Miyamoto Musashi. Kenji Tokitsu

Miyamoto Musashi - Kenji Tokitsu


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fuerte y aseguran un largo período de paz, que se prolongará hasta mediados del siglo XIX. Así pues, los guerreros deben irse acostumbrando a su situación de guerreros en tiempo de paz.

      En el tiempo de las guerras feudales se podía resumir el valor del sable de un guerrero por la respuesta a la pregunta: “¿Cuántas cabezas puede cortar?”. Con la paz, ese pragmatismo simple se transformará en la búsqueda de la progresión en el arte del sable. Puesto que la vía de la acción les está vedada, los adeptos del sable interiorizarán su arte con la búsqueda de la vía, . La implicación en esta búsqueda será tanto más profunda por cuanto que la vía, , adquiere una parte de su sentido en las relaciones entre el señor y sus vasallos. Su objetivo consiste entonces en buscar la manera de avanzar en la vía del sable sin matar al adversario. En adelante, los adeptos del sable viven sin armaduras, la técnica del sable se modifica, puesto que ya no necesitan técnicas potentes que permitan matar al adversario a través de la armadura. Desarrollan técnicas sutiles, relacionadas con la libertad de movimiento que proporcionan los trajes de ciudad. El arte del sable alcanza su cúspide hacia finales de este período.

      A mediados del siglo XVIII algunas escuelas comienzan a utilizar en los entrenamientos el shinai (sable de bambú) y las armaduras; su uso se generaliza a finales del siglo XVIII. Coexisten dos tipos de entrenamiento. Esas medidas de seguridad favorecen los enfrentamientos libres entre adeptos, lo que permite la elaboración técnica dentro de cada escuela. Esto implica la multiplicación, dentro de las escuelas, de corrientes que acaban por adquirir autonomía: se cuentan entonces más de setecientas escuelas de sable.

      El arte del sable se va afinando y galvanizando la energía de los guerreros en la sociedad japonesa que se cierra frente al exterior. Agudizan su arte casi sin emplearlo nunca en enfrentamientos reales. Bajo la forma de ejercicios, se matan entre sí a diario, pero en realidad evitan la muerte. Sin embargo, la idea de que el enfrentamiento en el combate a muerte puede resultar efectivo en todo momento orienta la actitud mental de los guerreros. A través de la elaboración técnica, la idea de armonía se impregna cada vez más en el antagonismo inherente a las armas. El arte de los guerreros florece con diferentes nombres (bujutsu, bugei, kenjutsu, gekiken, tô-jutsu, ken-pô). En todas esas disciplinas, lo que impera es la energía en oposición, simbolizada por el hecho de que los guerreros lleven sable. Puesto que el sable los acompaña siempre con una idea fundamental: “Matar o ser muerto”.

      3. El florecimiento del arte del sable (siglo XIX)

      Considero que el tercer período de la historia de las escuelas del sable va del primer tercio del siglo XIX hasta finales del siglo XIX. El arte del sable se expande cuando su fuerza contribuye a poner fin al período feudal, que fue el de su dominio.

      A comienzos del siglo XIX el sable conoce un breve período de decadencia, porque con el alejamiento del período de guerras se separa de la realidad del combate, y el lugar de los guerreros se torna incierto. Pero, rápidamente, la amenaza que representan los occidentales vuelve a hacer que los guerreros cobren conciencia de su papel. Durante la segunda mitad del siglo XIX, Japón conoce un período de altercados consecutivos a la amenaza de invasión que hacen pesar las potencias occidentales. Es el momento en que los japoneses empiezan a cobrar conciencia de la fuerza de los occidentales y a buscar los medios más eficaces para oponerse a ella. La actitud y la conciencia de toda la sociedad se reflejan en la manera de practicar el sable. El arte del sable había alcanzado la cúspide en el período anterior, pero, al separarse de la realidad del combate, comenzó a entrar en decadencia. Los enfrentamientos que atraviesan la sociedad japonesa hacen aparecer nuevas necesidades, y el arte del sable alcanzará su plenitud, produciendo chispas de acero entre las dos fuerzas constituidas por los guerreros, una que defiende el shôgunato, la otra que pretende eliminar dicho sistema.

