Un capítulo de mi vida. Ana Margarita Ciereszko

Un capítulo de mi vida - Ana Margarita Ciereszko


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mas que los besos y las demostraciones de amor

      y de sentimientos.

      Creo que cierro por duelo mi alma, aunque afuera es verano

      por dentro es invierno. El frío me congela como nevada,

      con cada palabra que mis recuerdos evocan

      y peor son tus miradas gélidas como el mar congelado

      y un huracán se desata y parece que pierdo.

      Pero creo que en realidad más perdés vos, yo ya no siento,

      me anestesiaste el alma de tanto dolor en mi recuerdo.

      Lo que sucedió después fue dedicarme de lleno a estudiar, mis dos últimos años de abogacía, más tranquila; mi casa, se convirtió en mi verdadero espacio, mis plantas crecieron, mi jardín se convirtió en mi selva privada. Empecé de a poco a arreglar mi casa que estaba bastante abandonada, a causa de que todo el dinero en los últimos años había ido a parar a la otra ,que era ese proyecto ansiado, el de tener ese lugar para los cumpleaños, los asados y los festejos.

      Mis condiciones económicas estaban muy deterioradas y la única ayuda fue la de mi madre por ese entonces, el no aportaba absolutamente nada y yo me tenía que arreglar sola.

      Por esos años Miguel hizo dos viajes a Europa, por suerte con esta situación aprovecho para arreglar un poco la relación deteriorada con los chicos y llevo a cada uno en un viaje para que conocieran.

      Lo que paso luego fue que a principios del último año de la facultad me dijo que estaba conviviendo en pareja y que quería decírmelo personalmente y yo ya lo sabía, por una de esas cosas del destino que hacen que te enteres sin querer, fue que un día que tuvimos problemas con la luz, porque tuvimos que hacer la instalación eléctrica nueva en el departamento, muy deteriorado por ese entonces; el de viaje y nosotros sin agua caliente, la decisión la habían tomado los chicos, ir hasta Rincón para bañarnos y ahí encontré una mochila de una chica de 4to año de la secundaria y supuse que era la hija de alguien, así que cuando me lo dijo yo ya lo sabía; lo único que le dije fue: −mirá Miguel, muerto el perro, se terminó la rabia; no te preocupes acá ya no hay nada. Se lo afirmé porque una semana anterior había querido que verme con intención de reconciliación, pero creo que en el fondo solo extrañaba el sexo.

      Pero todo deja una marca, una huella y no de las bonitas, sino de las dolorosas, esas que hacen que cada noche te asalten las ganas de llorar, tipo cascada, que no para.

      Eso me pasó a mi por mucho tiempo, sumado a los nervios y querer hacer 10 materias todas juntas en el último año para recibirme, hicieron que mi corazón se agotara de tanto dolor y tanto estres.

      Así terminé mi último año de la facultad, aprobando todo si, pero dejando parte de mi salud en eso.

      En diciembre nos recibimos juntos con Román, como le había dicho en el primer año de la facultad, la noche que nos quedamos charlando, el esperando el colectivo y yo camino a tomar el tren, cuando me contó que había perdido a su mamá hacia poco ese mismo año, el 2014, el año de la muerte de mi padre.

      Será por eso que los viejos desde arriba, hicieron que nos hiciéramos amigos para hacernos compañía.

      Lo cierto fue que nos hicimos inseparables por lo que duro la facultad y el fue el responsable de curar muchas de mis heridas.

      Cuando dimos la última materia, la de concursos y quiebras, el cuco de toda la carrera, la dejamos para lo último, total perdido por perdido la daríamos el año siguiente y entonces íbamos relajados al integrador, aunque estudiados, si, siempre.

      Lo primero que recibí al lunes siguiente, porque rendimos un viernes, fue la felicitación de Mariela, una compañera nuestra y al sonar el teléfono, estaba medio dormida, pero me despertó la noticia; ya era ABOGADA; no lo podía creer, era como tocar un ratito el cielo con las manos y me acordé de esa noche en la puerta del hospital... “no servís para abogada” y ahí me dije a mi misma TOMÁ, ya lo soy y no hubo nadie que haya podido pararme, contra viento y marea grité “SOY ABOGADA” en el patio de mi casa.

      Nos juntamos luego, nos tiraron harina a Román y a mi, nuestros amigos, mis hijos orgullosos de su madre y nos sacamos miles de fotos juntos, pero la que siempre va estar en mi memoria, es la del abrazo sentido que nos dimos con Román, tanta lucha juntos y al fin abogados, ese día pusimos fecha para un asado en casa, después de las fiestas un 5 de enero.

      Ese día comimos, nos reímos juntos, el grupo de 4 amigos que empezamos en el 2014 con ese sueño en el bolsillo, Martín, Canela, Román y yo, pasamos un día bello para recordar.

      No pude festejar mucho porque terminé internada, al otro día después del asado con mis amigos de la facultad; el infarto, 10 días de terapia que me hicieron reflexionar.

      Creo que fue eso de terminar una etapa y empezar otra nueva, eso que sentí ese ultimo día de facultad, ese último viaje.

       YA TE EXTRAÑO

      En mi memoria el silencio, las voces calladas,

      los días vividos, recuerdos, distancias.

      El tren que se lleva, la luz de mi alma,

      el último viaje, asoman las lágrimas;

      hoy todo se aleja, el tiempo, mis ganas,

      hoy todo es distinto, solo escucho los ecos

      del sonido de tu voz en la distancia.

      Hoy cierro mi libro, hoy solo la página,

      cuesta dejar sola la última hoja y un suspiro

      que no alcanza.

      Doy vuelta la hoja y detrás ya no hay nada,

      solo se estrena la vida, nueva, sin miradas;

      esas que aún en la memoria, la gota que se asoma

      incontenible, la lágrima;

      la emoción y en un giro, mi rostro teñido de nostalgia,

      por eso que no somos y por lo que fuimos,

      una única esperanza.

      El viento trae de nuevo, el eco de tus pisadas;

      la noche recuerda, tu voz casi mágica.

      Te tengo guardado en rincón de mi alma

      y por siempre mi sueño te trae a mi almohada,

      ya estoy extrañando tu fugaz mirada, tus ojos

      tan verdes como el mar de la playa,

      no puedo despedirte, parte de mi, en ti está grabada

      y en cada sueño, mi alma te encuentra y comparte

      otra vez un café contigo, pero esta vez, solo en silencio, callada.

      Fines del 2018.

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