Un capítulo de mi vida. Ana Margarita Ciereszko

Un capítulo de mi vida - Ana Margarita Ciereszko


Скачать книгу
decis, un padre ejemplar, entonces sacame la camioneta o te rompo los faros, porque sabes qué, un padre ejemplar no te cruza un vehículo para que no te puedas ir, no nos podes obligar a quedarnos después de esto. Yo desesperada porque no se vayan a las manos, padre contra hijos, lo único que me salía era decirles: - “BASTA”, “BASTA”.

      Así fue que Santi le partió un palo sobre los faros a la camioneta y Nico quiso llamar al 911 y yo le dije hablemos, el padre los agarró de los pelos que por cierto por ese entonces, lo tenían ambos, muy largo, casi hasta mas allá de la mitad de la espalda, cosa que Miguel aprovecho para sostenerlos de ahí, pensando que si les tiraba del pelo se iban a calmar, cosa que no paso; primero agarró a Santino para que no siguiera con la camioneta y luego al acercarse Nico, también lo sujetó del pelo.

      Lo que pasó después fue que ambos se dieron vuelta a la vez y ya era incontrolable la situación, un vecino se animó y se acerco a ver que pasaba y le dijo: − Miguel tranquilizate deja a los chicos.

      Él le contestó: −que te metes, tomatela.

      El vecino se fue, la situación empeoró, la pelea fue un ir y venir de trompadas y patadas luego, porque ,el que perdió el equilibrio fue Miguel y cayó al piso. Ahí me metí yo, porque si eso seguía iba a terminar en tragedia y me acerque para que no le pegaran.

      Lo siguiente fue decirle: − Miguel, hablemos, deja que te ayude. Lo traté de levantar por detrás, lo quise agarrar por debajo de los brazos y como no es liviano me agaché y me puse en cuclillas para ayudarlo; pero lo que paso después no lo voy a poder borrar nunca de mi memoria; me miro, vi ese brillo en lo ojos, esa mirada fría como el hielo, que solo esos ojos celestes podían transmitir, esa expresión furiosa como una tempestad a punto de comenzar y así sucedió, luego de mirarme, echo su cabeza para atrás y lo que pasó luego, fue un dolor intenso a la altura de la nariz, me había destrozado el tabique de un cabezazo;

      me senté sin poderme pararme por la puntada intensa que sentí, ese dolor profundo que casi me desmaya.

      Los chicos reaccionaron y yo no podía hacer nada ya, lo único que les dije: - junten todo ahora, cuando se me pase nos vamos.

      Él, en ese momento reaccionó como si se despertara de un sueño y me dije perdoname, no te quise lastimar, pero ya estaba hecho; lo que recuerdo fue que trate de mojarme y quitarme la sangre de la nariz en el baño, me moje hasta que ya no sangró y luego lo vi sentado, ya calmado y dije a los chicos que me dejaran con él, a solas, ellos no querían, supongo que por miedo a que reaccionara de nuevo como un loco; pero les dije que fueran a buscar todas las cosas, que yo tenía que hablar con él, que después nos íbamos.

      La conversación fue calma,el sentado en el sillón y yo en una silla, lo primero que me dijo fue: − ya se lo que me vas a decir a lo que yo le contesté: −no creo que sepas.

      Quiso tomar la palabra, tratando de minimizar todo lo ocurrido esa noche, diciendo que era que estaba cansado, que necesitaba vacaciones, que tenía presión con su trabajo, cumplir con todo se le hacía pesado y yo lo deje hablar por un largo rato, luego dijo que me quería, que no tenía excusas, que sabía que lo que había hecho estaba mal pero que todo se le había ido de las manos, que lo perdonara; Él alcanzó a decir: − Decime algo. Cuando llegamos a ese punto le dije: − ¿Terminaste?

      A lo que él contestó:− Si, si.