      El reinado de los Shôguns acaba en 1867 y el nuevo régimen, en su voluntad de instaurar una potencia militar e industrial moderna, abole [18] los privilegios de los guerreros. A pesar de las dificultades, una parte de los que han sobrevivido a los duros enfrentamientos del período de transición continúan la tradición y la práctica del sable. Han de acostumbrarse a la prohibición de llevar sable y afrontar la tendencia, en aquel entonces dominante, de despreciar la cultura tradicional, soporte de su identidad. El sable de los guerreros desaparece a finales del siglo XIX con la muerte de quienes habían vivido los últimos combates de sable.

      La noción de budo nace en el momento en que el orden de los guerreros desaparece y los valores de la sociedad feudal comienzan a perderse en las profundidades de la sociedad moderna (126). Incluso si el budo se refiere a la tradición, se trata de una noción moderna. Ésta definió una práctica que se articula alrededor de una especie de dilema. Fundamentalmente, las armas son ofensivas, pero la tensión hacia la calidad del arte incluye la búsqueda de una progresión del ser humano que comprende una búsqueda de la armonía, elemento aparentemente contradictorio con los objetivos del combate. La realización ideal del budo es un combate en el que la energía agresiva está perfectamente equilibrada por la componente opuesta, la armonía –como veremos en La relación entre los adversarios–.

      4. El kendô (finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX)

      La concepción y práctica del kendô fueron elaboradas y determinadas hacia finales del período Meiji (1868-1912); la propia palabra data de este período. El kendô es una recuperación moderna del arte del sable de los guerreros. El combate se practica principalmente con shinais y armaduras. Así pues, en la actualidad, el kendô no es exactamente lo que practicaban los adeptos del sable más antiguos.

      Aunque este período sea corto, su importancia se debe a su papel de intermediario entre el kendô practicado en la tradición de los guerreros y el kendô moderno.

      5. De 1945 hasta nuestros días

      En 1945 la destrucción de Japón es muy importante, y en la conmoción de la derrota toda la sociedad japonesa se ve cuestionada. Después de la guerra, Japón es ocupado, la presión de los aliados es fuerte y la práctica de las artes marciales tradicionales se prohíbe. Los adeptos del karate son los primeros en conseguir la autorización para practicar su disciplina presentándola como una forma de boxeo, lo que permitía asimilarla a un deporte: el boxeo inglés. No ocurre lo mismo con el kendô, puesto que incluso practicado con sables de bambú, recuerda la rareza bárbara de Japón en la guerra. Los adeptos del kendô intentan hacerlo sobrevivir con el nombre de shinai kyôgi, competición lúdica con shinai, y transforman las técnicas del kendô en una actividad deportiva aceptable a los ojos del ocupante. Para ello, difuminan al máximo [19] el aspecto tradicional de los trajes y de la conducta y se inspiran en la escritura europea. Esta experiencia será uno de los elementos fundadores de las transformaciones que han llevado al kendô contemporáneo. En efecto, cuando el kendô puede reanudarse oficialmente, en 1952, es toda la sociedad la que ha cambiado, y el espíritu de su práctica ha sido modificado por la integración de la idea moderna de deporte de combate.

      Al mismo tiempo, un cierto número de antiguas escuelas de sable continúan transmitiendo sus técnicas, actualmente, en forma tradicional, pero con un número de adeptos mucho menor.

      Volvamos a las grandes líneas de esta exposición histórica.

      Al principio, la existencia del sable es ostensible. La hoja del sable está en un primer plano, es sanguinaria, capaz de matar. La espiritualidad apenas ocupa lugar en la práctica del sable.

      A continuación, el sable está presente, pero lo está en la vaina. El sable no es tan mortífero, apenas lo es, es más técnico y coexiste con la espiritualidad. Se desarrolla la noción de , asociada a la conciencia del deber para con el señor feudal.

      Con la desaparición del orden de los guerreros y la prohibición de llevar sable, el shinai sustituye al sable en la práctica del arte y una nueva concepción de la vía (dô) se forma con la noción de budo. Se trata de una refundición moderna de la tradición que propone un objetivo global de formación del hombre, conforme a las previsiones de la sociedad de finales del siglo XIX.

      Existen


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