Orígenes. J. A. Francis

Orígenes - J. A. Francis


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      García García, Francisco Maximiliano

       Orígenes : el despertar / Francisco Maximiliano García García. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

       Libro digital, EPUB

       Archivo Digital: online

       ISBN 978-987-87-1007-5

       1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.

       CDD A863

      Editorial Autores de Argentina

      www.autoresdeargentina.com

      Mail: [email protected]

      Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

      Impreso en Argentina – Printed in Argentina

       A cada niño, niña y joven que le gusta la fantasía.

       Sin ella no podría explicarse el mundo sobrenatural que nos rodea.

       Bienvenidos a Aconcagua

       la tierra donde la realidad y la fantasía

       se entrelazan para formar la existencia.

      Agradecimientos

      A mi familia por estar siempre presentes. A mis Abuelos Julio y José y a mis abuelas Aurelia y Adelina que formaron mi vida.

      Un agradecimiento especial al Profesor Alejandro Pozzi y cada persona que leyó estos manuscritos antes que sea un libro, entre ellos también mi madre Laura, a mi padre José Luís, Daniela y amigos. Gracias Rocío por estar siempre e impulsarme.

      Prólogo

      El autor nos ofrece en este magnífico ensayo, un cuento de historia fantástica, atrapante de principio a fin, siempre abierto en todo su desarrollo hacia una rica trama de tensión existencial, de mucha vitalidad donde la mítica y antigua saga del héroe que trasciende su condición personal e individual para a través de una apasionada - y al principio - una quijotesca lucha, superar sus limitaciones individuales y humanas para alcanzar y buscar objetivos que lo conduzcan no solo a él sino también a su gente. En este caso nuestro héroe - el héroe que J. A. Francis describe - es un joven, muy joven de una nueva generación que pretende cambiar y pretende modificar cosas de la realidad que encuentra disonantes con su sentido e imagen de la vida y de una misión que la juventud tiene en esta sociedad moderna, posmoderna, muy compleja y difícil, pero que asiste a los mismos desafíos, a las mismas luchas de toda la vida. Ese desafío aparece para el héroe como una búsqueda de auto sacrificio individual y de su propia existencia que busca romper con las raíces del mal, de un mal oscuro. El autor desarrolla a través de mitos leyendas e historias emergentes que comenzarán con un casi descenso a los infiernos en la vida posmoderna. El héroe, con su corte de jóvenes y su posterior búsqueda individual que luego transferirán a lo colectivo, lo conduce hacia un largo camino en espiral, que significa una senda plagada de oportunidades, desafíos, caídas, retrocesos para buscar siempre la cima de la montaña más alta - que en la historia mítica y heroica de los pueblos, sus religiones y culturas, se encuentra el lugar donde se unen el mundo celeste mítico y su reproducción en la tierra- a través de una epopeya urdida en forma fresca dinámica, no exenta de ribetes poéticos con personajes juveniles que trae lo nuevo y descubre los desafíos de la lucha en la que no faltan los hechiceros del mal y del bien, la fuerza del bien, la lucha de héroes y dioses como la metafísica eterna de los mitos de toda la historia humana. Así el autor nos ofrece una excelente pintura fresca, con una hermosa descripción de lugares actuales que buscan un sentido modélico para la reconstrucción de una forma nueva en términos de libertad, en términos de liberación y de altura.

      Creo que vas a encontrar esta lectura apasionante, rica, plagada de temas que invitan a profundizar, llena de temas históricos pero con una frescura muy actual, muy dinámica que yo pienso que en el mismo autor refleja, yo creo que, esta expresando sin habérselo muchas veces propuesto una idea trascendental que ha recorrido prácticamente la historia del hombre en la tierra.

      Alejandro Alberto Pozzi

      Actual Profesor de la Facultad de Ciencias sociales de San Juan Argentina, especialista en políticas internacionales.

      Recibido en Universidad Nacional de Córdoba.

      Capítulo Uno

      Mundos Paralelos

      Un día trece en la ciudad de Nueva York. El frío congelaba los nudillos y aquietaba a los ciudadanos en pleno invierno. El nuevo mundo había pasado la Navidad bajo techo y Año Nuevo no había sido festejado. La promesa del trece era que ese nuevo año el mundo terminaría. Un niño de apenas unos catorce años, vestido con ropa roja y negra y de apariencia poco amistosa, con una pequeña mochila negra con pequeños dibujos de fantasmas blancos, se había logrado colar a media mañana en el edificio de la terraza más alta de la ciudad. Aproximándose la hora indicada subió al ascensor y presionó el último botón. Al llegar al último piso corrió la puerta del ascensor y bajó de este mirando el reloj de cuerda que llevaba en su mano. Era pasado el mediodía. Su reloj era antiguo y grande como la palma de su mano; era de metal, algo curioso de ver en esos tiempos. El niño se dirigió a las escaleras de ese último piso, deseaba seguir subiendo. Volvió a mirar su reloj y decidido miró hacia arriba tomando el pasamano de la escalera y empezó a subir aquella escalera de cemento y hierro. Llegó a la puerta que salía a la terraza y haciendo reverencia se persignó. En el movimiento se pudo observar a sí mismo los cortes en sus muñecas. Empujó con su hombro la pesada y fría puerta y decidido a salir giró el picaporte. Al empujar le costó bastante, esa fría puerta metálica era enorme y vencer la fuerza del viento no le fue nada fácil. Pero este logró abrirla y llegar a la terraza del edificio.

      Aquel niño recibió una ola de viento que le provocó escalofríos en su cara. Esta se abría empujando hacia afuera.

      El niño iba muy abrigado. Caminaba en contra de la fuerza del viento que amenazaba con tirarlo. Y haciendo fuerza por mantenerse de pie, volvió a mirar el reloj y se sentó en el piso de aquella terraza. Sacó de su mochila un pequeño estuche. Era muy pequeño y muy liviano. Sacó de este una minicomputadora portátil. La colocó suavemente sobre el piso, cuidando de no ponerla contra el viento que empujaba. Eligió ponerla al lado de la cornisa donde había un borde para cubrir a la pequeña portátil de esta fuerza que soplaba sin compasión. El niño miró hacia arriba. Empezaba a nevar fuerte. Delicadamente, abrió la pequeña computadora. Se sacó los guantes y se conectó a Internet.

      En su página de inicio tenía la red social más popular del mundo. Ya todos sus amigos estaban conectados. Entró a la sala de chat universal, donde todos hablaban con todos sus contactos en común: “¡Ya estoy listo!”, colocó y envió a la red. Y antes de que empezaran a contestarle, sacó su celular y lo configuró para que su cámara sirviera de cámara web inalámbrica, y así todos lo pudieran ver.

      Uno a uno se fueron sumando al mensaje lanzado por aquel niño. Las respuestas de todos coincidían: “¡Yo también, Martín!”, decían dirigiéndose a su líder Martín Asturero. Tres mil veintidós jóvenes contestaron el mensaje en apenas sesenta segundos. La misma cantidad de cámaras web inalámbricas se conectaban en la red en todo el mundo.

      Todos se veían con todos y todos estaban en lugares estratégicamente pensados que mostraban a los demás. Comenzó un conteo faltando cuarenta segundos para las mil trescientas horas.

      Una leyenda decía que si un solo joven lograba hacer que más de tres mil jóvenes lo siguieran, y este los llevara a las terrazas más altas de los edificios del mundo, el día trece, del mes trece, a la hora trece, y los encaminaba a lograr la hazaña mundial, el mundo se salvaría de la destrucción total y las catástrofes mundiales cesarían.


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