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DOI: https://doi.org/10.17230/9789587206777ch3
Erico Rentería Pérez, Adriano de Lemos Alves Peixoto y Antonio Virgilio Bittencourt Bastos
Universidad del Valle (Colombia), Universidad Federal de Bahía (Brasil)
Introducción
Los desafíos que cercan el ejercicio profesional de la psicología son múltiples, diversificados y complejos, y en especial aquellos para los psicólogos que se dedican a comprender y lidiar con la dimensión de la vida social relacionada con el trabajo y su realización en contextos organizacionales. Uno de los elementos característicos del campo de la psicología organizacional y del trabajo (POT) es su doble estatuto de ciencia (producción de conocimiento) y de profesión (actuación o ejercicio profesional), rasgo que comparte con muchas otras subáreas de la psicología.
Un campo profesional emerge y se consolida a partir de procesos que articulan, por un lado, un segmento orientado hacia la producción de conocimiento y la generación de tecnologías, y por otro, un segmento orientado hacia la comprensión del conjunto de demandas concretas que emergen de contextos sociales específicos que se traducen en problemas que deben ser superados con el uso del conocimiento científico acumulado en la POT. Esos dos segmentos –el de la producción de conocimiento y el de su uso o aplicación por profesionales formados especialmente para tal fin– experimentan tensiones internas que se traducen muchas veces en tensiones entre ambos, que afectan la potencialidad de las contribuciones esperadas por la sociedad, las organizaciones de trabajo y las personas.
Adicionalmente, la diversidad de marcos conceptuales y epistemológicos que caracterizan el desarrollo de la psicología no son ajenos al campo de la POT, y dan cuenta de un panorama complejo de escuelas, teorías y sistemas. Cada uno de los referentes de autores, profesores, investigadores y profesionales en ejercicio contiene una serie de repertorios que si por un lado pueden facilitar un abanico amplio de opciones, por otro lado pueden dificultar o incluso estimular escogencias no críticas o combinaciones que no observan el rigor intelectual necesario para la producción de conocimiento y la intervención que los problemas del mundo del trabajo requieren.
En el ámbito profesional se verifica, en alguna medida, un “aislamiento”, como si se tratara de una práctica que se construye desconectada del saber científico, o conectada a un saber técnico o científico menos riguroso, en el que las transformaciones parecen tener que ver con el control de las empresas de consultoría o de profesionales liberales, que muchas veces actúan más en función de modas que de evidencias empíricas; o inclusive, al tenor de las presiones que emergen sobre los resultados inmediatos en las organizaciones. Tal “desconexión” con el campo científico justifica un menú de actuación libre, con formación metodológica frágil, baja capacidad diagnóstica, más allá de un nivel técnico, y poca comprensión de la dinámica política y del poder en los contextos de trabajo.
En el ámbito de la academia se verifica, muchas veces, una producción de conocimiento fragmentada, pulverizada, sin grandes referentes teóricos interpretativos, en la que abundan microteorías, la sobreposición y la confusión conceptuales, herramientas de actuación, pero hay poca reflexión sobre su validez contextual, más allá de una cientificidad limitada. Es decir, la producción del conocimiento frecuentemente se desconecta de su relevancia práctica.
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