5 años. Manuel Montaner

5 años - Manuel Montaner


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que la gente no entiende es que ahí encerrado el tiempo pasa más lento, alguna vez han estado en un lugar en el cual no quieren estar y ves pasar los segundos en el reloj tratando de que vaya más rápido, bueno imagínense eso todos los días, un efecto de eso es que no sabes qué hacer en todo el día y cuando se acaban los juegos y las conversaciones, bueno pasan cosas como lo de la Carolina. Nuestra sección era mixta pero el resto de secciones eran de un solo sexo, sólo hombres o sólo mujeres.

      La Carolina al día siguiente les diría a todos que estábamos pololeando86, ella estaba feliz y entusiasmada, y yo preguntándome en qué minuto le pedí pololeo87, no lo recordaba en ese momento y no lo recuerdo ahora. Pero cuando ella le contó a los demás y me preguntaron si era cierto yo solo asentí con la cabeza y la besé. En esa ocasión vi más caras tristes o decepcionadas que alegres. No debí asentir, no era honesto conmigo y estaba desesperado y solo, con el corazón roto y creí que ella me sacaría del problema en el que me había metido, creí que ella sería esa compañera que me apoyaría en las malas.

      A algunos hombres no les gusta la idea de meterse con alguien que ha estado con muchos hombres antes, a mí la verdad eso no me importó, como dije la vi besarse con casi todos los hombres que estaban ahí. Tampoco me quería aprovechar de ella, no quiero que se mal entienda.

      Ella era cálida conmigo, era linda y además parecía quererme, si bien estando allí no era feliz, la verdad, es que el cariño de la Carolina ayudó a atenuar las molestias. Era bastante extrovertida también, la verdad es que eso me gustaba, quería alguien más desinhibida que las anteriores, pero sabía que estaba jugando con fuego, y ella era tan hermosa y peligrosa como el fuego, me envolvía su calor, me hacía sentir cálido y a la vez seguro, todos los problemas desaparecían y sentía que estaba en otro lugar, uno mejor, donde nada importaba, como un veranito de san Juan88, donde el sol ilumina y entibia los oscuros días del inclemente invierno, uno de los dos resultaría quemado al final.

      Como se imaginaran lamentablemente esta era mi primera polola89, ya que si bien tuve varios triunfos con las mujeres, nunca me puse a pololear90, incluso una vez fui patas negras91, la verdad es que nunca me había molestado esa situación, dado que hasta llegar a Arica nunca me faltó cariño.

      El primer día fue el mejor, mucho cariño abrazos y por supuesto besos, pero a muchos no les gustaba la idea incluyendo a mi padre, quien desde el día que se enteró me dijo que terminara, yo no le conté, pero se enteró igual.

      Al segundo día una de las auxiliares que estaba embarazada me preguntó:

      —¿Por qué estás con ella?—. Y le expliqué:

      —La verdad es que estuve demasiado tiempo solo.— Me miró incrédula y pensó en voz alta:

      —¿Pero tan necesitado?

      Una vez que dijo eso me miró sorprendida y se fue algo asustada, creo que dijo algo que no debía, pero ¿era verdad o no? Pienso a veces que sí y en otras que no, después que una mujer a la cual de verdad quieres y conoces te destroza por culpa de tu billetera es difícil recuperarte. Mi padre me dice que en la guerra cualquier hoyo es trinchera, y estando mal anímicamente no es malo que una mujer, sea cual sea su estado, te saca de esa situación, está bien.

      Una de nuestras compañeras en el hospital, una joven morena me dijo —:No le hagas daño, te lo advierto—. Si bien nunca le caí bien, no esperaba ese tipo de hostilidad, digo no me aproveché de ella, de repente ella estaba interesada en mí y yo, al igual que ella solo quería salir de ahí, quería ayudarla como ella me ayudaba a mí. Mis intenciones eran mejores que las de los otros que simplemente la usaron. Sin importar eso, las palabras y comentarios mal intencionados continuaron.

      La verdad es que el tiempo pasaba más rápido abrazado a ella y era genial sentir su calor, ya era el tercer día y en la mañana uno de los TENS más viejos me advierte que me aleje de ella, porque ella es menor de edad. Nunca me atreví a preguntarle la edad, pero esa amenaza si me espantó. Lo único que podía hacer era preguntarle la verdad, cuando lo hice me dijo que no, a lo que agregó —:Ni siquiera mi edad te gusta—. No entendí de dónde vino eso.

