El hombre que fue jueves. G. K. Chesterton

El hombre que fue jueves - G. K. Chesterton


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En primer lugar, tiene como base un interesante argumento policiaco. Probablemente hecho a las exigencias del género mediante su lectura de obras, Chesterton idea un sencillo pero eficaz acertijo que la historia va desentrañando poco a poco, hasta llegar al final sorpresivo, acaso fácil de suponer para algunos lectores perspicaces. La trama no incluye como interés principal asesinato ninguno. Antes bien, pudiéramos clasificarla como perteneciente al subgénero de espías. En tal sentido, es rica en incidentes que dan movimiento a las acciones, acciones propiciadas por el descubrimiento gradual de la intriga que sirve de núcleo al argumento. Tampoco es de afirmar que el héroe sea el investigador policiaco usual en estos menesteres. Si ya el padre Brown es un detective aficionado muy sui generis, bastante singular es Gabriel Syme en tanto que miembro de Scotland Yard, la afamada policía inglesa. Porque Syme es ante todo poeta, actividad que en mucho parece oponerse de la policía. Sin embargo, la mezcla de ambas tiene su razón de ser en el tramado ideológico de la obra.

      Pero dejamos a la curiosidad del lector el averiguar por qué Syme acepta el cargo de detective. A la curiosidad del lector dejamos el investigar el por qué ese mismo personaje termina enredado en un caso bastante singular e inesperado. Si la novela policiaca de las últimas décadas ocurre preferentemente en las grandes ciudades y en ámbitos fáciles de reconocer por el lector, la de Chesterton es de principio urbana, pero lentamente se va apartando de tales espacios y penetra en otros menos frecuentados por el género policiaco, de manera que si en alguno de los capítulos nos paseamos por el campo, hacia el final del libro la escenografía es ya declaradamente estrambótica y pertenece de lleno al mundo de la fantasía. Chesterton gradúa con mucho acierto la transición de lo cotidiano a lo inusitado, volviendo muy convincente el proceso. Es de agregar que la trama cierra con una explicación de por qué se dieron los hechos, situación propia del género.

      En segunda instancia, nada impide clasificar a El hombre que fue jueves como una novela de aventuras. Es decir, de movimiento o si se prefiere de acción. Hay en ella elementos suficientes para sostener lo afirmado. En primer lugar, está la propuesta del ya mencionado acertijo, que si por un lado nos lleva a lo policiaco, como fue explicado, del otro nos introduce una serie de persecuciones —a pie inicialmente, a caballo más tarde, en auto poco después e incluso con la presencia de un globo aerostático— que pertenece al género de la aventura. Los personajes, por otro lado, participan en los incidentes mediante un accionar físico, rasgo perteneciente al género. La novela en ningún momento pierde ritmo, con lo cual se atiene a otras de las convenciones exigibles a las obras de este tipo. Hay momentos críticos, propiciadores de suspenso, como el enfrentamiento de la policía con los habitantes de un pueblo. Un tercer rasgo definitorio: estamos ante una novela francamente humorística, cuya base de sustentación es por un lado la ironía y, del otro, la exageración cómica. La ironía central pertenece al núcleo temático del libro: quienes resultan ser los miembros de una asociación anarquista, empeñada en modificar el mundo. Pero la serie de revelaciones que dan su ritmo al argumento pertenecen asimismo al universo irónico que comentamos, como a él pertenecen los disfraces iniciales de quienes componen el club anarquista y los disfraces finales que se ven obligados a vestir. La trama va dando una serie de sorpresas al lector, que termina por limitarse a recibirlas dado el deleite que le significan. A la vez, en la serie de diálogos que los personajes sostienen se infiltra constantemente paradojas que, afirmamos ya, son una de las formas adoptadas por la ironía. Comprobémoslo mediante un ejemplo, Syme contesta a quien lo invita a ser parte de la policía: “Su oferta es demasiado idiota como para declinarla.”

      Toda literatura humorística valiosa es, en el fondo de su naturaleza, de una seriedad enorme. En otras palabras, disfraza de levedad el manejo de temas graves, Así con la novela de Chesterton que, recuérdese, clasificamos domo de ideas. En un artículo publicado el año 1936 en el periódico Illustrated London News, justo el día anterior a su muerte, Chesterton se quejaba de la interpretación dada a su novela, insistiendo a continuación en que no se perdiera de vista el subtítulo de la misma: Una pesadilla. En su sentido lato, la que tiene Syme y de la cual parece despertar en las páginas últimas, cuando descubre a la hermana de Gregory cortando lilas, escena que se abre a una posible relación amorosa. De creerse a Chesterton, todas las complicaciones descritas pertenecen al mundo de los sueños y meramente reflejan los temores ante una política de violencia como se supone que es la anarquista. Un temor al caos.

