Lunes por la tarde... 5. José Kentenich

Lunes por la tarde... 5 - José Kentenich


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espiritual dice: «Hay momentos en que mi alma me parece como el interior de un barco embestido con violencia por las olas del mar. Todo está en él en desorden, excepto aquellas cosas que han sido bien colgadas y que, por eso, permanecen siempre en posición perfectamente vertical tanto respecto del nivel del agua como de la bóveda celeste. Así sucede en mi pobre alma. Todas las cosas que hay en ella son arrojadas unas sobre otras, lo de abajo queda arriba, menos la línea vertical de la voluntad, que está arraigada en Dios». Cita según Anton Koch, Homiletisches Quellenwerk, t. 4, Friburgo de Brisgovia 1939, n.o 828, 7, 2.

      27 María Cristina de Saboya, 1812-1836, reina de Sicilia. Véase Anton Koch, Homiletisches Quellenbuch, t. 4, Friburgo de Brisgovia 1939, n.o 861, 7, 1.

      28 Santa Teresa del Niño Jesús, de Lisieux, 1873-1896, «A la cañita no le importa en absoluto doblarse, no tiene miedo de romperse, pues ha sido plantada al borde de las aguas; en vez de quedarse allí en el suelo, cuando se dobla, sólo encuentra una onda bienhechora que la fortalece y le hace desear que una nueva tormenta vuelva a desatarse sobre su frágil cabeza. Toda su confianza reside en su debilidad, y no puede quebrarse porque, le ocurra lo que le ocurra, sólo quiere ver en ello la mano de Jesús...

      A veces, a la caña, una débil ráfaga de viento puede resultarle más insoportable que las grandes tormentas; y entonces va a remojarse en su arroyo querido. Pero tampoco esas débiles ráfagas de viento consiguen que se doble demasiado hacia la tierra, son los alfilerazos...». Cita según Teresa de Lisieuz (Santa Teresita del Niño Jesús), Obras completas, Editorial Monte Carmelo: Burgos 32003, 378. carmelita, doctora de la Iglesia.

      29 Clodoveo I, desde el año 482 rey de los francos, se casó en 492/494 con Clotilde, hija del rey Chilperico II de Burgundia. Presumiblemente, Clotilde tuvo gran participación en la conversión de Clodoveo a la fe católica.

      Sinopsis

      Vivir en serio el poder en blanco

      Repetición

      El schoenstattiano apocalíptico supera el tiempo apocalíptico según las normas del Apocalipsis.

      El Apocalipsis es un libro oscuro, un libro de luz, un libro de terror y un libro de consuelo.

      Es un libro de terror pues nos presenta acontecimientos terribles y nos plantea exigencias elevadas.

      El Apocalipsis exige de nosotros la preparación al martirio, la disposición al martirio, el anhelo del martirio y la superación del miedo.

      Prosecución del tema

      El espíritu de mártires exige de nosotros vivir en serio el espíritu del poder en blanco y de la inscriptio.

      Como laicos casados tenemos que vivir heroicamente a nuestra manera, los religiosos tienen que hacerlo a la suya.

      Heroísmo significa para nosotros, los laicos, vivir en serio el poder en blanco.

      La alianza de amor a la altura del poder en blanco significa perfecta disponibilidad mutua.

      Sellamos la alianza de amor con la Santísima Virgen y, en última instancia, con Dios.

      Poder en blanco significa, visto desde nosotros, perfecta disponibilidad para el Padre; y, visto desde el Padre, perfecta disponibilidad para el hijo.

      Sellamos la alianza de amor también con la Santísima Virgen, porque Dios desea que ella nos eduque a la perfecta disponibilidad para el Padre:

      El Padre y la Madre pueden disponer sobre nosotros, pero se han puesto también a disposición nuestra.

      En el santuario la Santísima Virgen quiere regalarnos esa doble disponibilidad.

      De modo que el espíritu de mártires exige de nosotros el espíritu del poder en blanco.

      Pregunta: ¿qué tenemos que hacer si queremos vivirlo en serio?

      Primero: escuchar

      Queremos estar a la escucha de lo que Dios quiere de nosotros.

      En todas las situaciones rige la consigna Patris atque Matris sum.

      La humanidad actual está nerviosa.

      Recibimos un sinnúmero de impresiones que no podemos procesar.

      Por eso es bueno renunciar conscientemente a ciertas impresiones.

      Dios quiere quitarnos la «seguridad de la caja» y regalarnos la «seguridad del péndulo»

      Él cuida de que suframos inseguridades terrenas a fin de que demos el salto hacia la seguridad divina.

      La parábola del hijo pródigo ilustra las leyes de la seguridad y de la inseguridad.

       Primera ley: junto a la seguridad hay mucha inseguridad.

       Segunda ley: en toda seguridad se esconde mucha inseguridad.

       Tercera ley: el sentido de la inseguridad terrena

      es la perfecta seguridad en Dios.

      Segundo: obedecer

      Si hemos reconocido la voluntad del Padre decimos: sí, Padre, sí, que se haga siempre tu voluntad.

      Nuestra piedad tiene formas diferentes de las de los religiosos, pero también hay semejanzas.

      La piedad original de los religiosos se determina por la pobreza, la castidad y la obediencia.

      Lo mismo exige Dios también de nosotros:

       Pobreza: Dios cuida de nuestra independencia interior de los bienes terrenos.

       Castidad: también nosotros tenemos que vivir el sentido de la castidad; Dios conduce.

       nuestro amor conyugal a través de las decepciones hacia el amor a Dios.

       Obediencia: también los matrimonios tenemos que practicar la obediencia.

      La fuerza para una vida semejante nos la regala la Santísima Virgen desde el santuario.

      El espíritu del poder en blanco halla una expresión en la oración: «Recibe, Señor…»

      Para que podamos vivir el poder en blanco a pesar de la carga del pecado original, tenemos que extender las manos hacia la inscriptio.

      Queremos superar la predisposición negativa frente al sufrimiento y pedirlo conscientemente.

      Esto exige el contacto constante con Dios a través de un «horario espiritual»

      Pienso que primeramente tendríamos que establecer de nuevo el gran contexto. Se trata, pues, una vez más, del schoenstattiano apocalíptico. Poco a poco podemos repetir ya la definición en sueños: es un schoenstattiano que supera un tiempo apocalíptico según las normas del Apocalipsis, en el espíritu del Apocalipsis. Por eso hemos hablado hasta ahora del Apocalipsis como la norma apocalíptica. Ustedes saben todo lo que juntos hemos tratado acerca de esta norma. Dijimos que el Apocalipsis es, primero, un libro oscuro; segundo, un libro de luz; tercero, un libro de terror, y cuarto, un libro de consuelo.

      Estamos todavía en el tercer punto: el Apocalipsis es un libro de terror. Hemos resaltado dos pensamientos. Primero: en él se relatan acontecimientos terribles y aterradores. Segundo —lo que es aún más importante para nosotros—: se plantean exigencias terriblemente elevadas. ¿Qué se exige, en última instancia? Nosotros hemos resumido todo lo que puede decirse al respecto en una palabra: espíritu de mártires. ¿Qué quiere decir eso?

      Hemos descompuesto los pensamientos en distintas partes. El Apocalipsis exige de nosotros primeramente que nos mantengamos preparados al martirio. Quien conoce el tiempo actual percibe que eso no está visto y dicho de forma ajena a la realidad. Se percibe


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