Miyamoto Musashi. Kenji Tokitsu
reservado a la meditación.
Musashi dice que comenzó a escribir el Gorin-no-sho en ese lugar a las cuatro de la madrugada, el 10 X de Kanei 20 (1643).
¿Por qué escogió ese lugar y ese momento para comenzar su obra? Comenzar así la obra de su vida sugiere lo que era el arte del sable de Musashi. Comenzar su obra es terminar su vida. Y, de hecho, morirá poco después de haberla acabado. Para concluir su empresa, fue necesario que comenzara en ese lugar lleno del poder misterioso de la montaña, antes de levantarse el día. Tuvo que empezarla en una calma profunda, a la luz de una luminaria, en la frescura de las tinieblas. Y fue escribiendo como saludó al alba. Esta situación le resulta indispensable para que el acto de escribir se confunda con las existencias sacras. Según la creencia de entonces, la mañana está llena de la energía positiva yang, que está en el origen de la creación; de modo que no es casual que Musashi eligiera esta hora. Al saludar al cielo y al inclinarse ante Kannon y Buda, su escritura se mezcla con ellos. Entonces se torna sacra. Pero cuando se inclina ante esas fuerzas sacras, no es a la manera de un cristiano que se inclina ante el altar. Según las creencias japonesas, lo sagrado es multiforme y accesible a los humanos; al escribir de este modo, el propio Musashi entra a formar parte de lo sagrado.
Antes de morir, escribió: “Respeto a Buda y a los dioses, pero no me apoyo en ellos”. Esta frase se encuentra en un texto corto titulado La vía que hay que seguir solo (Dokkôdô), escrita después del Gorin-no-sho. Estos últimos textos parecen haber sido escritos con el último soplo vital de Musashi, puesto que sólo una semana después de haber añadido al final del manuscrito el nombre de su sucesor, Musashi moría, el 19 V de Shôho 2 (1645).
Musahi lega el Gorin-no-sho a uno de sus discípulos, Terao Magonojô-Katsunobu. Luego esta obra será copiada por otro discípulo de Musashi quien, el 5 II de Kanbun 7 (1667), entregará esta copia a su discípulo, Yamamoto Gennosuke. Nosotros conocemos la obra gracias a esta copia. El original del Gorin-no-sho escrito por Musashi no se ha encontrado.
1 Respetamos en esta obra la convención de Kenji Tokitsu de usar circunflejos para la distinción fonémica de las vocales largas, en oposición a las breves, no marcadas. Dada la variedad de transcripciones y transliteraciones del japonés, el lector puede encontrar diferentes ortografías para una misma palabra en otros textos, p. ej. Tokio, Tokyo, Tohkyoh, Toukyou, Tôkyô, Tōkyō… (Nota de la Editorial)
La obra de Miyamoto Musashi
I. Escritos sobre los cinco elementos*
Gorin-no-sho
Manuscrito de la tierra
Escuela de los Dos Cielos reunidos, Niten ichi-ryû(1) es el nombre que le doy a la vía de la estrategia;(2) en este escrito voy a elucidar por primera vez el objeto de mi investigación durante muchos años. Al comienzo del décimo mes del año veinte de Kanei (1643), fui a escribir al monte Iwato de la prefectura Higo1 de Kyûshû. Saludo al cielo, me prosterno delante de la diosa Kannon, y me encomiendo a Buda. Me llamo Shinmen Musashi-no-kami, Fujiwara-no-Genshin,2 y soy un guerrero nacido en la prefectura de Harima.3 Tengo ahora sesenta años.4
Me he entrenado en la vía de la estrategia desde mi juventud, y a la edad de trece años me batí por primera vez en duelo. Mi adversario se llamaba Arima Kihei, adepto del sable de la escuela Shintô-ryû, y lo vencí. A la edad de dieciséis años vencí a un poderoso adepto llamado Akiyama, originario de la prefectura de Tajima.5 A la edad de veintiún años fui a Kyoto y me batí en duelo con varios adeptos de sable de escuelas famosas, pero nunca perdí.
Luego viajé por varios señoríos y regiones, para conocer a los adeptos de diferentes escuelas. Combatí más de sesenta veces,6 pero ni una sola fui vencido. Todo esto pasó entre mi decimotercero y mi vigésimo octavo o vigésimo noveno año.