      Lo que paso a continuación fue una conversación dolorosa, la más dolorosa de mi vida, fue como arrancarme el corazón y mostrarle cuán lastimado, había quedado después de tanto intentar seguir, cuando ya no habían esperanzas. Hablé despacio, mi voz era clara, pero no hubo gritos, no hubo reproches, tan solo decirle que había franqueado la última frontera, esa que nunca debió franquear,

      la de pelearse a las tropadas con sus hijos, porque como le había dicho Nico, un padre está para dar el ejemplo y eso que había hecho, nunca se debe hacer, porque los jóvenes tienen la posibilidad de equivocarse, pero los adultos no.

      La conversación se extendió hasta las tres de la mañana, yo con mi cara hinchada, ya asomándose los moretones, los chicos arriba que tenían casi todo listo y aún sin comer, cuando él que me dijo: − ¿Qué querés que haga?

      Yo le contesté, lo único que podes hacer es dejar que nos vayamos, pero vos te vas a quedar acá y yo con los chicos en casa, de donde hoy no deberíamos habernos movido, pero esta vez de forma definitiva, total ya hace rato que lo estás haciendo, este ultimo año casi ni estuvimos juntos porque de 7 días que tiene la semana, 6 estas acá; para vos no va ser la gran diferencia, ya estas acostumbrado a vivir de esta manera.

      Luego Miguel me dijo: − yo quiero saber si me perdonás por todo lo que te hice pasar y corro la camioneta, pero no quiero que me contestes para que te deje ir y listo, quiero saber si de verdad me perdonás.

      Yo le contesté: − ya te perdoné, sino no hubiéramos tenido esta conversación, porque todo pudo haber sido distinto, si llamaba al 911, vos en este momento hubieras estado arriba de un patrullero rumbo a la comisaria por violencia doméstica, pero sabes que, no quiero que además de separarnos, los chicos pierdan a su padre, porque de esa forma, no hay solución posible y no vas a poder arreglar lo que hoy rompiste, así que te estoy dando la oportunidad de convertirte en un buen padre, lo nuestro es más difícil que se arregle, pero si te perdoné, en el momento que me senté para tener esta conversación.

      Quitó la camioneta del camino y nosotros nos subimos al auto y emprendimos viaje, con lo que habían juntado los chicos y lo que se quedo allá, allá quedo, lo material y lo no material, que fue la peor de las perdidas.

       BAJO LOS BRAZOS

      Bajo los brazos y es aún mas doloroso aceptarlo.

      Dejo que las cosas pasen, dejo que el dolor me cure más rápido;

      dejo que mi alma se fortalezca, con la soberbia y la falta de tacto;

      dejo que mi ilusión desaparezca y tus engaños no me hagan daño.

      Bajo los brazos ante el desprecio y las críticas que a mi espíritu llenaron de cayos,

      dejo que me humilles hasta lo imposible y en este último desencanto,

      dejo que seques este amor, hasta la última gota;

      sin mover un solo dedo, sin mover un solo brazo.

      Bajo los brazos y quizás creas que no es cierto,

      pero se me muere de a poco lo que siento,

      porque cada día que me lastimas, estoy un poquito mas lejos

      y parece que de a poco, me estoy yendo.

      Bajo los brazos, yo que pensaba envejecer al lado tuyo;

      contando en cada arruga los recuerdos

      y cada día que pasa, quiero olvidar las palabras,

      que con saña pronuncias para despertar lágrimas en mi rostro,

      que un día dijiste que amabas y no es cierto.

      Bajo los brazos, cierro mis ojos, apago mis labios,

      tapo mis oídos, trato de no pensar; yo que siempre estuve,

      cada día que pasa estoy un poquito más lejos.

      Dejo guardadas las caricias y mis besos,

      dejo guardados los abrazos que no tienen tiempo,

      dejo cerrada con llave mi alma, para que duela menos.

      Tan olvidada está la ternura, que ya no tengo memoria,

      ya no estoy, ya me fui, ya no puedo esperar,

      solo la próxima herida que ya no quiero,

      esperando mas dolor en mis recuerdos.

      Contando cada surco que las lágrimas dejaron en mi,

      con cada gesto.

      Bajos los brazos y me muero por dentro,

      pero


Скачать книгу