El puzle de la historia. José Escalante Jiménez

El puzle de la historia - José Escalante Jiménez


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      Portadilla expediente de organización del Archivo, 1894.

      El archivo de los Marqueses de Fuente de la Piedra

      El Fondo de Archivos Familiares está formado en la actualidad con los archivos Juan Fernández Burgos y el archivo Rojas Álvarez, este último con unas muy importantes series y documentos del siglo XVII, concretamente la fecha tope del documento más antiguo es 1651. A estos dos interesantes archivos, nuestra ciudad tiene la suerte de poder agregar una tercera colección: el Archivo de los Marqueses de Fuente Piedra.

      Su documentación abarca desde el siglo XVII hasta principios del pasado siglo XX. Se trata de una importante contribución a los Fondos de nuestro Archivo Histórico, ya que sin duda aportará al investigador un significativo campo de trabajo, dada la vinculación que desde el siglo XV tienen los personajes relacionados con este título.

      Hagamos un poco de Historia. El título de Marqués de Fuente de la Piedra, es un título de Castilla, relativamente moderno en el tiempo, ya que fue concedido por Fernando VII, en 1817, concretamente el 4 de junio, a don Diego Vicente Casasola Benjumea y Paniagua, para él, sus hijos y sucesores perpetuamente, en atención a los grandes servicios prestados a la corona. Don Diego Vicente de Casasola fue regidor de Antequera desde 1791, era quinto nieto de Diego González Casasola, descendiente de don Juan Vázquez de Casasola. Este último personaje acompañó al Infante don Fernando en la toma de Antequera. Bajo su responsabilidad se realizó una importante misión: la traída desde Sevilla de las bastidas para el asalto de la ciudad. A él se le atribuye la negociación con los regidos sevillanos, para derribar parte de las murallas de la ciudad hispalense y así poder sacar estos ingenios de los talleres, dado que su tamaño impedía su salida por las puertas de la ciudad. Juan Vázquez de Casasola consiguió lo que el tiempo y las guerras no lograron: abrir una brecha en las defensas de Sevilla.

      El segundo marqués de Fuente Piedra fue don Francisco de Paula Casasola Cuellar, hijo primogénito de don Diego Vicente de Casasola Benjumea y de su esposa doña Dionisia de Cuellar Veladiez. El III fue don José María Casasola Cuellar, hijo también de don Diego, ya que su hermano falleció sin descendencia.

      El IV marqués de Fuente de la Piedra fue don Diego Vicente Casasola Stoppani, el V fue doña Dolores Casasola García Camba, la VI su hermana doña Gertrudis Casasola García Camba, la VII doña Rosario Luque Casasola, y el VIII don Ramón Checa Luque.

      Los antepasados del primer marqués, independientemente del caballeresco Juan Vázquez de Casasola, participaron activamente en la vida de la ciudad, siendo numerosos los que ostentaron el cargo de regidor, manteniendo una importante actividad y participación en la vida pública local. A esto hay que sumarle sus actividades económicas y sus relaciones con la salina de Fuente Piedra, sin olvidarnos de las constantes participaciones de los Casasola en hechos bélicos y la estrecha vinculación de algunos de sus miembros con el ejército.

      Por ello, la información que puede aportar, para la historia de nuestra ciudad, la documentación adquirida es de una gran importancia.

      Los archivos familiares están generados por las actividades de las personas, de los componentes de una familia a lo largo de su vida, generación tras generación. Debemos entender la palabra familia en este contexto en su acepción más amplia, la de conjunto de todas las personas unidas por parentesco de sangre o políticos, tanto vivos como muertos.

      El origen y fin primordial en principio de cualquier archivo que podemos clasificar de familiar no es otro que la gestión y administración de unos bienes, es decir, tienen un marcado e indiscutible tinte utilitario y económico, que determinará su futura clasificación, cuando procedamos a ordenarlo. Pero, al mismo tiempo, la documentación de este tipo de archivos históricos es de un alto valor cultural, pues contiene testimonios e información que permiten reconstruir la historia de un linaje y descubrir o confirmar y dar a conocer su “lustre” y prestigio, al rememorar el poder y la autoridad que en otros tiempos disfrutó o que en la actualidad disfrutan.

      Podemos encontrar una muy variada tipología documental, prácticamente de todo, desde Reales Provisiones o Reales Cédulas, hasta testamentos, particiones, escrituras de dote, contratos de compra-venta, libros contables, recibos, cartas, la correspondencia, que suele ser una serie documental muy abundante, privilegios, etc. El soporte también puede ser muy variado. No solo el papel está presente. Sin duda, los documentos más interesantes, por su vistosidad además de por su contenido, son los redactados en pergamino. La piel se reserva para asentar hechos extraordinarios, y generalmente van acompañados de unas interesantes decoraciones miniadas. Un sinfín de documentos atesorados durante generaciones que nos explican la aportación de una determinada familia en una sociedad.

      No podemos olvidar que, además, en estos fondos suelen estar presentes importantes colecciones de impresos e incluso los más cuidados conservan documentos gráficos, que aportan sin duda su parte de información directa.

      En España, uno de los primeros archivos familiares que pasaron a una institución pública fue el de la casa Ducal de Osuna, en 1927, que pasó al Archivo Histórico Nacional.

      En nuestro caso, son ya tres los archivos con los que cuenta nuestra institución local, que sin duda confiamos que en un futuro breve se vea incrementado con nuevas aportaciones, al conservarse interesantes e importantes fondos relacionados con las más nobles familias antequeranas, que tienen su hueco en el Archivo Histórico Municipal.

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      Escudo de armas de los Cárdenas. Siglo XVIII.

      Primer documento de la ciudad

      El Archivo Histórico Municipal de Antequera custodia documentación de las más variadas instituciones y épocas, que son el soporte fundamental para el conocimiento de nuestra historia local. Como es sabido, conquistada la ciudad en septiembre de 1410, durante años fue lo que se denomina una villa de frontera, es decir, un enclave militarizado y en constante alerta. En el caso de Antequera, además, era una posición estratégica clave para los planes expansionistas de la corona castellana.

      No obstante, la villa amurallada tras la conquista comienza un proceso de normalización ciudadana dentro de sus especiales circunstancias. Existen repartimientos de tierras a sus nuevos habitantes y se establece una incipiente organización administrativa, prueba de ello es el primer documento que se ha conservado de este periodo, el más antiguo cronológicamente existente en nuestro Archivo.

      Se trata, en términos diplomáticos, de una carta real de merced, fechada el 15 de junio de 1411, en la ciudad de Valladolid, con la firma autógrafa de los regentes, el Infante don Fernando y la madre de Juan II, doña Catalina de Lancaster. Su texto es el siguiente:


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