Orígenes. J. A. Francis

Orígenes - J. A. Francis


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tus manos está mi voluntad! —dijo con miedo Martín Asturero.

      Un silencio hermético se hizo dueño de la ciudad. Martín empezó a caminar y leyó la portada del Times en un kiosco de revistas: “Meteorólogos de distintas partes del mundo aseguran haber visto movimientos extraños en las estrellas, jamás antes vistos por un ser humano, creen que se trata de una reacción de los gases producidos por la tierra en descomposición. Los marxistas reciclados llaman a la reflexión. El Papa asegura que fue un movimiento de ángeles en defensa de los bloques de hielo de la Antártida. Casos así no tienen registro alguno para la humanidad. Expertos dicen que estos extraños movimientos son advertencias de que el final está llegando. Lo innegable es que anoche la tierra entera se estremeció”. “Como que la venida se nos aproxima”, dijo un estudioso del Vaticano muy preocupado.

      “Hoy fanáticos religiosos salieron a las calles a repartir volantes. Algunos dicen que esto es solo un acomodamiento brusco de placas...”.

      Martín no lo podía creer:

      —En verdad esto ha pasado —dijo mientras leía el titular.

      —¡No creas todo lo que lees, hijo! ¡Porque a veces te puede perturbar la mente y hasta matar el alma! —le contestó un hombre que leía el titular con él.

      —¡Ya es hora! —aseguró Martín y abrió su mochila, la computadora ahí estaba. La sacó y se puso a escribir desde donde estaba hacia el mundo entero, a tratar de contactarse con sus seguidores de la mal llamada “hazaña mundial”.

       Pido perdón a los que me siguieron en esta cruel y triste muerte sin sentido.

       He podido darme cuenta de que esta locura suicida casi mata los sueños de muchos. No me juzguen por mi ignorancia, no me juzguen por ser influenciado por leyendas urbanas, no me juzguen porque no lo podría justificar.

       Pido que este día sea tomado como el nuevo nacimiento de los que seguimos vivos. Espero que seamos los tres mil veintidós.

       P/D. El mundo está plagado de grandes héroes. Los héroes tienen algo en común, nadie los entiende. Los héroes salen de los agujeros más tenebrosos y escondidos. Y salen de adentro de nosotros mismos.

       No hay héroe que, antes de ser descubierto como tal, no haya sido burlado, ignorado o señalado como un nada.

       “La nada es el trampolín para las grandes y buenas hazañas.”

      Martín terminó de escribir, presionó “enter” y su mensaje se esparció por toda la red social, más de medio millar de personas leyó su mensaje, incluidos todos sus seguidores. Un relámpago azotó la ciudad y la luz de carteles luminosos se apagó. Los generadores de la ciudad volvieron a funcionar de inmediato y la luz volvió. Martín se asustó por el relámpago en medio de tanto sol, las pocas nubes que había en el cielo no justificaban su aparición.

      Volvió a mirar la computadora que tenía en su falda y decía: “Has recibido un millón setecientos mil cuarenta y dos mensajes nuevos (1.700.042 mensajes nuevos)”. Martín no lo podía creer, no habían pasado más de tres minutos de presionar “enter” y las respuestas llovieron a él de todos lados del mundo. Hasta gente que no conocía respondió como si estuviera en su misma situación.

      No podía leer todos a la vez, pero sintió intriga por uno que tenía en asunto: “Y si nacieras de nuevo”. “Bendito Israel”, suspiró y abrió el mensaje, era un pequeño poema que Martín se atrevió a leer en voz alta. El poema se titulaba: “Los escogidos se atreven”.

       Y si naciera de nuevo,

       Si tuviera esa oportunidad,

       Yo te pediría que en mi nuevo nacimiento ahí puedas estar;

       Que me abraces con ternura

       y con aliento de vida volvieras a soplar mi nariz,

       Así me enteraría de las maravillas

       que tienes preparadas para mí.

       Y si naciera de nuevo,

       Si tuviera esa oportunidad,

       Yo te pediría que llenes este vacío con tu infinita paz;

       Que no te vayas nunca,

       Que perdones si un día te ofendí,

       Porque hoy siendo maduro entiendo

       Que siempre estuviste para mí.

       Hoy quiero nacer de nuevo

       Hoy quiero nacer de nuevo… pero en ti

       Déjame abrazarme a tu cintura para jamás dejarte ir

       Porque hoy mis ojos están abiertos y te invito a vivir en mí,

       Habita este desierto y saca toda enfermedad,

       Que hoy he nacido de nuevo y en ti voy a confiar

       Porque tú eres el rey eterno,

       Príncipe de libertad.

      Mas abajo decía:

       Un escogido es alguien que después de muchas peleas y catástrofes sigue vivo. Encuentra tu designio y protégelo con tu vida. Sin apartarte del buen camino. Porque para eso has nacido.

       Habiendo sido predestinado conforme al designio del que hace todas las cosas…

       Firma: Una escogida.

      Terminó de leer el mensaje y pudo sentir en su nariz un viento que él logró aspirar. Martín respondió de inmediato ese e-mail. Era una persona desconocida que le había dicho mucho y le había hecho sentir algo que nunca sintió.

      Volvió a leer el poema y una brisa suave soplaba sobre su rostro, sentía que se llenaba de una inconfundible paz.

       No te conozco, pero parece como si me conocieras. Quizás tenemos mucho de qué hablar. De alguna manera tu mensaje me llenó. Todos los días no escogí la vida. Sé que los suicidas no se atreven a vivir, pero los escogidos se atreven. Y a eso me atreveré de ahora en más.

       Habiendo sido predestinado conforme al designio del que hace todas las cosas…

       Firma: Martín Asturero.

       Un nuevo escogido.

      Sin conocer y sin saber quién era esta persona, ya había inspirado un cambio en él. Algo había entrado en su espíritu y ya nada sería igual.

      Martín cerró su computadora, la colocó en su mochila sin mirar cómo la colocaba y apurado se dirigió a su casa. Iban a ser las nueve de la mañana y él todavía no aparecía. Deseaba ver a sus padres y contarles lo sucedido sin pensar en su reacción. Valía la pena hablar sobre estas cosas que pasan solo una vez y cambian todo el rumbo de la propia vida y la forma de verla. Llegó a su casa y con sus llaves abrió la puerta de entrada. Entró como siempre, pero en su cara se veía un brillo, una sonrisa sincera. Su madre estaba entre un montículo de ropa, estaba por ponerse a planchar. Su padre venía del patio lleno de tierra y con las rodillas de su pantalón verdes de estar arrodillado en el pasto arreglando el jardín. Sus padres miraron a Martín y vieron algo cambiado en él, pero se quedaron callados, tratando de no arruinar el momento. Normalmente, cuando Martín se veía descubierto, él se quejaba o daba gritos explosivos para que no le preguntaran nada. En esta oportunidad, solo pasaron unos segundos eternos para la familia y Martín agachó la cabeza y murmuró algo que nadie entendió. Los padres vieron este cambio y se preocuparon, pero les gustó.


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