

El conflicto del agua - José Esteban Castro


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de dicha zona asaltan las pipas por lo que ya no se suministra el líquido en las zonas altas. […] esta situación provocó innumerables disputas y conatos de enfrentamiento entre los colonos, y […] tiende a agravarse conforme avanza la época de estiaje (Ramos, 1987).

      Dos años más tarde, en Chalco, en una situación parecida, una mujer justificó los ataques a vendedores de agua privados en una entrevista con la prensa:

      […] eran como las 3 de la tarde y el polvo irritaba la nariz, mientras que el sol como siempre quemaba la piel. Vieron venir la pipa […] y varios de quienes habitan en Los Tejones se abalanzaron sobre el vehículo y lo empezaron a sacudir. […] Imagínese, los bandidos de los piperos se habían peleado entre ellos y no nos querían surtir […]. Aquella tarde, continúa doña Chucha […] estábamos desesperados… ¿Usted sabe lo que es vivir sin agua? Yo no más pregunto […] ¿y pues qué quería que hiciéramos? -pregunta- Nos tuvimos que agandallar el agua, porque cualquier cristiano tiene sed y necesidad..., o qué ¿ustedes no? Cualquiera haría lo mismo (Unomasuno, 1989).

      Los sucesos estudiados abarcan muchos otros ejemplos de esos enfrentamientos directos, algunos de los cuales incluyen la destrucción de propiedad y la pérdida de vidas humanas; otros son acciones de desobediencia civil tales como no pagar las facturas del agua y los impuestos, bloqueos de caminos, ocupación de edificios, secuestro de funcionarios y vehículos de las instancias de gestión del agua, etc. Hemos tratado en más profundidad los detalles de estos hechos en otros trabajos (Castro, 2006: capítulo 4), por lo cual nos concentraremos aquí en discutir algunos abordajes para la explicación del conflicto por el agua.

      Explicando los conflictos urbanos por el agua

      Los hechos de conflictos por el agua descritos y analizados en la sección anterior datan del periodo 1985-1992, aproximadamente, pero investigaciones posteriores indican que la situación no se ha modificado sustancialmente y en cierta medida la tendencia ha sido al agravamiento de dichos conflictos (Kloster, 2008). Ello ya se había anticipado desde la década de 1970 por parte de expertos gubernamentales, quienes elaboraron un “mapa” para predecir conflictos por el agua en los principales centros urbanos de México entre 1980 y 2000. Esto se reproduce en el mapa 1.1.

      Ahora bien, aunque las predicciones de los expertos oficiales han resultado adecuadas en términos generales ya que anticiparon correctamente la tendencia general creciente de los conflictos por el agua en las zonas urbanas de México, el análisis sobre el cual se basó la predicción estuvo restringido a factores físico-naturales y tecno-científicos y no prestó suficiente atención a las raíces sociales del problema que, en nuestra perspectiva, constituyen un factor crucial. De este modo, el mapa 1.1 fue construido sobre una explicación de los conflictos urbanos por el agua que los entiende como el resultado de la interacción entre las restricciones hidrológicas y climáticas tales como la disponibilidad “natural” de agua, y los procesos económicos y técnicos tales como la extracción, la demanda, y el consumo de agua para diversos usos. Así, por ejemplo, en el mapa 1.1, vemos que la Ciudad de México (59) y Ciudad Juárez (6) fueron clasificadas como “con conflicto actual y futuro” con base en la expectativa de una demanda de agua en aumento en un contexto de recursos hídricos invariables o en franca disminución. En contraste, un grupo de ciudades que incluye a Tuxtla Gutiérrez (84), la capital del estado de Chiapas, era clasificada como “sin conflictos hasta el año 2000”, ya que la disponibilidad natural de agua en la región permitía absorber los posibles aumentos en la demanda durante el periodo previsto. No obstante, un estudio empírico comparativo de estos casos reveló que se produjeron conflictos por el agua en todas estas ciudades, en gran medida en forma independiente de las diversas condiciones hidrológicas de cada lugar (Castro, 1992, 2006), lo cual demuestra la necesidad de incorporar otros factores explicativos en el análisis y explicación del “conflicto”.