A la edad de treinta años reflexioné y me di cuenta de que si había vencido lo había hecho sin haber alcanzado la última etapa de la estrategia. Quizá porque mi disposición natural para la vía me había impedido separarme de los principios universales, quizá porque mis adversarios carecían de capacidad en estrategia.
Continué entrenándome y buscando, de la mañana a la noche, alcanzar una razón más profunda. Al llegar a los cincuenta años, me encontré de forma natural en la vía de la estrategia.
Desde ese día, vivo sin la necesidad de seguir buscando la vía.7 Cuando aplico la razón de la estrategia a la vía de diferentes artes y artesanados, ya no necesito maestro en ningún ámbito. Por eso, para crear este escrito no recurro a los antiguos escritos búdicos o confucionistas ni utilizo los ejemplos antiguos del arte y las crónicas militares.
Comencé a escribir el diez del décimo mes, por la noche a la hora del tigre,8 a fin de expresar el verdadero pensamiento de mi escuela, reflejando mi espíritu en el espejo de la vía del cielo y de Kannon.
La estrategia es la práctica necesaria en las familias de guerreros.9 Quien dirige la guerra debe aprenderla, y los soldados deberían también conocerla. Hoy en día raros son los guerreros que conocen bien la vía de la estrategia.
Por lo que respecta a la vía, existen varias. La ley del budismo es la vía que salva a los hombres. La vía del confucionismo es la que lleva a la precisión en literatura. La medicina es la vía que cura las enfermedades. El poeta enseña la vía de la poesía. Existen numerosas vías en el arte, la del hombre de buen gusto,(3) la del adepto de tiro al arco y de otras artes y la del artesanado. Los adeptos se entrenan en ella a su manera, según su forma de pensar, y las aman según sus disposiciones. Pero muy pocos aman la vía de la estrategia.
En principio, los guerreros deben familiarizarse con lo que se denomina las dos vías, la literatura y las artes marciales. Es su vía. Aunque uno sea torpe, debe perseverar en la estrategia en razón de su situación.
Lo que un guerrero debe tener siempre presente es la vía de la muerte. Pero la vía de la muerte no está reservada únicamente a los guerreros. Un monje, una mujer, un campesino, cualquier persona puede determinarse a morir por causa de obligación social o de honor. En la vía en que los guerreros practican la estrategia, la línea de conducta debe ser superar a los otros en todos los ámbitos. Un guerrero debe ganar en combate contra uno o varios, honrar el nombre de su señor y el suyo, y establecer su situación gracias a la virtud de la estrategia. Algunas personas piensan quizá que, incluso si aprenden la vía de la estrategia, no les será útil en la práctica real. Sobre este punto, basta con entrenarse para que sea útil en cualquier momento y enseñarla para que sea útil en todas las cosas. Tal debe ser la verdadera vía de la estrategia.
A propósito de la vía de la estrategia
Desde China hasta Japón, desde hace mucho tiempo, se denomina adepto de la estrategia a quien practica esta vía. Para un guerrero, no es posible no estudiarla.10 Actualmente, hay muchas personas que se declaran adeptas de la estrategia, pero por regla general sólo practican el sable. Recientemente, los sacerdotes sintoístas de Kantori y de Kashima, en la prefectura de Hitachi,11 (4) han fundado escuelas diciendo que el arte les había sido transmitido por los dioses, y han difundido su arte en diferentes señoríos.
Entre los diez talentos y las siete artes(5) conocidas desde hace mucho tiempo, la estrategia se considera un ámbito pragmático.(6) Puesto que es un ámbito pragmático, no conviene limitarlo a la sola técnica del sable. A partir de los únicos principios(7) del sable,(8) podréis comprender bien el sable y distaréis de estar conformes con el principio de la estrategia.
Hay personas cuya profesión consiste en vender las artes. Se tratan a sí mismos como mercancías y fabrican objetos con el objeto de venderlos. Esta actitud equivale a separar en un acto la flor y el fruto. Y es preciso decir que el fruto apenas existe. Decoran la vía de la estrategia con colores llamativos, hacen alarde de las técnicas y enseñan esta vía creando