Un vaquero entre la nieve. Erina Alcalá

Un vaquero entre la nieve - Erina Alcalá


Скачать книгу
bajarse toda la información sobre cómo llevar un rancho. ¡Dios! Estaba loca.

      Iba a heredar en Montana, aunque quizá no estuviera mal después de todo, pero sola con el abuelo en el campo… Lo intentaría, y si no le salía bien, cuando pasaran unos años y faltara el señor Ferguson lo vendería y volvería a su trabajo. Una promesa era una promesa.

      Ya vería qué se encontraba, qué podía hacer ella allí, cómo se desenvolvía y contrataría a un vaquero que supiera lo que hacía, eso por supuesto.

      Estaba nerviosa y a la vez impaciente. Pero bueno, aún le quedaba una semana. Debía dejar su piso, y realizar los preparativos, vender el piso del abuelo que pensaba darle el dinero para ese rancho.

      Era una pesadilla todo eso, una locura. La más grande que había hecho en su vida. Y la aventura más loca que iba a vivir, sin saber qué le iba a deparar el destino, pero bueno, algo parecido hizo hace cuatro años antes.

      Y como decía el abuelo, cuando una puerta se cierra, siempre se abre una ventana y esperaba que fuese una amplia para poder respirar y sacar la ansiedad que la atenazaba y el miedo que le daba llevar algo con tanta responsabilidad.

      De lo que tenía bastante claro es que contrataría un buen vaquero, a ser posible un capataz que supiera llevar un rancho y ella las cuentas, y esperó que la confianza que el abuelo había depositado en ella, diera sus frutos. Haría todo lo posible para no defraudarlo y hacer correctamente ese trabajo y poder llevar un rancho.

      Helen era valiente, siempre lo había sido, pero tenía cierto miedo, aunque tenía al antiguo capataz para que le explicara algo antes de que el nuevo entrara.

      Estaba inquieta, nerviosa y, sobre todo, algo loca. Pero el abuelo estaba más chiflado que ella si confiaba en una chica de traje de Manhattan.

      En fin, la aventura comenzaba; o era eso, o de vuelta a Cádiz y aún tenía que apostar por este lado del charco.

      No sabía qué iba a encontrarse, ni había visto un rancho, ni una vaca que no fuese lechera. Por ello, la apuesta que hacía su vecino era una locura total. Ella era solo directora de Recursos Humanos, sí que sabía contabilidad, nóminas y podría llevar una empresa pequeña, pero un rancho…

      Demasiado confiaba en ella el abuelo, no sabía qué había visto en ella, salvo que estaba sin trabajo y que se llevaban bien y salían a desayunar los domingos, o lo invitaba a su casa algunos días, o le llevaba alguna comida, pero las cualidades necesarias para ser ranchera, no las tenía ni de cerca.

      Pero si no sabía ni montar a caballo y además le daba un miedo horrible. Claro que, si encontraba a un vaquero que supiera cómo llevar un rancho, ella sabía mandar, de eso no tenía ninguna duda.

      Pero tendría que confiar en ese hombre y ella era una ignorante con un abuelo, y encontrar un buen chico que encima supiera llevar un rancho, ya que no era lo mismo trabajar en uno que saberlo llevar. Debía ser un capataz, además con conocimientos sobre lo que había que comprar o vender, con contactos.

      El abuelo, como ella le llamaba al señor Ferguson, la había metido en un berenjenal, del que ya veríamos si salía.

      Era valiente, no se achantaba ante nadie, de hecho, se fue sola a Nueva York y vivió en soledad cuatro años en su piso, el que ahora tendría que dejar, pero, por primera vez, tenía miedo.

      Todos esos años había pensado que el abuelo hablaba de un rancho en pasado. Nunca creyó que lo tuviera, sino que eran imaginaciones suyas. Que lo había tenido y lo vendió al venirse a Nueva York y su añoranza era de la que hablaba, pero ahora la cosa estaba seria; era verdad que tenía un rancho y no sabía cómo era, por mucho que le contara que era precioso y en primavera los prados eran maravillosos y además tenía reses.

      Lo malo es que su capataz se jubilaba. Si al menos el hombre no se jubilara, ella podría aprender algo, pero se iba en dos semanas. A ver qué podría ella aprender en dos semanas de un rancho. Tampoco sabía si era muy grande o era pequeño o si tenía todo lo necesario para poder vivir.

      Él le decía que no se preocupara, que ahora en invierno había menos trabajo, ya que los animales estaban dentro y el capataz le enseñaría en dos semanas lo que supiera, que el resto era coser y cantar.

