Aventuras y desventuras de un viejo soldado II. Juan Saavedra Rojas

Aventuras y desventuras de un viejo soldado II - Juan Saavedra Rojas


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aún sin superar del capitán Alberto Larraguibel Morales como jinete del caballo Huaso; y, como la vida continúa en las nuevas generaciones, el viejo soldado juega con su nieto con soldaditos de plástico.

      Sin embargo, la diversión también tiene cabida en los recuerdos de este viejo soldado. «El zorro con bototos» era una ramada que se hacía en Calama durante la celebración de las fiestas patrias y donde, según cuenta Saavedra Rojas, se pasaba muy bien; pero, para el resto del año están (estaban) los boliches y burdeles, además de los viernes de casino en el regimiento. Entre varias alternativas, se presenta «El Quijote», un lugar con música, cervezas y prostitutas. Y, en Santiago, «El mistral», «El bamby y «Los 4 gatos»; donde dicen que «todo el sueldo y mucho más se gastaba en San Diego, desde avenida Matta hasta la Alameda».

      «Aventuras y desventuras de un viejo soldado II» de Juan Sergio Saavedra Rojas nos permite conocer el estilo de vida de los militares, el que nace con el juramento a la bandera y termina con la muerte misma.

       Patricia González Sáez Periodista-Profesora de Lenguaje-Escritora-Editora

Aventuras y desventuras de un viejo soldado II

       CARPE DIEM

      «Carpe Diem, quam minimun crédula postero» (aprovecha el día, no confíes en el mañana). Las tropas romanas todos los días, en la formación a las seis de la mañana, saludaban con el grito «CARPE DIEM». En el año 8 a. de C., murió el poeta romano Quinto Horacio Flaco, simplemente Horacio, según los entendidos el más grande poeta lírico, autor de la señalada frase. La exclamación se hace famosa en la película «La sociedad de los poetas muertos», a raíz de un poema de Walt Whitman.

       Aprovecha el día

      No dejes que termine sin haber crecido un poco,

       sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.

       No te dejes vencer por el desaliento.

       No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte,

       que es casi un deber.

       No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario...

       No dejes de creer que las palabras y la poesía,

       sí pueden cambiar al mundo; porque,

       pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.

       Somos seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis.

       Nos derriba, nos lastima,

       nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

       Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa.

       Y tú puedes aportar una estrofa...

       No dejes nunca de soñar,

       porque solo en sueños puede ser libre el hombre.

       No caigas en el peor de los errores: el silencio.

       La mayoría vive en un silencio espantoso.

       No te resignes, huye...

       «Yo emito mi alarido por los tejados de este mundo», dice el poeta;

       valora la belleza de las cosas simples,

       se puede hacer poesía sobre las pequeñas cosas.

       No traiciones tus creencias, todos merecemos ser aceptados.

       No podemos remar en contra de nosotros mismos,

       eso transforma la vida en un infierno.

       Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.

       Vívela intensamente, sin mediocridades.

       Piensa que en ti está el futuro,

       y asume la tarea con orgullo y sin miedo.

       Aprende de quienes pueden enseñarte.

       Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros

       «Poetas muertos», te ayudarán a caminar por la vida.

       La sociedad de hoy somos nosotros, los «Poetas vivos».

       No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas...

       Al soldado retirado

      recibido por WhatsApp

      Estírese, soldado, y enderece su cuerpo,

       que ahí viene hacia nosotros, un «Militar retirado»

       en su ropa de civil engalanado, que ahora viste con

       desgano, no puede captarse lo que lleva guardado.

       Qué emociones sentirá al llegar a nuestro lado,

       él, que vistió nuestro uniforme casi treinta años,

       ¿qué recuerdos tendrá de este cuartel legendario

       que acuñó en sus mocedades, de bisoño soldado?

       Con las mismas ilusiones que nunca pasan de largo,

       ¡Junta los talones, soldado! Que estos militares de antaño

       descubren cualquier falla al dar la primera mirada.

       ¡Corrígete, soldado, y adopta la posición!

       Para que el «Militar retirado» no te vea mal parado.

       ¡Mira sus ojos! Se empañan cuando pasa saludando

       al izarse la bandera al son de nuestro Himno Patrio,

       hace todo lo posible por mantenerse aplomado.

       Y mostrar lo orgulloso que se siente, porque esta fe militar

       ¡es una sola, soldado! Empieza en la niñez y acaba

       en el camposanto, poca cosa se consigue con vestirse de

       paisano, si adentro la procesión sigue firme desfilando.

       ¡Saquen pecho, soldados, como nunca lo han sacado!

       Muestren bien su gallardía, como jamás la han mostrado

       que allí viene, a la derecha, con su ropa de paisano,

       un hombre que es un recuerdo de nuestras glorias de antaño.

       Que prestigió al Regimiento donde sirvió por muchos años,

       un hombre que luce un título, que deberíamos llevar grabado,

       en el alma, con acento venerado, y que solo en sus palabras

       dice; resumen sagrado, de la entrega de una vida, como fiel

       apostolado.

       Sin buscar otras conquistas que el honor de ser soldado

       ¡Atención, Regimiento, que ahí llega, a nuestro lado,

       un crisol de nuestra patria, «un militar retirado»!

       «Gracias, gracias, por sus servicios y entrega a la Patria».

       Aneurisma fatal

      En la guarnición militar, estaba todo preparado para celebrar un aniversario más de la batalla de La Concepción, en recuerdo de los 77 jóvenes soldados que combatieron hasta la muerte en la guerra del Pacífico, entre el 9 y 10 de julio de 1882.

      Los nuevos soldados conscriptos juran fidelidad y lealtad a la bandera y a su patria, se aprenden de memoria el juramento para tan significativa ocasión inolvidable en sus vidas:

      Yo, [grado y nombre del juramentado] juro

       por Dios y por esta bandera

       servir fielmente a mi patria,

       ya sea en mar, en tierra o en cualquier lugar,

      


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