Hacia el sentir común. Raimon Caor

Hacia el sentir común - Raimon Caor


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      Víctor Hugo

      (También se puede leer desde la perspectiva masculina y femenina)

      El hombre es la más elevada de las criaturas

      La mujer el más sublime de los ideales

      El hombre tiene la supremacía

      La mujer tiene la preferencia

      El hombre es un código

      La mujer es un evangelio

      El código corrige

      El evangelio perfecciona

      El hombre es un templo

      La mujer es el sagrario

      Ante el templo nos descubrimos

      Ante el sagrario no arrodillamos

      El hombre es el águila que vuela.

      La mujer el ruiseñor que canta

      Volar es dominar el espacio

      cantar es conquistar el alma.

      El hombre tiene el farol de la conciencia

      La mujer tiene la estrella de la esperanza

      El farol guía, la esperanza salva

      El hombre está colocado donde termina la tierra

      La mujer donde comienza el cielo.

      Antiguamente se consideró a la mujer como una continuación de la Tierra por su poder de generar y nutrir la vida. En muchas culturas eran comunes los cultos dedicados a la Tierra como Madre original. La figura divina más antigua que se conoce es la de una mujer, y en los más antiguos manuscritos sagrados se puede encontrar la expresión “Madre Tierra”; sin embargo, la identidad del hombre se ha mantenido en una ambigua posición, y aunque existen representaciones fálicas de dioses cazadores, de héroes y guerreros, las mitologías no llegan a ser lo bastante ilustrativas para expresar debidamente su naturaleza cósmica como amantes, como defensores de la libertad, como navegantes y guías dimensionales y como protectores y guardianes. En cierto modo, se tiende a asignar al hombre un lugar en el Cielo más que en la Tierra, como sigue evidenciando su obstinado desarrollo de la tecnosfera y las odiseas del espacio sideral.

      Las enormes facultades de creatividad y transformación de la materia y la capacidad de conquista y poder que han desarrollado los hombres demuestran también que en el fondo aún siguen atrapados en un alma temerosa e infantil que vive un profundo dilema entre el ser lúdico y el amante generoso, o el guerrero, conquistador y dominante, que siempre “huye” hacia delante persistiendo en el combate espiritual.

      Una cierta “ventaja” de la mujer, es que ella experimenta una parte importante de trascendencia y autorrealización a través de la maternidad, mientras que la masculinidad profunda se realiza ante el constante reto de explorar, construir, competir, transgredir y ejercer el poder a través de un estado psicológico arraigado en el esfuerzo por la supervivencia, la adaptación y la productividad que le dificulta integrar su femenino interno.

      Esta inercia oprime la psique profunda del hombre a través del modelo heroico-dominador tal cual refleja el mercado libre y la globalización económica: una psicosis masiva y enfermedad cultural y ambiental desde un estado de escisión esencial.

      El viaje interior hacia la sanación pasa por la integración

      del corazón arquetípico, mítico y eterno del hombre y de la mujer.

      Cuando la mujer desarrolla las habilidades masculinas sin la conexión con su feminidad profunda, o cuando el hombre no desarrolla adecuadamente sus cualidades femeninas, ambos se desconectan de sus ciclos, de su ritmo, y viven sus límites mediante el control, la exigencia, la rabia, la crítica y la rigidez… Se trata pues de que ambos escuchen sus propias pulsiones anímicas y descubran sus auténticas necesidades para saber en qué forma han de colaborar y nutrirse sin competir ni depredarse.

      CUALIDADES INTERACTIVAS DE LOS PRINCIPIOS MASCULINO Y FEMENINO,

      INHERENTES A LA NATURALEZA TANTO DEL HOMBRE COMO DE LA MUJER.

      El objetivo final de la evolución humana reside en el equilibrio de ambas energías

      Desde el movimiento de reivindicación política y social e igualdad de derechos iniciado en los albores de la Revolución francesa a finales del siglo XVIII, el movimiento de reafirmación de la mujer sigue evolucionado. Ellas participan muy activamente en su desarrollo psicológico, emocional y cultural, están mucho más presentes en el movimiento asociativo, son mayoría en los talleres de crecimiento personal, se interesan por la naturaleza profunda de su ser, crean grupos de autoayuda. Generalmente no tienen tanto ego y se relacionan con más soltura y complicidad, con menos defensas y prejuicios. Aun así, las mujeres también siguen recuperándose de sus marcas y todavía siguen inmersas en un mundo con predominio de valores patriarcales y con diferencias y dificultades de acceso a la igualdad de derechos.

      Un avance de la evolución humanista, más allá de los tópicos feministas y machistas, está siendo el proceso de conciencia e individuación personal realmente completado cuando se logran armonizar los arquetipos internos de masculinidad y feminidad. Cada persona consolida su autonomía, asume y libera sus improntas patológicas, fortaleciendo su autoestima y su sabiduría instintiva. Así pues, hombres y mujeres recuperan su profunda esencia y recalibran sus aspectos masculino y femenino. A medida que dicho proceso se realiza, la interacción es fluida y coherente

      Puesto que hemos comentado la descompensación del lado masculino y la incongruencia de gran parte de las estructuras patriarcales, también hay que destacar la transformación de la masculinidad que están desarrollando los hombres.

      En general, los hombres siguen mostrando dificultades en la expresión de sus sentimientos profundos, siguen siendo bastante autónomos y territoriales, aunque cada vez hay más hombres que se muestran receptivos y expresan su apertura y sensibilidad desde su masculino profundo.

      1. Hombres que se cuestionan lo que aprendieron sobre lo que atañe a ser hombre y que se rebelan contra las dominaciones y limitaciones impuestas por los roles tradicionales.

      2. Hombres inseguros y aislados que aún no saben cómo abordar y salir de los estereotipos masculinos ni cómo vivir en honesta integración con el lado femenino.

      3. Hombres buscando otros referentes de masculinidad y la conexión adecuada con las diferentes sensibilidades y conocimientos. Hombres desarrollando relaciones más conscientes y equilibradas con su propio cuerpo, con las mujeres, con los hijos, con la diversidad y con proyectos de vida coherentes.

      4. Hombres adaptándose a los rápidos cambios que impone la sociedad, y a la vez sanando heridas recibidas al intentar alcanzar ideales masculinos que no correspondían a sus capacidades ni a su verdadera identidad.

      5. Hombres dañados o confusos por la discriminación social causada a quienes divergen de los conceptos o definiciones que la cultura predominante impone y exige del comportamiento masculino.

      6. Existen hombres que al mostrarse “diferentes” son marginados por el mundo masculino convencional.

      7. Muchos hombres han sufrido situaciones de sexismo revertido con acosos y agresiones por parte de mujeres.

      8. Hombres dispuestos a soltar armaduras y a vivir


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