Navegando en patín a vela. Ricard Pedreira Font

Navegando en patín a vela - Ricard Pedreira Font


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      CAPÍTULO 1

      Qué es el patín a vela

      Gerard Esteva

      El patín a vela es la embarcación del Mediterráneo. El patín a vela es una embarcación nacida del ingenio de los navegantes y no solo de técnicos náuticos; esto lo hace maravilloso, ya que es fruto de la imaginación y del saber popular.

      Nacido en las aguas de Barcelona, es un catamarán, de más de cinco metros de eslora, con cinco bancadas que unen los dos flotadores en forma de cuchillo.

      No tiene timón, ni orza, ni botavara y el mástil es de aluminio.

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       Figura 1.1. Patín a vela navegando con viento fresco.

      Tiene una superficie vélica de más de 12 m2.

      El patín a vela es la embarcación actual de vela de competición más antigua del Mediterráneo. Nacido en los años veinte, fue evolucionando hasta el año 1941, donde una regata entre los distintos prototipos existentes de la época, hecha en la costa del Garraf, en Barcelona, hizo que el modelo de patín que ganara aquella prueba fuese el que se fabricase.

      Ganó el prototipo de los hermanos Monje y desde entonces el patín continúa fabricándose con las mismas líneas de agua y diseño.

      El éxito de cualquier clase, desde mi punto de vista, es la igualdad de sus embarcaciones. El mérito debe corresponder al navegante, no a la embarcación; por ello la clase patín a vela siempre ha procurado mantener la máxima igualdad en sus materiales.

      Velocidad, situaciones extremas, virajes rápidos y contacto con el mar al límite son las sensaciones que transmite a sus navegantes. Es vela en estado puro, es el patín a vela, un barco histórico, apasionante, que requiere un patrón ágil y reflexivo a la vez. Como carece de timón, gobernar esta embarcación se convierte en un juego sencillo e intuitivo.

      El patín nació en las playas de Barcelona y Badalona en los años veinte. Primero fueron dos flotadores y un remo; luego a los socios del Club Natación Barcelona se les ocurrió añadir al invento una vela latina. Así nacía el patín a vela, y junto a este catamarán nacía también una nueva manera de disfrutar el mar y la navegación en estado puro.

      La embarcación se fue extendiendo por todo el litoral catalán y pronto se empezaron a organizar las primeras competiciones. Hoy, sólo en Cataluña, la flota de patín a vela asciende a las 1.500 unidades, si bien las que participan habitualmente en las regatas son un centenar.

      La mayoría de patinaires navegan sin el afán de competir, sólo por el placer de navegar en un barco rápido, emocionante, relativamente barato y fácil de aparejar. La mayoría de los regatistas de esta clase se concentran en Cataluña, pero los que disfrutan de este competitivo invento no hablan sólo la lengua de Ramón Llull.

      También hay flota en Andalucía, así como en Valencia y Baleares. Fuera de nuestras fronteras se navega en Bélgica, Holanda, Alemania y Francia. Una vez al año, todos los patinaires se dan cita para competir en la Copa de Europa, que organiza la ADIPAV2, que tiene su sede en Barcelona.

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       Figura 1.2. Patín en La Rochelle (Francia).

      El patín es un barco ligero, de menos de 100 kg y de gran superficie vélica, con dos cascos de 5,60 metros de eslora, como se ha dicho, unidos por cinco bancadas. No hay botavara, ni orza, pero lo más característico es que carece también de timón; el gobierno y la maniobra de este catamarán es una cuestión de peso.

      Desplazar el cuerpo, jugar con el ángulo de la vela y meter pies y manos en el agua son recursos que se utilizan para cambiar de rumbo.

      En el patín a vela, el patrón se convierte en parte del barco; para ello se necesita sobre todo agilidad, aunque algunos patinaires tienen más de 70 años.

      La afición que ha conseguido esta clase se explica por su simplicidad; aunque depurar la técnica es difícil, empezar a navegar en él es fácil.

      Cada fin de semana se ven así decenas de patines en las playas catalanas, patines que pueden navegar en condiciones meteorológicas de todo tipo, con brisas suaves y mar plana o con vientos fuertes y grandes olas, ya que la forma del casco facilita su penetración sin perder la velocidad.

      También los niños navegan en este barco; de hecho hay regatas específicas para el patín júnior. Técnicamente es exacto al sénior aunque tiene dimensiones inferiores: una eslora de 3,98 m, una vela de 6,79 m2 y un peso de 60 kg.

      Cuenta con cuatro bancadas y también tiene posibilidad de mover el mástil, con muchas posibilidades de trimado.

      Es recomendable para navegantes a partir de 8 años, y aprender a manejarlo no es más difícil que con cualquier otra embarcación infantil.

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       Figura 1.3. Patín júnior a todo gas.

      Hoy día, en que la vela ligera está siendo relegada a los puertos deportivos, el júnior tiene la ventaja de ser una embarcación de playa, ámbito mucho más natural y sano para los chicos y chicas que apuestan por esta clase. Además, al ser un catamarán y no tener ni orza ni timón, está a salvo de complicaciones y roturas al entrar y salir a la mar.

      Navegar con él es divertido, sencillo y muy seguro. Al mismo tiempo es rápido y dinámico.

      También es un excelente medio para iniciarse en la competición. Debido a sus características técnicas, enseña a los jóvenes patrones a ser más intuitivos, y al no tener timón, estos desarrollan la habilidad de dirigir el barco mediante el juego del peso del cuerpo.

      La clase júnior está reconocida por la Federación Española de Vela y en este momento cuenta con regatistas de entre 9 y 17 años, que sin duda serán los futuros campeones de la disciplina sénior.

      Existe un amplio calendario de regatas, que incluye un Campeonato de Cataluña y, desde el año 2006, un Campeonato de España.

      Los patines nacieron como pasatiempos. En las playas de la Barceloneta, en Barcelona, no había ni normas, ni reglamento, pero ya en los años cuarenta fue homologado y reconocido por la RFEV (Real Federación Española de Vela) como embarcación de serie; de esta forma el patín catalán puede enorgullecerse de ser la clase más antigua de vela de España.

      A pesar de que se han fabricado en fibra de vidrio, los patines a vela mantienen su construcción artesanal, con maderas nobles y preciosas; construir un patín nuevo es un proceso lento y laborioso, pero conservar la madera en la construcción permite evitar la guerra de materiales que ha llevado a otras clases de vela ligera prácticamente a su desaparición. Navegar en patín aún resulta relativamente económico; un patín completo nuevo cuesta unos 6.000 euros del año 2006; además su vida es larga, hasta 30 años o más, por ello el mercado de segunda mano es también importante. Las elegantes formas del patín, las maderas nobles del casco y su peculiar forma de gobierno constituyen todo un espectáculo digno de ser visto.

      Los


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