      Al parecer se le metió en la cabeza (o le metieron en la cabeza) que yo no la quería, pero de todas formas volvía a mí, a veces era insoportable, sobre todo cuando tenía hambre o recién despertaba, pero todos somos así. Un día después de varios besos le dije:

      —Voy al baño y vuelvo.

      —Ya, yo voy a la pieza de mujeres—. Me respondió.

      Yo simplemente me fui, ella me siguió detrás. Quería. No… lo deseaba, que se metiera al baño conmigo, entró y en eso me volteo y ella salta encima de mí y me besa apasionadamente, nos metimos en el baño de discapacitados y ahí comenzamos a hacerlo. No voy a dar detalles de lo ocurrido, solo diré que pasó poco tiempo antes que nos descubriera mi amigo, y yo le dijera a la Carolina que había que parar. Salimos y no hubo consecuencias y nadie de los TENS o los doctores se enteraron de lo ocurrido.

      Al día siguiente yo estaba en la fila del desayuno y ella venía de las últimas en levantarse, como ya dije la medicación provocaba somnolencia y afectaba la memoria, ella tomaba una dosis más fuerte que la mía, así que ella pasaba más tiempo durmiendo o somnolienta. En esa mañana en particular ella llegaría a la fila y cuando la iba a abrazar con una voz dura y poco amistosa me dice —Buenos días mi amor—. Me miraría con cara de ultratumba y dirigiría la mirada a otra parte, yo simplemente asombrado me alejé lentamente. Después del desayuno se recostaría en el sillón sobre mí.

      Pasaban los días y ya no eran tan aburridos, ya no saludaba a su modo a los nuevos y la actitud de varios ya había mejorado, el rubio me preguntaría un día mientras abrazaba a la Carolina —¿Estai playa92 hermano?—. A lo que yo respondería —Sí, compadre—. Estaba mucho mejor anímicamente, me sentía bien, a veces poníamos la radio y empezábamos a bailar, yo bailaba con ella y todo estaba bien, lo único malo es que ya no me alcanzaban los cigarros, tenía que compartirlos con ella. Por otro lado, mi padre cada vez que llegaba a visitarme preguntaba si ya había terminado con ella, yo le respondía que no, entonces insistía que lo hiciera rápido. Todo eso en el ámbito amoroso claro está, luego más adelante entenderán en la segunda y tercera parte que nada es tan simple.

      La Carolina se haría muy amiga de uno de los jóvenes que estábamos ahí, el Víctor, un muchacho choro93, de esos que no te hacen nada si no te metes con ellos, un joven muy centrado, pero que la droga lo tenía por tercera vez ahí, amigo del Gaspar, ambos raperos. En fin este cabro94 sería como su hermano, yo nunca tuve celos de él, de hecho nos llevábamos súper bien.

      Un día las terapeutas ocupacionales llegaron a jugar con nosotros, un taller de dibujo al cual no quise participar dado que no se me da bien eso de dibujar, al final de la actividad llega la Carolina con un dibujo para mí. Jamás alguien antes había tenido ese detalle conmigo, fue un lindo gesto, encerrados en un hospital son pocos los gestos que se pueden hacer. Pero a pesar de los gestos y los buenos besos que daba (besaba increíblemente bien), yo ya me estaba hartando que todo el mundo quisiera que lo nuestro se acabara, de hecho, más ganas de estar con ella me daban, pero al mismo tiempo me estaba hartando que ella pensara que yo no la quería.

      Ya había perdido el sentido de los días, apenas si recordaba los días que llevaba ahí dentro, en eso llega un joven nuevo, el Diego, otro rapero para variar, este sería cantante, uno muy malo por lo demás, pero no había que desmotivarlo, él se haría muy amigo de una joven llamada Javiera, ella al tercer día de haber llegado me cuenta que la Carolina le trató de dar un beso al Diego.

      El Diego, si bien no lo consideraba guapo, si le iba bien con las mujeres, algo tenía supongo. Ya estaba cansado, cada día en el hospital era una eternidad y la verdad era mucha la presión de todos para que lo nuestro se acabara lo antes posible, después de ese intento de beso que al parecer no fue la Javiera la única que lo vio, yo ya no quería seguir con esto.

      Al día siguiente se me acercó la Carolina, y yo simplemente le dije


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