El juego de la seducción. Martín Rieznik

El juego de la seducción - Martín Rieznik


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nos resultara interesante, entraríamos en un estado hablador que nos permitiría fluir con mayor facilidad en los sets siguientes y hasta desarrollar estrategias más precisas a la hora de conseguir un gran objetivo: atraer a la más linda del venue o a quien nosotros queramos.

      Todo esto, sin sufrir picos de AA, excusarnos en la timidez o paralizarnos por pensamientos distorsionados.

      Romper la ansiedad a la aproximación

      Herramientas para enfrentarla:

       1.No mirar por mirar.

      No dedicarse a mirar mujeres ni establecer contacto visual antes de abrir un set.

       2.Aplicar la regla de los tres segundos:

      No dejar pasar un lapso mayor desde que ella nos mira o nosotros la vemos hasta que abrimos su set.

      3. Entrar en state:

      Ponerse lo más rápido posible en estado hablador en el venue. No dejar pasar más de tres segundos desde la entrada a una locación nueva y el momento de la interacción con alguien.

       4. Implementar los tres sets de precalentamiento:

      Utilizar tres sets de práctica para entrar en calor sin que importe el resultado obtenido.

       5. Alcohol y otras hierbas:

      El alcohol desinhibe, pero también destruye nuestro lenguaje corporal y verbalización. Es necesario usarlo con moderación, al igual que otras hierbas.

       6. Ser con la circunstancia:

      Dejar de lado tanta información acumulada y utilizar cualquier objeto o un role play circunstancial para comenzar una interacción.

       7. Basarse en la práctica:

      Aprender de los rechazos, de los picos de AA y de los desastres iniciales. Son pasos fundamentales para estar un poco más cerca de la perfección.

       8. Sonreír:

      Si el cuerpo se siente bien, todos los movimientos serán relajados. La sonrisa contribuye notablemente a entrar en state.

      Field Report > Pablo.

      El juego. En este FR, Pablo abre varios sets de forma circunstancial para terminar realizando un trío con dos amigas esa misma noche.

      After de trío con dos jugadoras de vóley amigas

      « Era el cumpleaños de una amiga del club. Varios años atrás habíamos jugado juntos al vóley, pero nunca había pasado nada entre nosotros.

      Esa noche yo venía con un state realmente bueno; estaba contento y entré al bar sonriendo ampliamente. Comencé rápidamente a hacer social proof con mi amiga, porque había mucha gente que no conocía. Creo que en la mayor parte de ellas eran compañeras de facultad.

      Abrí algunos grupos logrando atención de varias mujeres, pero sin traspasar la etapa de atracción, hasta llegar al set que derivaría en un trío demoledor: diez mujeres disfrazadas; supuse que estaban en una despedida de soltera.

      –¡Eh! ¿Quién es la afortunada novia?

      Porque mi amigo que está ahí también tendrá su matrimonio y quiero que hoy pasemos una de las mejores noches de nuestras vidas.

      Mostré liderazgo y protección de los seres queridos en una pequeña frase. Respondieron todas a la vez, con gritos y me dijeron que era el cumpleaños de una de ellas, a la que me señalaron y que enseguida se me tiró encima, me abrazó e hizo que se me cayera el sombrero. Primer NEG de la noche:

      –¿Ella siempre es así? ¿Ustedes la peinan, la maquillan y la sacan a pasear?

      Risas, IDIs, puse un test de obediencia grupal desafiándolas a todas.

      –Pero chicas, no puedo traer a mi amigo a un grupo con tan poca onda…

      Todas empezaron a saltar a mi alrededor, mientras mis amigos y los del cumpleaños nos miraban. Nadie entendía muy bien realmente qué pasaba. Traje a mi amigo al set, hice que ellas lo acosaran y a otras dos les pedí que me hicieran masajes con el pretexto de que la situación me estaba estresando. Me los dio la líder del grupo y se generó un mini aislamiento, ya que todas empezaron a perrear algún reggaetón y yo quedé con ella, observando la fiesta que se había armado; sentí que éramos como dos dioses del Olimpo. Había llegado el momento de levantar temperatura (ya tenía tres indicadores de interés de su parte, que se había quedado un tiempo conmigo). Le dile que me encantaba el perfume de su shampoo, le toqué el cabello, sonrió y nos besamos.

      En ese momento, se acercó una amiga de ella recién llegada a la fiesta y nos interrumpió el beso con alta energía, haciendo chistes y hasta dándole un pico a su amiga delante de mí. Aparentemente, ambas comparten vestuario en el equipo de vóley. Hablamos unos minutos, nos dimos unos besos más y me fui por un rato, con la excusa de buscar a mi amigo.

      Subí a la terraza de la discoteca a tomar algo y al poco tiempo llegó la amiga de la chica que había besado, con otras dos más que salían a fumar. Me encaró y me dijo “¡Vos! ¡Ojo con mi amiga!”. Le respondí:

      –Vení, me caíste bien, vamos a jugar a algo: tenés que elegir tres chicos de los que están en esta terraza y decirme con quién te casarías, con quién tendrías una aventura y a quién matarías.

      Accedió; caminamos por el lugar, del brazo. En el momento de elegir un compañero de aventuras, me dijo:

      –Te prefiero a vos, pero ya estás ocupado. Es una lástima.

      –Me parece que compartimos el mismo lenguaje sexual, somos dos depredadores. Yo ya estuve en un par de tríos y es una experiencia increíble. Es una pena que a vos no te haya pasado…

      –¡Ay! Siempre tuve la intriga… ¿cómo es? Contáme.

      –¿Sabés guardar un secreto?

      –Sí.

      –Yo también, no puedo contarte.

      Se ríe. Silencio. Nos miramos a los ojos. Me acerco un poco y me besa... mucha tensión sexual. Le digo:

      –Vos y yo no podríamos estar con tu amiga, nunca...

      –¿Por qué no?

      –Sería mucho placer junto, demasiado intenso.

      Rápidamente pasé a otro tema de conversación, para que no sintiera que lo único que me atraía de ella era la idea del trío. Volvimos con el grupo como si nada hubiera pasado.

      Al rato, subió la amiga con las demás chicas que habían quedado abajo. Como ya era un poco tarde, todas comenzaron a organizar su partida y yo les propuse a las dos chicas que había besado ir a desayunar a lo de un amigo. Aceptaron; creo que la primera no sabía que había besado a la segunda.

      Volvimos en el auto de un amigo. Yo propuse ir atrás con las dos, “para que no se porten mal”. Obviamente, me ubiqué entre ellas, las abracé, las acerqué a mí y les dije:

      –Las vi darse un pico, pero, ¡yo beso mucho mejor que las dos!

      –¿Qué? Nosotras damos mejores picos.

      –¿A ver?

      Lo hicieron y yo le di un pico a cada una como premio, con el pretexto de mostrarles que los míos eran mejores. Seguí compitiendo y desafiándolas. Les dije que seguramente no se animarían a dárselo con lengua; lo hicieron, rieron y todos en el auto también. Ya no había marcha atrás.


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