Lengua materna. Suzette Haden Elgin
había propuesto poner en relieve mediante la creación del láadan. Al ser lingüista, sabía que probablemente este idioma nunca tendría un uso oficial y ni siquiera extendido, pero consideraba que al ser estudiado por otros lingüistas, sería una herramienta para mostrar la importancia del sentir femenino. Su enfoque era un reflejo de unas experiencias vitales que los hombres no podían conocer.
El proyecto era enorme, y su autora trabajó en él durante toda su vida con la esperanza de dar a conocer la importancia de la comunicación de la experiencia femenina del mundo, de sacar a la luz muchas vivencias desconocidas o premeditadamente infravalorada por pertenecer a la esfera del «mundo de las mujeres».
Por eso leer Lengua materna es importante, porque es reivindicar una vez más el principal derecho del feminismo: el de que las mujeres sean escuchadas y sus experiencias se tengan en consideración y se valoren.
Concepción Perea Gómez
26 de agosto de 2020
Prefacio
Es cierto que hoy no se puede decir de ningún libro que sea «corriente»; somos conscientes de ello. Cuando la publicación de diez libros por año se hace inusitada, incluso el título menos distinguido dista mucho de ser ordinario. Pero, al afirmar que este no lo es, nos referimos a mucho más que al hecho de que su formato sea peculiar.
Primero: creemos que este libro es el único trabajo de ficción escrito por un miembro de las líneas. Los varones de las familias lingüísticas han dado al mundo un vasto cuerpo de trabajo erudito y otros libros de no ficción. Sus mujeres han contribuido a ese trabajo de manera sustancial, y los autores les han dado el debido crédito en sus notas introductorias y prefacios. Pero Lengua materna no es un trabajo de erudición, una gramática didáctica o un libro de ciencia para el público general; es una novela. Eso nos proporciona una sensación de participación en las vidas de los lingüistas del primer cuarto del siglo xxiii que no podemos obtener a partir de ninguna historia de la época, no importa lo detallada que sea o cuán comentada esté. Sobre ese tema existen muy pocas obras de ficción, ni siquiera salidas de la pluma de los no lingüistas; este libro es un ejemplo único escrito por una lingüista y, por tanto, su valor es inconmensurable. Estamos en deuda con el erudito que encontró el manuscrito y se encargó de que llegara a nuestras manos; lamentamos profundamente que nuestra ignorancia de la identidad de este nos impida expresarle nuestro agradecimiento de forma más efectiva. Es un milagro que este documento no se haya perdido; estamos agradecidas por el milagro.
Segundo: aunque no habríamos tenido problemas al editar el material en los medios tradicionales de discos o microfichas, no era eso lo que queríamos. Desde su primera lectura, tuvimos la sensación de que este debería ser un libro impreso, editado y encuadernado a la antigua usanza. Es muy especial, y nos pareció que merecía tener una forma igualmente especial. Hicieron falta casi diez años, y los esfuerzos de cientos de personas, para recaudar el dinero necesario y encontrar a los artesanos con las habilidades adecuadas que estuvieran dispuestos a aceptar lo que podíamos permitirnos pagar, incluso para esta edición limitada.
No podemos decirles quién escribió Lengua materna. Estaba firmado simplemente por «la mujer de la casa Estéril Chornyak». Es probable que se escribiera a ratos dispersos, en ciertos momentos robados, sacrificando muchas horas de sueño, pues las mujeres de las líneas no tenían tiempo de ocio. Si alguien dispone de pruebas que arrojen luz al misterio de su autoría, no importa lo fragmentarias que sean, pedimos que las compartan con nosotras. Les prometemos que la información se tratará con total discreción y respeto.
Es con gran orgullo, pues, y con una sensación de profunda realización, que les instamos a leer y a conservar este volumen entre sus tesoros y en un lugar honorífico.
—Patricia Ann Wilkins, Editora ejecutiva.
