Génesis, vida y destrucción de la Unión Soviética. Jaime Canales Garrido

Génesis, vida y destrucción de la Unión Soviética - Jaime Canales Garrido


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      Algo semejante -quizás sin alcanzar la envergadura que el movimiento obrero había logrado en Europa- sucedió en el resto de los continentes.

      Precisamente, como consecuencia de la gran influencia del único partido comunista que había llegado al poder al frente del proletariado y campesinado -el Partido Comunista Bolchevique (PC (b)), que, por iniciativa del propio Lenin, en 1919, había fundado la III Internacional Comunista (KOMINTERN)- en Europa y nuestra América, la constitución de partidos comunistas y socialistas adquirió un auge sin precedentes.

      La abrumadora mayoría de los partidos comunistas europeos y latinoamericanos vio la luz después del año 1917 (de Alemania, en 1918; de España, en 1921; de Francia, en 1920; de Portugal, en 1921; de Argentina, en 1918, que contó con la activa participación de Luis Emilio Recabarren; el chileno, en 1912, como Partido Socialista Obrero, pasando a llamarse Comunista en 1921; del Brasil, en 1922; de Méjico, en 1919; de Colombia, en 1930; de Perú, en 1930; de Uruguay, en 1920; de Venezuela, en 1931).

      El surgimiento de esos partidos y su afiliación al KOMINTERN permitió que la clase obrera elevara significativamente su organización y, por consiguiente, el nivel de lucha por sus derechos, comenzando poco a poco a levantar las banderas del antiimperialismo, encontrando ello su máxima expresión en la guerra de liberación de Nicaragua, encabezada por César Augusto Sandino, contra la invasión norteamericana de ese país entre los años 1926 y 1932.

      Como corolario del despliegue de la lucha del movimiento obrero y comunista, los gobiernos de las dependientes burguesías criollas se vieron obligados -contra su voluntad y la de sus amos estadounidenses y europeos- a iniciar algunas reformas con cierto cariz democrático.

      Bajo el influjo de la actividad solidaria de la Unión Soviética con el movimiento obrero y comunista, en varios países de Europa y América, se constituyeron los “Frentes Populares”, embriones de alianzas políticas que jugarían un papel histórico en los procesos de democratización de sus sociedades. Algo semejante ocurrió en nuestra América.

      Pero los miembros de la vieja “santa cruzada” no podían seguir permitiendo que la humanidad marchase en el sentido correcto, esto es, en la dirección contraria a los intereses del capital, de modo que, nuevamente, se unieron para detener la rueda de la historia.

      Y, efectivamente, las mismas potencias que habían desencadenado, en los años 20, la intervención armada en la Rusia recién nacida de Octubre, ahora, lo hacían para, con las manos de la nacional-socialista Alemania, destruir lo que ellos no habían logrado dos decenios atrás. Entonces, se desvelaron por fomentar los ánimos y el poderío bélicos de Hitler y sus secuaces, para desencadenar la “guerra santa” contra la URSS. Pero, el Ejército Rojo y todo el pueblo soviético no fallaron y, una vez más, demostrando la viabilidad del sistema económico-social que habían abrazado, destruyeron el poderío militar del Tercer Reich y sus aliados, lanzando al cesto de la basura al nazismo y a sus partidarios y erigiendo a su país, definitivamente, en una auténtica potencia mundial.

      Esta vez, bajo el influjo de la gran Unión Soviética, acabó por derrumbarse, para siempre, el imperio colonial de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Holanda y Bélgica. Y muchos de los gobiernos burgueses se vieron obligados a adoptar el “modelo” de “Estado de bienestar social”, gracias al que los norteamericanos y europeos alcanzaron un notable nivel de vida, aun cuando, principalmente, a expensas de la explotación de las economías y pueblos de los países periféricos.

      La desaparición de la URSS supuso para la humanidad una pérdida irreparable, ya que aumentó notablemente la explotación de los trabajadores y la agresividad de los Estados Unidos, que, por fin, vieron cumplidos sus sueños de ser el gendarme indiscutido del mundo.

      Así pues, el mundo, después del año 1990, se tornó más inseguro, más injusto, más inhumano.

      Decenas de países han sido destruidos, provocando una mortandad sin precedentes en la historia de la humanidad.

      Sin embargo, no debe existir el convencimiento de que la destrucción de la Unión Soviética acabó con su significado, pues este está omnipresente en la palestra del día y continuará estando presente, porque, a pesar de algunos períodos de involución histórica, el mundo, la vida se mueve en un sentido ineluctable e irreversible.

      La Gran Revolución Socialista de Octubre abrió para la humanidad un horizonte de esperanzas que subsiste hoy en día.

      Los trabajadores continúan luchando por sus derechos, cada vez más cercenados sin la URSS, pero ¡la lucha continúa!, como acostumbraba a decir Samora Moisés Machel.

      En este momento crucial que vivimos, los pueblos de América Latina han levantado su voz por doquier y, contra la voluntad de la “santa alianza” -de las antinacionales burguesías locales y de la de sus amos, los imperialistas- y han desencadenado procesos políticos y sociales contrarios al sistema capitalista.

      24 Vide: V. I. Lenin. “Las tareas de la revolución” en Obras Escogidas en 12 tomos, Moscú, Editorial Progreso, tomo VI, p. 102 -105.

      25 Vide: Luis Emilio Recabarren: “La Rusia revolucionaria librando al mundo de la gue-rra”, Buenos Aires, 22/12/1917, en Luis Emilio Recabarren: Escritos de Prensa. Ximena Cruzat y Eduardo Devés, Santiago de Chile, 2015, p. 552.

      26 Vide: José V. Stalin: Obras Escogidas, “El carácter internacional de la Revolución de Octubre”, Tirana, 1979, p. 176.

      27 Carlos Marx y Federico Engels: Manifiesto Comunista, Publicado por Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx, México, 2011, p. 30.

      28 John Reed Diez días que estremecieron el mundo, Editorial Progreso, Moscú. “Prefacio”.

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