Detente, ¿cómo va tu vida?. Érika Pavón

Detente, ¿cómo va tu vida? - Érika Pavón


Скачать книгу
la cima por la creencia de que ahí seremos felices, porque la realidad es que siempre vamos a querer más y más.

      Aceptar que las cosas no siempre nos saldrán perfectas a la primera, como solemos creer que debe ser, también nos permitirá reconocer y aplaudir los resultados que obtenemos, de esa forma también nos impulsaremos a ser mejores. Por ejemplo, el destacado pintor y escultor Pablo Picasso creó más de 50 000 obras, pero solamente alrededor de 100 son consideradas, en la actualidad, obras maestras. Por eso te pregunto: ¿por qué creemos que todo lo que hacemos tiene que ser una obra maestra a la primera?

      Por mi experiencia como psicoterapeuta, sé que obsesionarnos con esa idea muchas veces puede llevarnos a la frustración generada por el fracaso. Cuando realmente el fracaso no existe, porque el fracaso es más bien la forma en que valoramos el resultado inesperado que obtuvimos.

      Me ha tocado ver diferentes casos de pacientes que llegan con la idea de que han fracasado por no estar llenos de proyectos laborales en ese momento, por no tener el dinero que esperaban, porque están terminando una relación. En esas situaciones yo siempre los invito a que piensen en una persona a la que admiren mucho profesional o emocionalmente. Les pido que la describan, que me digan qué es lo que les gusta de esa persona y que imaginen que en este momento está pasando por lo mismo que ellos: ¿qué le dirías sobre su presunto fracaso, sabiendo que tiene muchos talentos y cualidades? Cuando estés pasando por alguna situación difícil, ¿tú como responderás a esa última pregunta?

      Es así como podemos estar siempre en contacto con nuestro “mejor amigo interno”, ese que nos cambia la percepción y nos lleva a la toma de conciencia. Según la reconocida psicóloga clínica Laura Monserrate, el fracaso como tal no existe, solo son momentos o situaciones por los que atraviesa el ser humano a lo largo de la vida y pueden dar lugar a un crecimiento personal o, por el contrario, a un debilitamiento que genere vacíos existenciales y, de no tratarse, puede incluso desembocar en la muerte.

      Yo siempre hablo de salir de nuestra zona de confort y de adentrarnos en nuestra zona de riesgo para admirar todo lo que somos capaces de lograr. Hay quienes se animan, pero se van para abajo cuando tropiezan o se encuentran con obstáculos en el camino y deciden no continuar por miedo a fracasar más.

      Pero ¿te has fijado que no todos los que sacaban diez en la escuela han obtenido el éxito que esperaban? Y eso es porque con el paso del tiempo empezamos a encontrar diferentes habilidades, talentos y astucias que no son medibles con una calificación, pero sí son muy efectivos para la vida.

      ¿Y si soltáramos por un momento el qué dirán haciendo lo que amamos? ¿Y si mejor nos concentramos en que lo importante no es llegar a la meta, sino en que recorrer el camino también nos deja aprendizajes? Al final nos estaremos llevando una gran experiencia y eso cuenta mucho.

      Si vivimos con la idea de ser perfectos para los demás, nos volvemos esclavos en busca del reconocimiento y perdemos nuestra autenticidad, no disfrutamos nuestro aquí y ahora y, por lo tanto, es imposible evaluar nuestro crecimiento interno.

      Por ello es tan importante darles la bienvenida a los errores o acontecimientos que no son los que esperábamos. Porque nos dan autenticidad y nos identifican como personas. Lo que no significa caer en una zona de confort, sino aceptar nuestras experiencias para poder tener un crecimiento sano.

      Recuerda lo que dice el reconocido autor alemán Eckhart Tolle: “Cuanto más capaz seas de honrar y aceptar el ahora, más libre estarás del dolor, del sufrimiento y de una mente egoísta”.

      LAS MONTAÑAS

       DE MI VIDA

      Ahora te invito a elaborar un ejercicio que será de mucha ayuda para identificar tu trayecto de vida. Dibuja la silueta de algunas montañas. Cada montaña representará los años de tu vida en donde hayas vivido situaciones que te hayan hecho sentir arriba (en la cima) y abajo (en el valle). Dentro de las mismas montañas representa con símbolos cada situación en donde hayas experimentado momentos difíciles. Pueden ser corazones, estrellas, símbolos de heridas, figuras que representen en ti fortaleza, etc.

      Al final, responde: ¿de qué forma decides aceptar y amar tus montañas de vida con todas las emociones que se han presentado?

      PALABRAS PARA

       LLEVAR CONTIGO

       Cuando me libero de la idea de ser perfecto, soy más libre: puedo aceptarme y disfrutar de mi vida.

       Cuando quiero ser reconocido constantemente para otorgarme un valor, pierdo mi propio valor interno.

       Identificar el origen de la situación que me genera un problema me ayuda a reorientar mi perspectiva y transformarla en una creencia constructiva.

       Reconocer y dejar que mis emociones negativas fluyan me ayuda a conocerlas y a convivir mejor con ellas.

       Analizar mis errores y ver qué puedo aprender de ellos me permite pensar detenidamente en mí mismo y en mi mundo. De esa forma soy mucho más capaz de estar agradecido y de reconocer los errores que contribuirán a mi crecimiento futuro.

       Conseguir mi autenticidad no sucederá de un día para otro. Aceptarme a mí mismo y no copiar lo que se dice que hace a las demás personas perfectas me hace identificar mis talentos, virtudes y características únicas e inigualables.

      Solo seremos felices

       siendo nosotros mismos,

       no tratemos de ser como

       los demás.

      UN MOMENTO

       DE APRENDIZAJE

      Había una vez una niña tímida, un poco callada y muy sonriente, siempre en busca de satisfacer a los demás. Aunque era muy amable y alegre porque le gustaba estar bien con los que la rodeaban, sus padres le llamaban la atención con frecuencia, pues tenía la mala costumbre de imitar siempre todo lo que sus amigas y primas hacían, desde juegos hasta formas de ser.

      Por ejemplo, ella no coleccionaba nada específico, pero cuando veía que sus amigos lo hacían, le gustaba repetir las mismas modas. “No tienes por qué seguir a nadie, decide por ti misma adónde ir o qué quieres hacer”, solían decirle sus papás. Para ella, seguir el paso de otras niñas o jugar lo mismo que sus amigos era lo más fácil del mundo, porque de esa forma encajaba con rapidez. Por eso odiaba que sus papás le dijeran lo mismo todo el tiempo.

      Todo cambió cuando llegó una niña nueva a su escuela. Se llamaba Sofía y tenía un carisma tan cegador que de inmediato quiso tenerla como amiga. Para acercarse a ella, hizo lo que siempre hacía: copió su forma de hablar, su peinado, incluso los pasadores de brillos que se ponía en el cabello. Pero hiciera lo que hiciera, Sofía siempre se alejaba. Una vez la escuchó decir en los baños: “Esa niña me sigue a todas partes y hace siempre lo que yo hago. No tiene personalidad, nunca sería su amiga”.

      Fue en ese momento cuando entendió que repetir lo que todos a su alrededor hacían solo bajaba su autoestima y la hacía ser más dependiente. Empezó a tomar conciencia de que ser aceptada no significaba que los demás tenían que tomar las decisiones, sino que a ella también le tocaba tomarlas, ser creativa y proponer ideas diferentes.

      Así entendió que no siempre le iba a agradar a todos. Tan solo se trataba de cambiar la perspectiva y creer en ella misma sin necesidad de copiar


Скачать книгу