Miyamoto Musashi. Kenji Tokitsu
2. La escuela de Musashi, Hyôhô niten-ichi-ryû, hoy
II. La transmisión del arte de Musashi
1. El papel de los escritos de Musashi en la transmisión de su arte
2. La transmisión del arte de Musashi mediante la práctica
III. Actualidad de Musashi. La práctica de un adepto contemporáneo
1. El laberinto creado por la manera de coger el sable
2. La escuela Nen-ryû y su filiación
IV. Las armas y la ética en la formación del arte del sable
1. El estatus de los guerreros
2. La técnica y el estatus del cuerpo
3. La integración de lo religioso en el sable en la época de Musashi
4. La formación de los katas
V. El budô
1. El viraje de Meiji y la noción moderna de budô
2. La evolución del budô en el siglo XX
VI. La relación entre los adversarios
1. La complejidad del combate en budô
2. El significado de la búsqueda del kizeme
3. Interferencia y armonía
Anexo 1. La traducción del Gorin-no-sho
Anexo 2. El sen (tomar la iniciativa), una noción central en la práctica de Musashi
Anexo 3. Influencias externas sobre el arte del sable japonés
Léxico de los términos japoneses y de los nombres propios citados
Una figura legendaria
M iyamoto Musashi es una figura legendaria de la cultura popular japonesa. Este guerrero del siglo XVII, maestro de sable, que también fue pintor, escultor y calígrafo, ha dejado una obra escrita que ocupa un lugar importante en la historia del sable japonés. En forma densa y breve, los Escritos sobre los cinco elementos (Gorin-no-sho) son un compendio del arte del sable y un tratado de estrategia.
Aunque la obra plástica de Musashi es menos conocida, los entendidos la consideran de primer orden.
Por la amplitud que abarca su arte y su manera de explorar los límites del saber de su tiempo, Miyamoto Musashi me recuerda a Leonardo da Vinci. Su personaje y su vida aventurera han sido popularizados por una novela famosa y varias películas.
En este libro presento una nueva traducción, íntegra y comentada, de la obra principal de Miyamoto Musashi, y amplios extractos de sus otras obras. Debido a su concisión, el Gorin-no-sho es un texto difícil de comprender para un japonés contemporáneo. Los malentendidos no pueden sino amplificarse para un occidental, a quien una claridad aparente puede dar la impresión de comprender cuando, de hecho, le pasará desapercibido lo esencial de las ideas del autor. Así pues, he acompañado el texto de explicaciones, unas de orden histórico y lingüístico y otras de orden práctico. Aunque existan ya varias traducciones del Gorin-no-sho he emprendido este trabajo porque, al releer atentamente el texto japonés, he descubierto que en esas traducciones había muchos errores o malentendidos.
La traducción de esta obra es un trabajo difícil debido a la evolución considerable de la lengua japonesa desde la época de Musashi y sobre todo debido a un problema capital que obedece al papel, a la vez limitado e importante, de la explicación verbal en las artes marciales tradicionales. Lo que se dice es, de alguna manera, como el nudo de un cinturón: sólo el nudo se expresa, se ve, pero sin la continuidad del cinturón el conjunto no aguantaría. Con ese punto nodal que es la palabra adquiere sentido toda una experiencia común.
El principal modo de transmisión de las artes marciales era la enseñanza directa: las palabras apenas intervenían y la escritura se limitaba, la mayoría de las veces, a una simple enumeración de palabras técnicas. Esta tendencia no obedecía al respeto de una tradición, sino a la gran dificultad de comunicar por escrito las técnicas del cuerpo y de la mente. En el Tratado del agua, por ejemplo, cuando Musashi explica las técnicas por medio de palabras, es difícil entender aquéllas. Sin embargo, la ejecución de cada técnica sólo requiere algunos segundos. La descripción por escrito de un movimiento del cuerpo, que dura unos pocos segundos, es muy compleja –lo experimento continuamente en mi trabajo–. Sin embargo, en ciertos momentos de la trayectoria de un adepto una sola palabra puede hacerle comprender el núcleo del arte y dar un nuevo orden a la experiencia acumulada en el silencio de la práctica física. Las palabras de Musashi responden a este objetivo.
Uno de los grandes obstáculos de la traducción de la obra de Musashi reside en esta falla entre sus palabras y su cuerpo. Yo he intentado colmar esta falla a partir de mi propia experiencia del budo, puesto que el Gorin-no-sho es uno de los libros que me sirven de guía en la práctica de la vía del arte marcial. El nombre y la imagen de Musashi me han sido familiares desde mi primera infancia a través de relatos, películas y más tarde de novelas.
Musashi volvió a aparecer en mi vida con el Gorin-no-sho en la época en que, después de varios años de practicar karate, comencé a hacerme preguntas sobre la relación de este arte con la tradición del sable, donde yo veía lo esencial del budo. Conviene precisar que la tradición del karate presenta diferencias, desde el punto de vista cultural e ideológico, con la del budo. El karate es una práctica local del arte del combate, transmitida en secreto en la isla de Okinawa (extremo sur de Japón), que no se incluyó en el budo hasta 1930. El grado de refinamiento técnico y de profundidad alcanzado por este arte de combate distaba entonces de igualar el del sable japonés. Sin embargo, después de su presentación ante el público japonés, se vio enseguida que este arte local encajaba bien en la vida moderna del siglo XX y que era capaz de desarrollarse como forma contemporánea del budo. Para esta disciplina, recientemente vinculada al budo, la referencia más importante era el arte del sable japonés. Basándose en esta tradición, y en particular en el kendô1 y el judo, el karate encontró su forma de budo. En lo sucesivo, los escritos sobre el arte del sable forman parte para los karatekas japoneses de las referencias técnicas y culturales de su arte.
Así es como el Gorin-no-sho me acompaña desde los últimos veinticinco años de mis cuarenta años de práctica de budo. Queda claro que la intensidad de mi práctica no es del mismo orden que la de Musashi, pero he intentado acortar la distancia entre las palabras de Musashi y el cuerpo mediante mi propia práctica, por limitada que sea.
La otra dificultad con la que se tropieza en la traducción del Gorin-no-sho es más típica: ¿cómo plasmar el sentido de una palabra cuando las culturas son tan diferentes como la del occidente actual y la del Japón del siglo XVII? Pondré un solo ejemplo. En esta obra, Musashi emplea con frecuencia el término kokoro, que