      ―Vamos, Helen, pero si tú eres una chica valiente. Podrás con esto y te gustará tanto el campo que no querrás venirte.

      ―Eso lo dice para que no me asuste y acepte, pero tengo miedo a que nada salga bien.

      ―Ya verás, mujer, quizá el invierno sea algo duro, pero en cuanto llegue la primavera, ya sabrás de todo y serás feliz. Estoy seguro porque te conozco, de que ese será tu hogar. Te enamorarás y tendrás allí a tu familia.

      ―Vaya, no he encontrado novio en Nueva York con todos los hombres que hay, y voy a encontrarlo en el campo que no hay nadie.

      ―Nunca se sabe. A lo mejor cualquier vaquero…

      ―Cualquier vaquero no es lo que necesitamos, sino un vaquero que sepa de todo y bien, y me ayude o, mejor dicho, que lo lleve todo y me enseñe.

      ―Lo encontraremos, mujer, deja ya de preocuparte tanto. Date un respiro y vamos a la aventura. Deja los miedos a un lado, ¿qué puede salir mal?, y si no estás cómoda o no te gusta, te vienes. De momento no tienes otro trabajo.

      Claro, ella lo veía tan animado como un niño con zapatos nuevos, alegre y juvenil como no lo había visto nunca. Contento y con ánimos que ya los querría para ella.

      Bueno, Montana…

      Allá iba.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4SEFRXhpZgAATU0AKgAAAAgADAEAAAMAAAABBwgAAAEBAAMAAAABCowAAAECAAMAAAADAAAA ngEGAAMAAAABAAIAAAESAAMAAAABAAEAAAEVAAMAAAABAAMAAAEaAAUAAAABAAAApAEbAAUAAAAB AAAArAEoAAMAAAABAAIAAAExAAIAAAAgAAAAtAEyAAIAAAAUAAAA1IdpAAQAAAABAAAA6AAAASAA CAAIAAgAC3GwAAAnEAALcbAAACcQQWRvYmUgUGhvdG9zaG9wIENTNiAoTWFjaW50b3NoKQAyMDIx OjAzOjI5IDE4OjA3OjM0AAAEkAAABwAAAAQwMjIxoAEAAwAAAAH//wAAoAIABAAAAAEAAAfQoAMA BAAAAAEAAAu4AAAAAAAAAAYBAwADAAAAAQAGAAABGgAFAAAAAQAAAW4BGwAFAAAAAQAAAXYBKAAD AAAAAQACAAACAQAEAAAAAQAAAX4CAgAEAAAAAQAAH38AAAAAAAAASAAAAAEAAABIAAAAAf/Y/+0A DEFkb2JlX0NNAAH/7gAOQWRvYmUAZIAAAAAB/9sAhAAMCAgICQgMCQkMEQsKCxEVDwwMDxUYExMV ExMYEQwMDAwMDBEMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMAQ0LCw0ODRAODhAUDg4OFBQO Dg4OFBEMDAwMDBERDAwMDAwMEQwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAz/wAARCACgAGsD ASIAAhEBAxEB/90ABAAH/8QBPwAAAQUBAQEBAQEAAAAAAAAAAwABAgQFBgcICQoLAQABBQEBAQEB AQAAAAAAAAABAAIDBAUGBwgJCgsQAAEEAQMCBAIFBwYIBQMMMwEAAhEDBCESMQVBUWETInGBMgYU kaGxQiMkFVLBYjM0coLRQwclklPw4fFjczUWorKDJkSTVGRFwqN0NhfSVeJl8rOEw9N14/NGJ5Sk hbSVxNTk9KW1xdXl9VZmdoaWprbG1ub2N0dXZ3eHl6e3x9fn9xEAAgIBAgQEAwQFBgcHBgU1AQAC EQMhMRIEQVFhcSITBTKBkRShsUIjwVLR8DMkYuFygpJDUxVjczTxJQYWorKDByY1wtJEk1SjF2RF VTZ0ZeLys4TD03Xj80aUpIW0lcTU5PSltcXV5fVWZnaGlqa2xtbm9ic3R1dnd4eXp7fH/9oADAMB AAIRAxEAPwDtqnNdX4jgKFkgEH4IVL/Y3y0hWdsie57JKa17vbtb8J8VRfWI1E7NB4arStbU1jnv 0ZWC8kciFgXdZuDorDWSfZUGhx8m/vOQMxFeIGW1fV1rBHQLADtP6Qbu4n85ef4uEbNPpQY

Скачать книгу