      Al respecto, desde nuestro punto de vista, los conflictos por el agua en el medio urbano son parte integrante de confrontaciones sociales y políticas más amplias, estructurales, entre proyectos sociales alternativos, e incluso antagónicos. Por tanto, explicar los conflictos por el agua exige incorporar la dimensión social en el análisis y avanzar en el desarrollo de coordinaciones interdisciplinares que permitan dar cuenta de la interacción entre los procesos físico-naturales y sociales, puesto que no es posible dar por explicados esos conflictos remitiéndonos meramente a factores como la escasa disponibilidad de agua, la aridez o la presión del crecimiento demográfico y urbano. La evidencia histórica en relación a la gestión del agua en distintos contextos demuestra que los seres humanos han sido capaces de resolver conflictos y desarrollar formas cooperativas y eficaces de gestión, basadas en la solidaridad y en principios racionales, para la justa asignación de fuentes de agua limitadas en condiciones de aridez, por ejemplo, en la Valencia musulmana y medieval (Glick, 1970), así como también en situaciones hidrológicas más favorables como en Bali (Geertz, 1980), Ceilán (Leach, 1959) o Filipinas (Ostrom, 1990). En contraste, sabemos que la emergencia de conflictos por el agua puede darse de igual forma en condiciones de abundancia de este elemento, un hecho suficientemente documentado en la literatura especializada, como lo demuestra el estudio de Swyngedouw sobre los conflictos urbanos por el agua en Guayaquil (Swyngedouw, 2004) o el caso de Chiapas citado arriba (Castro, 1992, 2006).

       Mapa 1. Conflictos relacionados con los servicios de suministro de agua en los principales centros urbanos mexicanos (1980-2000)

Mapa 1. Conflictos relacionados con los servicios de suministro de agua en los principales centros urbanos mexicanos (1980-2000)

      Un obstáculo importante que seguimos enfrentando es que la producción de conocimiento científico sobre el agua en general, y sobre los conflictos relacionados con este elemento en particular, está sumamente fragmentada por divisiones epistémicas artificiales tales como la confrontación entre “disciplinas suaves” y “duras” o entre “disciplinas naturales” y “sociales”. Aquí evitamos hablar de “ciencias” justamente para denotar el hecho de que esos atrincheramientos, separaciones y oposiciones en gran medida artificiales son un “obstáculo epistemológico” —tomando prestado el término de la clásica crítica de Bachelard—, antes que un vehículo para el conocimiento científico (Bachelard, 1938). Esto puede ilustrarse con los resultados que surgen de nuestra investigación sobre los conflictos por el agua, que permiten identificar una serie de “sujetos epistémicos” que producen conocimiento sobre el agua desde perspectivas diferentes, frecuentemente desconectadas y aisladas entre sí, cuando no francamente confrontadas.4 El cuadro 1.1 ofrece una caracterización esquemática, que no pretende ser exhaustiva sino solo indicativa, de las perspectivas con frecuencia divergentes y muchas veces mutuamente excluyentes en la práctica que coexisten en el estudio y explicación de los conflictos por el agua.

       Cuadro 1.1. Conflictos por el agua y sujetos epistémicos

Cuadro 1.1. Conflictos por el agua y sujetos epistémicos

      Por ejemplo, retornemos por un momento los “conflictos por el agua en el medio urbano” representados en el mapa 1.1. Como ya lo señalamos, en la elaboración del mapa se entendió “conflicto por el agua en el medio urbano” como el resultado de un desajuste entre observables cuantitativos tales como la relación entre el agua disponible y la demanda estimadas para el periodo 1980-2000. La conceptualización de los conflictos urbanos por el agua en ese trabajo se limitó a la perspectiva tecno-científica, mientras que, por ejemplo, si el análisis hubiera incluido la visión de expertos en la política del agua seguramente se habrían incorporado indicadores adicionales, tales como la relación entre la falta de “gobernabilidad democrática”5 del agua en una región y la emergencia potencial de conflictos, o la relación entre los conflictos por el agua y la política de partidos donde muchas veces el apoyo electoral a un candidato o a un partido político determina las decisiones referentes a inversiones en infraestructura de servicios esenciales. De ese modo, las movilizaciones de masas relacionadas con problemas de suministro de agua o el secuestro de camiones cisterna por una


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