      Pero a lo largo del tiempo la crítica ha encontrado en la novela de Chesterton otra vía de interpretación, que sin duda toca a las preocupaciones centrales del escritor. Expresado en breve, se la ha considerado una alegoría religiosa que bajo el manto de su aparente levedad pondera cuestiones sustanciosas. Atendamos a esa posibilidad. Tenemos de entrada al jefe de los anarquistas, Domingo. Aparte de lo simbólico del nombre (tanto en inglés como en español) está la descripción de qué se hace: un hombre gigantesco, cuyo físico representa la fortaleza espiritual del personaje. Este hombre manda sobre los seis que constituyen su cofradía. Pudiéramos referirnos a un mesías y a sus apóstoles, con la ironía de que estos se rehúsan a diseminar el evangelio. Hablando con Syme, Ratcliffe asegura-, “pocos somos, muchacho, el universo de Domingo”, haciéndolo con ello la figura dominante.

      Por otro lado, en el punto preciso descubrimos que Domingo es la persona oculta en el cuarto oscuro de la policía. Así representa por un lado dicha oscuridad (igual de paradójicamente, el orden por imponer), atributos de un dios que todo lo abarca; por lo mismo, cabe tomarlo como creador del orden mencionado y a la vez representante del caos y unir todo esto a las menciones que del Génesis se hacen en la novela. ¿Es de olvidar la imagen simbólica de Domingo en el globo aerostático? Se la puede leer como la ascensión de una figura divina, cuya descripción final es la siguiente: “Vestía con sencillez, de un blanco puro y terrible; su cabello era como una llama plateada sobre su frente.” ¿No tenemos aquí a la divinidad en todo su esplendor y poderío? Agreguemos otra cita; “Soy el Sabbath... soy la paz de Dios” responde Domingo a una pregunta del secretario. ¿Se deducirá de esto que representa a la divinidad sin serla? Atrae mucho la idea de verlo como un mesías. Haga cada lector su interpretación de los hechos.

      Para mayor abundancia de datos, tenemos los disfraces que identificarán a los miembros de la cofradía, disfraces que cumplen la paradoja de revelar el significado real de cada personaje. A Syme le corresponde un traje en el cual destacan el sol y la luna; según le hace ver el mayordomo, en el Génesis la Biblia aporta la explicación: el cuarto día de la semana corresponde a la creación del sol y de la luna. El lector acucioso encontrará el resto de las asociaciones, Está claro que el grupo de anarquistas representa en buena medida el proceso de creación del mundo, que de una situación inicial de caos procede a un establecimiento del orden. Pensemos que Domingo aconseja lo siguiente: “Bull, eres hombre de ciencia. Escarba en las raíces de esos árboles y descúbreles su verdad. Syme, tú eres poeta...” ¿No tenemos aquí, resumidas las dos grandes avenidas de conocimiento? ¿Y la mención de árboles no nos lleva, inevitablemente, a pensar en los del Bien y del Mal y del Conocimiento mencionado en el Génesis?

      En todo esto Gregory es un personaje de importancia que, sumemos otra paradoja, se encuentra ausente la mayor parte de la novela Le habría correspondido ser el día jueves, pero la intervención de Syme lo impide. Se lo expulsa del grupo y no aparece sino hacia el final de lo relatado, Gregory es un anarquista de corazón, fiel a los principios de su credo. ¿Por qué habría el narrador de concederle pelo rojo sino con intenciones simbólicas, ya que en épocas históricas anteriores solía asociarse ese color de pelo con el Diablo?

      El hombre que fue jueves cumple entonces una paradoja más; la aparente sencillez de la trama oculta un tejido denso en significados. la complejidad del libro no impide el que se hagan de él por lo menos dos lecturas. Una primera que se limitaría al seguimiento de la trama. Siendo ésta muy divertida en razón de los incidentes que relata, satisfará las expectativas de prácticamente cualquier lector. Una segunda que, sin olvidar el sucederse de los acontecimientos, a la vez desentrañe su significado. Que se llegue a esta segunda ha sido una de las instituciones de este prólogo.

      Capítulo primero · Dos poetas se encuentran

      El


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