(Lengua materna es una publicación conjunta de las siguientes organizaciones: La Sociedad Histórica de la Tierra; HABLA FEMENINA, Sección Tierra; La Metacofradía de Lingüistas Femeninas, Sección Tierra; El Grupo Láadan.)
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ARTÍCULO XXIV
Sección 1. La decimonovena enmienda de la Constitución de los Estados Unidos queda derogada.
Sección 2. Este artículo será inoperante a menos que haya sido ratificado como enmienda a la Constitución por las legislaturas de tres cuartas partes de los diversos estados en el plazo de siete años a partir de la fecha de su entrada en vigor.
(Vigente desde el 11 de marzo de 1991)
ARTÍCULO XXV
Sección 1. No se permitirá a ninguna ciudadana de los Estados Unidos desempeñar ningún cargo público por elección o por nombramiento, tomar parte (de manera oficial o no) en las profesiones científicas o investigadoras, trabajar fuera del hogar sin el permiso escrito de su marido o (de no estar casada) de un varón responsable emparentado por sangre o señalado como su tutor por la ley, ni ejercer control sobre el dinero u otras propiedades o posesiones sin permiso escrito.
Sección 2. Dadas las limitaciones naturales de las mujeres, un peligro claro al bienestar nacional cuando no están bajo la cuidadosa y constante supervisión de un ciudadano varón responsable, todas las ciudadanas de los Estados Unidos serán consideradas legalmente como menores, independientemente de su edad; sin embargo, serán tratadas como adultas en los tribunales si cuentan más de dieciocho años de edad.
Sección 3. Ya que las limitaciones naturales de las mujeres son inherentes y, por tanto, ellas no son responsables de las mismas, nada en este artículo debe interpretarse como que se permite el maltrato o el abuso de estas.
Sección 4. El Congreso tendrá poder para reforzar este artículo con la legislación adecuada.
Sección 5. Este artículo será inoperante a menos que haya sido ratificado como enmienda a la Constitución por las legislaturas de tres cuartas partes de los diversos estados en el plazo de siete años a partir de la fecha de su entrada en vigor.
(Vigente desde el 11 de marzo de 1991)
VERANO DE 2205…
Solo había ocho de ellos en la reunión; un número poco idóneo. Además de ser una cantidad muy pequeña para llevar los negocios de manera eficiente, también era par, lo que significaba que, en caso de empate, habría que dar a Thomas Blair Chornyak un voto de calidad, algo que siempre odiaba. Denotaba un elitismo que era completamente contrario a la filosofía de las líneas.
Paul John Chornyak se encontraba presente y metía baza a los noventa y cuatro años, aunque Thomas debería haber sido capaz de proceder sin la interferencia del viejo. Aaron también estaba allí; debía asistir, pues el último punto del orden del día le concernía directamente. Habían congregado a dos de los miembros veteranos mediante el comset, de manera que los rostros de James Nathan Chornyak y de Giles, el cuñado de Thomas, se encontraban entre ellos, algo irritados. Adam estaba allí; solo era dos años más joven que Thomas y formaba parte del grupo de manera oficial. Thomas confiaba en su hermano por muchos motivos, entre ellos, su habilidad para desviar las digresiones de su padre y convencer a Paul John de que sus palabras se tenían en cuenta. Kenneth se encontraba allí porque, al no ser un lingüista, siempre podía escaparse de lo que estuviera haciendo para asistir a las reuniones, y Jason, porque la negociación en la que estaba trabajando se encontraba estancada por un tecnicismo sobre el que no tenía poder alguno, lo que le concedía tiempo libre hasta que el Departamento de Estado lo resolviera.
Cualquiera de estos dos últimos habría resuelto el problema del número par al excusarse con cortesía, pero ninguno estaba dispuesto a hacerlo. En opinión de Jason, ya que Kenneth no era más que un yerno y ni siquiera miembro de las líneas por nacimiento, era él quien tenía que marcharse a cumplir con